Noviembre 16, 2024

Elecciones: no mucho más de lo que había

Costará un tiempo, no mucho, hacerse una idea cabal de los alcances de los resultados de la elección en que nuevamente gana la abstención, la derecha se confirma como la primera fuerza electoral, y aumenta la declinación de la Nueva Mayoría como sostén del modelo.

 

 

Su abanderado pudo haber sido superado por Beatriz Sánchez de habérselo propuesto el Frente Amplio, pero el negocio llegaba a tener un buen porcentaje y en eso acertaron con una precisión digna de los drones del Pentágono.

 

También resultó a la perfección la operación digitada por las oficinas secretas de dinamitar desde adentro a la DC para alejar a sus astillas de lo que se entiende como la Centro Izquierda, y alojarla en la derecha que es donde los partidos hermanos DC y el mundo, se alojan. La decisión es simple y brutal: o la DC se alinea en la derecha o desaparece.

 

Es posible ver como la democracia cristiana más momia y digitada por la CIA, pronto emigrará y quizás salgan con su nuevo partido.

 

Y se confirma también que el sistema político puede respirar tranquilo porque una vez más ha sido capaz de asimilar las tensiones que lo amenazan, trasformando esa energía peligrosa en un nuevo combustible que permite su permanencia por un largo tiempo.

 

Porque, digámoslo, amenaza al sistema estos resultados no son ni por pienso.

 

El sistema ha ofrecido un acomodo de tal envergadura, que ha institucionalizado en la medida justa, tan justa que no implica riesgo, a los nuevos retoños rebeldes que vinieron a reemplazar a los que ya antes habían sido cooptados e institucionalizados y que se ven cada día más debilitados. 

 

Una de las cosas que hay que agradecer a esta elección, para ser justos, es que se haya defenestrado a un listado importante de sujetos enemigos jurados de todo lo que huela a pueblo, indio, homosexual y extranjero pobre.

 

Es cierto que este acomodo sistémico ha debido cobrar importante factura al duopolio, pero ellos mismos más que nadie, no impunemente son los creadores del sistema, saben que así debe ser de vez en cuando ante la necesidad de flexibilizar las cosas antes que emerjan fuerzas realmente imparables.

 

Lo que para algunos es la posibilidad de remover los cimientos de una cultura fuertemente anclada en nuestra sociedad, en esas versión el neoliberalismo estaría en franco peligro, la verdad es que lo sucedido no es sino un recurso de esta misma cultura que permite un despiche que quita la presión y así gana tiempo.

 

La clave está en ganar tiempo.

 

Otros hablan de un nuevo ciclo político como si la nueva configuración del congreso fuera ahora de verdad democrática. O como si se fuera a modificar lo esencial del modelo. O que al enclave madre, la Constitución de Pinochet, se le fuera a mover una coma en lo esencial.

 

No hay nuevo ciclo político. A lo sumo, en una mirada pesimista, lo que hay es un costo necesario que el sistema debe pagar para sostener lo trascendente.

 

Pero los ganadores indiscutidos fueron los muchachos del Frente Amplio. Vieron  coronados su éxito aún cuando no hubo momento desde su creación en que no hubiera conflicto internos de gran calado, errores políticos y variadas indefiniciones respecto del perfil de izquierda que asumían uno y no otros en el conglomerado.

 

En rigor, el Frente Amplio no puso en el centro la disputa del poder, sino la muy compresible y humana estrategia de sacar muchos diputados.

 

Desde el punto de vista de los apetitos inmediatos y personales, los resultados desbordan.

 

Pero desde un punto de vista de izquierda, es decir, de la necesidad de un proceso que se proponga reformas de tal envergadura que en largo plazo signifique la superación de la cultura neoliberal; que asuma la tarea de involucrar a millones en ese camino adquiriendo la fuerza de las movilizaciones en función de esa estrategia, y que entienda que  la lucha electoral es una más de las expresiones de la lucha política, y que por sobre todo, acepte que esos procesos no son obra ni trabajo solo de un grupo por más buenas intenciones que tengan, no ha pasado nada.

 

Los ganadores al interior de esta coalición fue Revolución Democrática con nueve diputados. La paradoja es esta: la victoriosa RD, padres de la actual reforma educacional, es posible que haya sido votada por quienes están precisamente en contra de esta reforma.

 

¿Qué explica esa contradicción? La expectativa, la esperanza que tiene la gente que en este caso se vio engrupida por un discurso que parecía pero no era.

 

El Frente Amplio no es expresión de la izquierda a pesar de que mucha gente genuinamente de izquierda lo componga y que muchos los hayan votado en el convencimiento de que ahora sí.

 

Pero ahora nada. O, a lo menos, ahora poco.

 

 

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