Noviembre 16, 2024

No da lo mismo, sin embargo…

Voces numerosas insisten en que no da lo mismo que sea elegido presidente el periodista Alejando Guillier que el empresario Sebastián Piñera.

 

 

Este argumento único, como si no hubiera otro razonamiento algo más complejo, iterado hasta la saciedad,  se utiliza como el recurso último para acorralar a quienes no tienen ninguna simpatía por la Nueva Mayoría, ni con su  abanderado presidencial, pero que aborrecen a la derecha.

 

Lo cierto es que sin esos esquivos votos ajenos, la Nueva Mayoría ha sido incapaz en conseguir los suyos propios, será elegido Piñera.

 

Así, se insiste hasta el cansancio que no da lo mismo la derecha que ellos.

 

Sin embargo nada dicen esas voces respecto del entusiasmo que su propio abanderado le ha puesto para no ser elegido. Y para parecerse a aquellos de los que trata de diferenciarse.

 

Guillier ha hecho todo para evitar ganar. Ni siquiera ha hecho algún guiño que valga la pena a ese jugoso veinte por ciento logrado por Beatriz Sánchez y los muchachos del Frente Amplio, vencedores en toda la línea en la anterior elección. Para qué hablar del resto del populacho.

 

Y sigue la cantinela: No da lo mismo las reformas que el retroceso.

 

Se repite como un mantra endosando la responsabilidad que cabría a los electores que se resisten hasta ahora a apoyar a Guillier, en un eventual triunfo de Piñera. Y en la pérdida de derechos ganados en los últimos cuatro años, como consecuencia.

 

Pero se olvida que tanto en los gobiernos de la Concertación como el de la Nueva mayoría, en aquellas cuestiones que se relacionan con los derechos de la gente pisoteada, burlada, manoseada y reprimida, unos y otros tienden a ser muy similares.

 

Claro, si usted es un izquierdista tocado por la fortuna y su ingreso no depende de leyes,  de reajuste ni de negociaciones del sector público, no le teme a una pensión de AFP y gana su buena plata, es comprensible su posición.

 

Pero ¿Ha sido diferente el trato hacia el mapuche con la Nueva Mayoría? ¿En qué se ha diferenciado con la bala de la derecha facha y criminal? ¿Han legislado a favor de los trabajadores o les han dado con el mocho del hacha?

 

¿Ha sido diferente el abuso criminal contra la gente cuando la recientemente nombrada por las naciones Unidas como Campeona de la Tierra ha permitido la instalación de decenas de generadoras eléctricas a carbón que afectan la salud de niños pobres?

 

¿Los gobiernos de la Concertación/Nueva Mayoría, han hecho algo para rescatar el cobre de la voracidad de las trasnacionales que se llevan el 70% del mineral, sin pagar lo que debieran y dejando un hoyo estéril en donde estuvo una riqueza inconmensurable?

 

¿Ha sido diferente al paradigma de la derecha con el de la Nueva Mayoría en la orientación de las reformas educacionales, impulsadas por la exigencia de la gente?

 

¿Ha hecho la Nueva mayoría un real esfuerzo, no digamos faramallas, tinglados o artes propias del birlibirloque, para superar la constitución pinochetista, a la cual parecen aferrarse de lo más bien?

 

No es nuevo esto de poner la daga al cuello con eso del “No da lo mismo”. Otras veces la gente de izquierda ha impedido al acceso de la derecha al gobierno. Y cada una de esas veces esa actitud de compromiso democrático se ha olvidado al momento de contar el último voto que les dio el triunfo.

 

Y lo que ha seguido ha sido el desprecio de siempre, la represión de siempre, la humillación de siempre y una desmemoria que a poco de la entronización de los ganadores, retorna por lo suyo.

 

Los que repiten esa cantinela desprovista de razón apuestan a que el chantaje moral que afectará a muchos de los reales enemigos de la derecha los salve. De nuevo.

 

Pero la gente que se resiste a votarlos, no es la responsable de que la Concertación/Nueva Mayoría esté viviendo la mayor expresión de su fracaso.

 

Los responsables son ellos mismos que se alejaron hace mucho tiempo de la gente y se acurrucaron al poderoso.

 

El chantaje no es la vía.

 

La apelación a la gente de izquierda para lograr que otra vez los salve debiera ser de otra manera, con cierta humildad, sin la soberbia de siempre y sin oponer una falsa contradicción.

 

Con todo, es cierto que la Nueva Mayoría no es lo mismo que la derecha, aunque está visto, que hace tremendo esfuerzo por parecérsele.

 

Por eso haría falta una actitud algo menos soberbia de parte de los sostenedores de la candidatura Guillier para lograr la votación que les falta y que no tienen.

 

Algo así como una autocrítica que parta el alma, que diga que han sido insensibles, malas personas, que en treinta años han regateado migajas para los trabajadores, que en materia de relaciones internacionales han sido una vergüenza, que no se atreven a cerrar Punta de Peuco, que detestan a los mapuche, que prefieren la cercanía de los ricos y adoran a los milicos y que simplemente no han querido hacer más de lo que han hecho.

 

Y a continuación, un ataque de honestidad que hasta sería bien vista: Voten por nosotros, pero no les prometemos nada porque, para qué, si sabemos que no vamos a cumplir

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