A veces es necesario esforzarnos para tratar de abrir nuestra mente en búsqueda de posibles salidas a situaciones o conflictos que parecen muy difíciles de resolver. El conflicto entre árabes e israelíes es un caso de esos. Para buscar una salida es necesario tratar de incluir a las partes del conflicto, abandonar las posturas mentales rígidas y predeterminadas que hemos asumido al respecto y que no deseamos cambiar. Dejar de lado los “ideologismos dogmáticos”, reconocer la raíz del problema a través de un diagnóstico renovado y recién allí imaginar una solución al tema. Es lo que trataré de hacer en este análisis.
Aparentemente existe un motivo fundamental por el cual los dirigentes palestinos han preferido de acuerdo a los simples hechos históricos, mantener con Israel un “estado de guerra con cese al fuego”, (en lugar de un tratado de paz), desde que este nació como país independiente, atacándolo de manera reiterada y asociándose con diversos países árabes según la ocasión. Ese motivo pareciera ser, en el caso de la “Autoridad Nacional Palestina” (ANP) instalada en la zona de Cisjordania, el alto grado de corrupción de sus dirigentes que prefieren mantenerse en condición de “víctimas” del conflicto a fin de recibir grandes caudales de dinero desde el exterior. En el caso del grupo político-religioso denominado Hamas, que tiene gobierno en Gaza, la situación en cuanto a corrupción es bastante similar al de la ANP, con el agravante de que se trata de una organización clasificada de terrorista y cuyo estatuto señala que uno de sus principales objetivos es borrar del mapa a Israel (ver Estatutos del Movimiento de Resistencia Islámica “Hamas” en Internet).
Para mantener el “statu quo” ambas dirigencias árabes palestinas han utilizado dos “herramientas” fundamentales: La primera de ellas: mantener una cultura del odio hacia Israel, inculcándolo a sus niños y a su juventud a través de los textos escolares, los discursos políticos e incentivando a sus ciudadanos en general, a atacar a Israel, a su población civil e incluso a realizar actos de terror en su interior. Para que sea posible la paz alguna vez, es necesario priorizar la paz por sobre otras consideraciones, educando para la paz y el entendimiento con los vecinos. Eso está lejísimos de ocurrir y no hay esperanzas que ocurra con las actuales dirigencias palestinas. No basta con un “reconocimiento” de la boca hacia afuera de que Israel como país existe para que esos dirigentes tengan credibilidad: hay que modificar la cultura de odio al vecino.
La segunda de las “herramientas” de los dirigentes árabes palestinos es el no dejar e impedir, que al interior de los árabes palestinos surja un movimiento que aspire al bienestar del pueblo palestino, a priorizar la paz y a generar líderes con carisma para optar por la convivencia y cambiar de “swich” respecto a lo que ha sostenido la dirigencia palestina durante casi 70 años en la relación con Israel. Es por ello que podemos afirmar que la dirigencia palestina, tanto la ANP como la organización Hamas, tienen de hecho secuestrado al pueblo palestino.
Los norteamericanos y los europeos continúan pensando en la necesidad de resucitar el paralizado proceso de paz en este conflicto, pero siguen ignorando que mientras existan estos corruptos dirigentes árabes palestinos que se interesan en mantener el actual statu quo a fin de parecer “víctimas” del conflicto, mientras mantengan la fuerza de las armas para seguir aplicando ambas “herramientas” de coacción que impide cualquier cambio, ninguna negociación será posible.
Los ONU y sus organismos, tal como lo he explicado en otros artículos, adoptan el lenguaje de las actuales dirigencias palestinas, aceptan su papel de “víctimas” del conflicto y terminan atizando los odios, alejando de este modo las esperanzas de paz y entendimiento. Niegan los simples hechos de este conflicto, transformando en “victima” a los agresores (países árabes con la complicidad de los árabes palestinos) y en victimarios a Israel que en los hechos han sido los agredidos. El “pecado” de Israel es no haber perdido ninguna de las “grandes guerras” de este conflicto, dado que de haber sido así ya habría desaparecido, todo ese contexto ignorado por la ONU.
La única alternativa para salir de este conflicto, es que Organismos Internacionales renovados, neutrales en el conflicto, junto a países civilizados, generen una presión directa para que los actuales dirigentes palestinos den un paso al costado, contactando con personalidades árabes palestinas que anhelan el bienestar del pueblo palestino, pongan un “gobierno provisional para la paz” con un período de preparación de su pueblo para el compromiso, la democracia y la tolerancia. Que ese nuevo gobierno genere un período de información al más amplio nivel para que en una fecha determinada generar elecciones y al mismo tiempo un pronunciamiento libre e informado a través de un plebiscito para conocer la opción que realmente anhela el pueblo palestino: 1) un país autónomo, pero viable en lo político, económico y social, 2) formar parte de Israel con la única restricción de que en lugar de hacer el servicio militar tendrían que hacer un servicio comunitario, asegurando así la misión (amparo al pueblo judío) y la seguridad interna del país o bien 3) formar parte de otro país árabe de la zona al cual se anexarían.
Los países que participarían activamente en ese proceso y algún Organismo Internacional renovado y neutral serían garantes, junto a Israel de que el pueblo palestino y el israelí puedan convivir en paz y armonía.
—————————–
*Ingeniero comercial chileno. En los últimos 12 años se ha especializado por cuenta propia en análisis internacional, especialmente en temas de Medio Oriente. Colaborador de Wall Street International