De los catorce millones de ciudadanos inscritos automáticamente un buen porcentaje está en otro mundo – Claudio Arrau, Salvador Allende y tantos otros que aún “están habilitados para votar”, a pesar de que llevan varios años jugando a la taba con San Pedro al son de la música celestial o investigando sobre el sexo de los ángeles.
También existen, en la realidad, otros tres millones de personas que no conocen a ningún político y, si los han visto alguna vez, los consideran merecedores de estar en la cárcel.
El resto, tres millones de ciudadanos con derecho a voto, no “están ni ahí” con las instituciones políticas, sea porque dicen, insensatamente, que después de las elecciones deben ir a trabajar gane quien gane, sea por que sufren del síndrome de la desesperanza aprendida, pues han creído tantas veces en “los ofertones” – como si las elecciones fueran Navidad – que ya ni siquiera se molestan para el hacer el esfuerzo, incluso con metro gratis, sea porque creen que la abstención es una forma de castigar a la élite política, ignorando que estos carcamales se ríen a carcajadas de ellos, y ahora, ni siquiera, necesitan cohecharlos como antaño.
Una razón más de fondo para explicar por qué más del 50% de los ciudadanos no votan es que saben que los políticos son comprados por los grandes empresarios, que les redactan, artículo por artículo – incluidas las comas y los copy paste, de los proyectos que luego se aprueban en ambas Cámaras.
Llamar democracia representativa a un adefesio en que sólo vota menos del 50% de los ciudadanos es, francamente, un chiste de mal gusto, teniendo en cuenta que el 60% de los chilenos son analfabetos políticos, y sólo el 46% se molesta en concurrir a las urnas. Para darle gusto a los abstencionistas habría que pensar en una pseudo-democracia, sin partidos políticos, sin parlamento, sin elecciones, y que cargos políticos fueran sorteados, como en el Loto.
De los 6 millones 500 mil ciudadanos que concurren a votar, sólo 2 millones están, en la realidad, interesados en la política, y cerca de 500 mil siguen los programas de análisis y foros políticos, y menos de 50 mil han leído los contendidos de los programas de gobierno de los candidatos, y 2 mil votantes están muy preocupados por el financiamiento de los “ofertones”. A esta lista habría que agregar a los ”Cándidos” que le creen a El Mercurio y a La Tercera – como el personaje de Voltaire, sostendrían que “Chile es el mejor de los países posible”.
Las elecciones “no son problema del pueblo, sino de la oligarquía plutocrática”: cabría preguntarse cuántas personas conocen al gran Presidente de Uruguay, don Pepe Mujica, un hombre auténtica, desprendido, solidario, generoso y que sabe conectar las palabras con los hechos. Su apoyo a Alejandro Guillier es un valioso aporte a este candidato – hace todo lo posible para regalarle la elección a Sebastián Piñera.
En el mismo día de cierre de la campaña en Valparaíso, Guillier recibió un regalo de alta calidad e importancia para muchas de las personas que sufragan: el apoyo de los líderes del Frente Amplio, Gabriel Boric, Giorgio Jackson, Alberto Mayol, y del Partido Autonomista.
Sebastián Piñera, el demagogo por excelencia, a sabiendas de la existencia de muchos abstencionistas, ha incluido en su campaña al “chupete de fierro”, Marcelo Ríos”, A Zalo Reyes, a Erika Olivera – maratonista en decir estupideces – que podría aportar algunos votos de analfabetos políticos-.
Hay que ser muy tonto para creer que Piñera volverá a repetir un sexto gobierno de la Concertación, cuando está rodeado de fascistas – los militares que apoyan a José Antonio Kast -.
Como los “adivinos y tarotistas al pedo” suelen equivocarse, y los arcanos mayores son muy engañosos, es muy posible que este balotaje no sea estrecho – como el de la primera vuelta de 1999 – y uno de los dos candidatos gane por considerable diferencia. Si votan muy pocos ciudadanos, por ejemplo, 50 mil votos menos que en la primera vuelta del 19 de noviembre, habría más posibilidades de que gane Piñera, pues le aventaja en un millón 400 mil votos a Guillier, en esta primera vuelta. En el caso de que voten más electores en la segunda vuelta, las posibilidades de triunfo están dadas a Alejandro Guillier, pues está más capacitado para captar el electorado joven que, generalmente, se abstiene en las elecciones.
Tanto Alejandro Guillier, como Sebastián Piñera, son muy malos candidatos y cometen tantos “errores no forzados” que han hecho hasta lo imposible para que la gente se hastíe con la política y no vote. (No sé por qué Guillier no logra entender que los votos a conquistar están en la izquierda y en el chileno molesto con la corrupción y las mentiras, y sólo quiere políticos auténticos, transparentes y emotividad y sentimientos – el tipo de Beatriz Sánchez, por ejemplo – y la mayoría no analiza si un programa está financiado o no, pero lo que sí golpea, en el caso concreto, los problemas en las listas de espera, develados en los últimos días.
Los regalos de Navidad que está recibiendo Guillier, si son bien aprovechados podrían conducirlo al triunfo en las elecciones definitivas del próximo domingo.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
14/12/2017