Octubre 18, 2024

A un día de las elecciones

En la época republicana,  los actos de fin de campaña eran masivos; al  comienzo, en la Plaza Bulnes y, posterior mente, con la “marcha de la patria joven”, en el Parque O´Higgins.

 

Entre estas celebraciones de término de campaña hubo una que cambió, en cierta medida, el curso de la historia: la de Carlos Ibáñez del Campo, en 1938, que animó al partido “nazi” chileno a realizar un golpe de Estado para derrocar a Arturo Alessandri, hecho que llevó la Matanza del Seguro Obrero. Los sendos fines de las campañas de Eduardo Frei Montalva y de Salvador Allende,  en 1964, y la de Radomiro Tomic, en 1970, fueron actos apoteósicos.

 

 

Durante el período parlamentario se cerraban las campañas las campañas presidenciales con un gran cóctel y con mucha champaña – Chile era el principal exportador de este licor francés – y los caballeros iban vestidos de frac y las señoras de vestían de traje largo y lucían  variadas joyas en su cuello, brazos y dedos.

En la Transición (transacción) a la democracia hubo una nutrida manifestación por parte de la oposición a Pinochet, días  antes de plebiscito de 1988; salvo en el Estadio Nacional, que recibió entre vítores al Presidente electo, don Patricio Aylwin y, posteriormente, la proclamación de las candidaturas de Lagos Escobar y Lavín Infante, alcanzaron una manifestación de fervor popular, este recinto nunca más, hasta ahora, ha sido centro de campañas políticas.

Antiguamente, los Partidos  chicos – el caso de la Falange Nacional – apenas llenaban el Teatro Baquedano: Posteriormente,  estos actos se desarrollaban en el Teatro Caupolicán, que tenía capacidad, en esa época, para nueve mil personas; más tarde, en otras oportunidades, había que llenar la Plaza Bulnes a fin de impresionar a los electores; más tarde se convoca a los ciudadanos al antiguo Parque Cousiño.

En el día del cierre de la presente campaña presidencial, 16 de noviembre, los actos fueron prácticamente familiares y sólo concitaron la presencia de fanáticos y amigos. ¿Qué lectura podemos hacer de la situación electoral actual?

En primer lugar, el principal actor de es el abstencionismo. Las clases medias emergentes, cuyas “catedrales” son los malls – especialmente Costanera Center, como bien lo retrata el rector Carlos peña – y el lucir una billetera con cincuenta tarjetas de crédito para encalillarse hasta los calzoncillos, pues en Chile ya no hay ciudadanos, sino consumidores – sería mejor suspender las elecciones y cambiarlas por un sorteo, como lo hacían los griegos -.

Antiguamente había una conexión estrecha entre partidos políticos y elecciones ciudadanos; hoy, estos partidos están agónicos y los ciudadanos votan por el candidato que les ofrece más “tarjetas de crédito”, o bien, les promete el  oro y el moro; antes se compraban los electores con empanada, hoy, las empresas negocian con los políticos y, así, pueden ahorrarse  la empanada pues, los votantes acudirán en masa, al día siguiente, en Jumbo, Falabella y Paris.

Decir que en Chile no existe democracia, ya no es ninguna novedad, pues la representación carece de todo sentido. ¿Qué legitimidad puede tener un Presidente elegido con el 20 % de los votos, y un diputado con 11.000 votos, o el 3% en su respectivo distrito? Por esta razón siempre hay que ponerle apellido: bancaria, clientelista, corrupta y personalista.

Es una falacia decir que el voto del poblador de Puente Alto vale igual que el de Las Condes, Lo Barnechea o Vitacura: por ejemplo, la mayoría de las personas que concurren a las urnas pertenecen a las capitales de regiones y a las comunas más ricas de Santiago, y no sólo hay discriminación de clase, sino también etaria – votan muy pocos jóvenes y sí muchos viejos -.

El resultado de las elecciones presidenciales del día 19 de noviembre  próximo depende del número de chilenos que concurren a las urnas: si son 5.500.000 electores, podría darse el milagro de que Piñera pueda ganar en primera  vuelta; si son 6.000.000, la distancia entre Piñera y el segundo con mayor votación podría ser de más del 15%, asegurando, así, el triunfo de Piñera en la segunda vuelta; si se da entre 6. 800.000 y 7.000.000 de electores, la segunda vuelta podría ser estrecha y, posiblemente, podría darse entre Piñera contra Guillier, Sánchez o Enríquez

Las últimas encuestas de opinión nuevamente podrían fallar, como un arpa vieja, es decir, podría presentarse un escenario inesperado con la derrota de Sebastián Piñera, que hoy está ensayando sus pasos como Dios – no como Jesucristo, pues lo podrían crucificar y, como sabemos, no le gustaría que le dieran a beber vinagre-.

Los periodistas, en la necesidad de introducir suspensos en una elección que, al parecer es aburrida, como la presente, se entretienen en vaticinar el resultado del cuarto lugar que, a los mejor, podría ser por el segundo, tercero o cuarto.

Veamos los protagonistas de esta disputa: a mi modo de ver, el que tiene más posibilidad de llegar entre los primeros es Marco Enríquez: en la campaña de 2009, a Enríquez le  faltó tiempo para llegar segundo y, a lo mejor, haber sido Presidente de la República;  en la presente votación perdió mucho tiempo antes de que comenzaran la franja electoral y los foros, pues cometió la tontería de quedarse callado y aguantar que lo denigraran.

La estrategia diseñada por Enríquez en foros y en las demás actividades fue muy afortunada y tiene que darle rédito. El presentarse como defensor del legado de Bachelet sólo puede darle votos, si se considera que la Presidenta va a terminar con un porcentaje de apoyo de más del 30%, y atacar a Piñera (le da el voto de los ciudadanos que rechazan al millonario), y a  Guillier (le puede atraer algunos votantes independientes que simpatizan con la Nueva Mayoría).

Carolina Goic está infravalorada en las encuestas, pues la apoya un Partido grande, con representación en todo el país; es cierto que la DC está en decadencia, casi agónica, sin embargo, aún no muere  y cuando los militantes no sean numerosos tiene algunos simpatizantes a lo largo del país, está claro que la Democracia Cristiana podría obtener cerca del 10%; si alcanza un 6% o 5%, sería un fracaso total y, en consecuencia, el Partido volvería a dividirse.

José Antonio Kast lo contrario de Goic: está supervalorado por la Prensa y las encuestas, y se cree que podría una sorpresa si lograra más de un 5% de los votos. Hay que considerar que en este país hay mucho imbécil pinochetista, sumado a los “canutos” fanáticos, que creen que la  riqueza es signo de salvación y que, además creen que Sodoma y Gomorra son libros de historia,  y los gay, transexuales y lesbianas de seguro, son aliados del demonio a quienes hay que condenar al fuego eterno.

Las elecciones a realizarse el próximo domingo pueden ser más aburridas que bailar con la hermana o, por el contrario, muy entretenidas y con resultados muy inciertos, tanto en la presidencial, como en la de diputados y senadores. De todas maneras iniciamos un nuevo ciclo en política y, no sería raro encontrar uno o dos cadáveres de partidos en el closet electoral.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

17/11/2017              

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