Lo que está sucediendo en Latinoamérica en estos momentos, debería ser de vital importancia para las generaciones de la desmemoria. Todo aquel que tenga de 40 años para abajo, considérese parte de la generación de la desmemoria.
Todo aquel que nació en época de las dictaduras o post dictaduras ha sido inyectado con el gen de la ignorancia y la desmemoria colectiva. Pertenecemos a la generación de la negación. Somos producto de un plan cimentado con esa finalidad: crear generaciones vencidas, chambonas, ineptas, ególatras, consumistas e insensibles. Unos peleles en toda la extensión de la palabra.
Nos distraen con lo burdo, porque somos incapaces de pensar, de preguntarnos, de dudar, de desmenuzar conceptos o definiciones que nos fueron impuestos sistemáticamente. Incapaces de formular nuestro propio criterio y peor aún, incompetentes para debatir y totalmente apáticos como para tomar acción. Somos las generaciones perfectas para un sistema mutilador, patriarcal, misógino y capitalista. Que nos aplasta todos los días porque somos incapaces de levantar la cabeza, nacimos viendo hacia abajo y no nos atrevemos a preguntar qué pasaría si levantamos la vista, enderezamos la espalda y caminamos de frente. Si levantamos la voz y despertamos de la modorra para convertirnos en entes de cambio.
Generaciones que niegan su raíz, su origen, que se atreven a apuñalar por la espalda, que sueñan con ser de otro lugar, que sueñan con lo que el capitalismo les dijo que es la vida: llenarse de cosas materiales, aunque las deban, vivir de apariencias, aplastar a quien sea con tal de escalar y ser reconocido (por otro igual o peor) porque lo importante es el escaparate y no la esencia, no lo humano, no la solidaridad. Porque lo importante es todo aquello que se pueda obtener con dinero, con traiciones y poder.
¿Son rescatables estas generaciones vencidas? Sí. Contra todo pronóstico, sí lo son. El ser humano tiene la capacidad de reivindicarse, de cambiar el camino las veces que desee, de volver a iniciar las veces que sean necesarias.
Para que estas generaciones encuentren el camino es necesario que los mayores sean candil, que sean quienes enciendan la mecha, los que bombardeen con preguntas al aire, los que reten, sean los que impulsen, los que les hablen de la otra verdad, de la verdad que oculta el sistema, de la verdad que oculta la impunidad, de la verdad que fue inventada para mantener sedadas e ignorantes a las generaciones de la desmemoria. Con esto ellas solas encontrarán su propio camino, pero necesitan quién las provoque.
Quién les diga en dónde están paradas y por qué, sabiéndolo ellas solas buscarán su lugar en la historia. Estas generaciones necesitan saber que están vendadas, que la verdad les ha sido vedada, que son el resultado de un producto estructural que corresponde a intereses de las oligarquías y los injerencistas es decir; intereses del imperialismo contra una Latinoamérica que no se da por vencida.
Es obligación de las generaciones de la desmemoria, tener sed, alimentarse de preguntas, de dudas, de análisis propios y en colectivo. Es su obligación, buscar información por sí mismas, seguir a pesar del cansancio, no darse por vencidas: insistir, insistir, insistir, hasta que reviente la estructura patriarcal, clasista, racista, misógina, homofóbica y colonial que nos han impuesto. Hasta que despierte la sensibilidad y tengamos la capacidad de observar y percibir con nuestros cinco sentidos la injusticia de un sistema que nos oprime, ¡y hacer algo para erradicarlo!
Porque de nada sirve saber si no se hace nada por cambiar lo que nos ha vuelto objetos de consumo. Y lo que nos hace odiarnos unos con otros, y sentir vergüenza de nuestros orígenes. Y negar nuestra herencia ancestral soñando con ser de otro lugar y solapando a quien nos irrespeta, nos golpea, nos tortura, nos asesina y nos desaparece.
Las generaciones de la desmemoria son rescatables y si saben que están vedadas, si hay un catalizador que las impulse, sabrán encontrar el camino hacia la libertad de los pueblos.
Ahora las preguntas son: ¿quién quiere ser catalizador aunque esté cansado de luchar y esté desmoralizado y lo haya dado todo? ¿Quién quiere buscar el camino a la libertad, con la humildad de quien desconoce y quiere aprender, para pasar de la pasividad a la acción sabiendo lo que pondrá en riesgo?
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