Sociedades de doble moral, sociedades incoherentes y chambonas que forman vergeles de tierra fértil para la impunidad de los oportunistas. Sociedades racistas, misóginas, clasistas donde proliferan los peleles. Los cómodos y los insensibles: peor aún, los solapadores. Guatemala es una sociedad de esas.
En Guatemala los absurdos en materia de Derechos Humanos se cuentan hasta el infinito, uno tras otro, ya es costumbre que poblaciones enteras de indígenas sean despojadas de sus tierras, les quemen sus casas y asesinen desde el brazo armado de las clicas criminales que pupulan en el gobierno y que defienden intereses oligárquicos.
Es común y normalizado el nivel de violencia hacia la mujer que alcanza niveles de feminicidios y embarazos en niñas y adolescentes a causa de violaciones sexuales, muchos realizados desde el mismo gobierno: ahí están las niñas que fueron abusadas sexualmente y posteriormente quemadas vivas por orden del Estado. Un crimen atroz que no hizo despertar en cólera y dignidad a la sociedad y exigir la renuncia inmediata del presidente y el encarcelamiento de los culpables. Guatemala es un eterno absurdo. Una tierra fértil para los abusadores, oportunistas y descarados.
Si la violación sexual de niñas que estaban a cargo de un refugio del Gobierno y su posterior feminicidio al quemarlas vivas, no hace reaccionar a una sociedad, esa sociedad merece el sistema impune que la gobierna, porque ese gobierno es solamente un reflejo del andamiaje que la conforma.
Se permite que a los indígenas se les insulte, explote, torture, desaparezca y asesine solo por existir sobre su propia tierra, que no es de nadie más que de ellos, milenariamente.
No es posible que en Guatemala además de seguir negando el genocidio, el gobierno envíe turbas de policías a quemar casas y cultivos para sacar a comunidades indígenas de sus hogares, y que la sociedad no se indigne y por el contrario voltee para otro lugar.
No es posible que siga siendo presidente un hombre deshonesto que aceptó sobornos por trabajar para las clicas criminales que crean leyes a su conveniencia y hacen de la impunidad la simplicidad del día a día. ¡No es posible!
En Guatemala la justicia es un otrora de algún sueño que se tuvo cuando pintaba para una revolución que como timón llevara la Reforma Agraria. ¡Pero, ay, malaya! No nos queda ni la Memoria Histórica de la Revolución de Octubre, mucho menos damos para aceptar que en Guatemala sí hubo genocidio, con esto dándole cabida a propuestas de ley que amenazan con dar una amnistía a los militares culpables de crímenes de lesa humanidad. ¿Qué podemos esperar de una sociedad canalla?
En Guatemala el tema de la corrupción en el gobierno ha encendido chispas de vez en cuando y han ido a manifestar a las plazas, más para la foto que como denuncia. Fotos que circulan en las redes sociales, mundo paralelo donde abundan los revolucionarios de poses y “posteos” pero en acción reculan. Digo el tema de la corrupción, porque jamás por el genocidio, jamás por los feminicidios y jamás por el despojo de tierras a los Pueblos Originarios, es un ejemplo de lo que es prioridad para algunos en el país.
Y tampoco lo harán por los niños que son forzados a trabajar, ni por las familias que viven en los basureros y mucho menos por los niños que viven en la calle. En Guatemala la prioridad es el oportunismo de la fotografía para aparentar una dignidad que no existe.
Es pues, un osasis de la incoherencia y el oportunismo.
¡Sigamos así, que chulos nos miramos!