Partido General.
El partido general responde al propósito de recuperar el espacio, conforme a la disposición con la cual se utilizó como centro de detención y tortura. Para alcanzar este objetivo, nos hemos apoyado en el testimonio presentado por varios presos políticos, víctimas de crueles tormentos en la casa de Avenida Colón.
Dado que permanecieron con sus ojos vendados, tanto durante el trayecto como durante su permanencia en la casa, los datos que pudieron retener son muy particulares.
Todos coinciden en que fueron transportados al lugar en vehículos que ingresaron hasta el patio trasero de la casa. Esta es una primera referencia importante para nuestro guión museográfico.
Desde allí los presos políticos fueron empujados individualmente o en grupo mediante la modalidad del trencito ([1]), bajando por unas primeras gradas de escalera con una altura desigual, dado lo cual era inevitable tropezar en medio de la mofa y los golpes asestados por sus captores. Estas gradas son otro dato relevante en nuestra propuesta.
El ingreso a la casa era directamente hacia el nivel del piso sótano, donde algunos comenzaban a sufrir de inmediato diversas formas de tortura, siendo la más común la parrilla, consistente en la aplicación de golpes de corriente eléctrica en diferentes lugares del cuerpo desnudo de la víctima, que permanecía atado de pies y manos a un catre metálico.
También se practicó el submarino, es decir la introducción de la cabeza de la víctima en un tarro parafinero lleno de líquidos nauseabundos, o el colgamiento del cuerpo desde argollas afianzadas a los cielos y el telefonazo, es decir fuertes golpes aplicados en ambos oídos, prácticas que se acompañaban con insultos, imprecaciones y puñetazos asestados en todo el cuerpo.
En consecuencia, el sótano es un referente fundamental en la concepción de nuestro guión museográfico.
Otro elemento común en la memoria de los detenidos, es la escalera que llaman de caracol, comunicando el sótano con el primer piso. Las víctimas eran conminadas a subirla, con los inevitables tropezones originados por su estrechez y acusada pendiente. El acceso a esta escalera está hoy cubierto en el primer piso, pero nuestro proyecto plantea su recuperación, no con la finalidad de transitar por ella, sino como un elemento que se preserva tal cual, dado lo recurrente en la memoria de quienes fueron forzados a subir o bajar por ella en circunstancias tan dramáticas.
La tortura se practicó también en dependencias ubicadas en los pisos superiores, a menudo efectuada simultáneamente con varios detenidos, que recuerdan los gritos emitidos por otros compañeros sometidos a un tratamiento análogo en el mismo recinto.
Es increíble consignar que todo esto ocurría mientras se efectuaban labores rutinarias de oficina en el mismo lugar, por lo cual se escuchaban voces de personal femenino en tareas de secretaría, o el inconfundible teclado de las máquinas de escribir.
Zonificación.
Pasaje de la Historia
Teniendo presente los conceptos ya señalados, proponemos ingresar a la casa no por la puerta que da directamente a Avenida Colón, sino que por el pasaje lateral, hasta acceder directamente al patio interior, siguiendo la misma ruta practicada por todas las víctimas que fueron conducidas hasta ese lugar.
Tras un alto portal adyacente a la fachada del inmueble, se ingresa a un Zaguán cubierto, desde el cual se inicia de inmediato la visita al Museo. Todo el pasaje está consagrado a presentar una línea del tiempo destinada a ilustrar los tres principales episodios de violación a los DDHH ocurridos en la región. Es el que llamamos Pasaje de la Historia, subdividido en 3 etapas:
a) el exterminio de las etnias originales, selknam, kaweskar y yaganes, con
motivo de la colonización de la Tierra del Fuego desde fines del Siglo
XIX,
b) Las represiones a las primeras organizaciones obreras a comienzos del Siglo XX.
c) Un resumen con las principales violaciones a los DDHH ocurridas
durante la dictadura cívico militar a partir dew 1973.
Desde columnas de hormigón unidas al muro de deslinde poniente, cuelgan vitrinas. con textos, serigrafías o fotografías que ilustran estos dramáticos episodios de nuestra historia. El recorrido se complementa con audios activados por los visitantes a medida que avanzan.
Proponemos que en el pavimento de este pasaje, conformado con baldosas Granalla del tipo Budnik, se incorporen algunos pastelones de hormigón diseñados por las mismas víctimas de la represión o por sus familiares, empleando las piedras de color negro recogidas a orillas del Estrecho de Magallanes. La idea es construir estos pastelones en un Taller especial dirigido por artistas de la región, a realizarse durante el período de restauración del inmueble, a fin de tenerlos instalados en la inauguración del Museo. El pavimento del Pasaje de la Historia, avanza hasta cubrir en su totalidad la superficie del patio interior..
Plaza de la Dignidad
El pasaje lateral concluye al ingresar al patio trasero, convertido ahora en un espacio público que llamamos Plaza de la Dignidad. De esta manera, convertimos, en un espacio de reencuentro con la vida, el lugar donde comenzaba el itinerario del terror.
Un muro de hormigón levantado en el extremo oriente de la plaza, marca el sitio donde existió el pequeño cuerpo de un piso hoy desmantelado. Es el Muro de las Ofrendas, en cuyo borde superior, proponemos grabar el verso de uno de los poemas escritos por Aristóteles España durante su permanencia en la Isla Dawson. Así la Plaza de la Dignidad rendirá un legítimo homenaje a las víctimas de la dictadura militar.
Una placa metálica extendida a lo largo del deslinde Norte, contiene todos los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada en 1948 por la Organización de las Naciones Unidas. Es un texto fundamental que debe ser conocido y respetado por las nuevas generaciones.
En el extremo sur oriente de la Plaza, adjunta al inmueble, se encuentran las gradas de la escalera exterior donde se iniciaba el calvario de los presos políticos. Nuestra propuesta conserva estas gradas dentro del guión museográfico, creando el llamado foso de los peldaños, protegido por un cristal que evita el paso de los visitantes. Junto a las gradas se origina un pequeño lugar de reflexión, al cual se accede prolongando el acceso principal del Museo. Es un espacio de triple altura, donde nuestro proyecto sugiere colgar una escultura en metal, concebida por Talo Mancilla, preso político que descubrió su talento artístico mientras permaneció recluido en Isla Dawson.
Abrigamos la convicción de que la Plaza de la Dignidad se ganará el aprecio de los magallánicos. Es un hermoso espacio público que se entrega a la ciudad. Nos imaginamos en el futuro la presencia de conjuntos musicales congregados en improvisados conciertos dominicales, también eventos diversos marcando fechas relevantes en la preservación de los derechos humanos, o el flujo constante de familiares y visitantes del Museo, portando una ofrenda floral para ser depositada al pie del Muro de de las Ofrendas. Esta Plaza, integrada al Museo, es otro elemento fundamental de nuestro proyecto. museográfico.
El piso Zócalo
Desde la Plaza de la Dignidad, baja una rampa hasta acceder al ingreso principal, situado en el nivel del piso zócalo. Aquí comienza la visita al Museo, replicando la ruta experimentada por las víctimas torturadas en dicho lugar. Se entra primero a una sala destinada a informar sobre la represión efectuada en la Región de Magallanes: los primeros bandos emitidos por la Junta Militar; el toque de queda; los montajes de los medios de comunicación intentando legitimar el Plan Zeta; los regimientos y otros lugares convertidos en centros clandestinos de detención; la prohibición de los partidos políticos y el desmantelamiento de las organizaciones sociales y sindicales; la construcción de un auténtico campo de concentración en Isla Dawson y en particular el triste destino asignado a la casa de Avenida Colón.
Con este propósito, se exhiben recortes de prensa y fotografías de la época, resoluciones de los Consejos de Guerra, etc. Mediante diversos monitores de televisión se trasmiten imágenes alusivas, mientras otros exhiben el testimonio de ex prisioneros políticos, de representantes de la iglesia y de familiares agrupados en las organizaciones defensoras de los derechos humanos.
La visita continúa a través de otros recintos del piso zócalo, donde es posible percibir los tratamientos a que fueron sometidos los presos políticos. Es una ruta laberíntica donde no se muestran imágenes expresivas de la práctica de la tortura, sino que se evocan mediante recursos de luz y sonido.
Pisos y muros de estos recintos, se conservan desnudos con su terminación en cemento. Los cielos muestran los rústicos envigados de madera a la vista. Una luz mortecina contribuye a la atmósfera sombría, mientras se escuchan diversas grabaciones y testimonios de las víctimas..
En síntesis, el recorrido por el piso zócalo da cuenta del cruel tratamiento infligidoa tantos hombres y mujeres durante los años de la dictadura, pero también muestra la resistencia de las víctimas y su capacidad de conservar la dignidad. También aspira a incentivar la responsabilidad colectiva de velar por la vigencia de los Derechos Humanos.
Un sector anexo a la Recepción, aloja las bodegas solicitadas en el programa.
A fin de mejorar la habitabilidad del sótano, proponemos unificar el nivel del piso a la cota -2.70m, existente en su tramo norte.
Pisos superiores
Primer Piso
Desde el piso zócalo, la visita continúa a través de una escalera normal que conduce al primer piso, aprovechando la misma caja de la escalera existente. Cruzamos el puente que une el vacío entre ambas alas del inmueble y desembocamos en la sala destinada a la Isla Dawson. Aquí cambia el ambiente. Es un recinto bien iluminado, donde se da cuenta del severo régimen impuesto a quienes fueron confinados en la Isla: los trabajos forzados, un magro régimen alimenticio, la incomunicación y la precariedad del alojamiento. Pero también se expone la voluntad de los presos políticos por conservar su dignidad aún en las peores circunstancias.
Se muestran imágenes de los presos dedicados a la restauración de la capilla situada en Puerto Harris. Se exhiben los dibujos elaborados por Miguel Lawner y los grabados y retratos hechos por Héctor Avilés.
En vitrinas especiales se exhiben los emotivos intercambios de cartas entre los presos y sus esposas e hijos. También se ven las piedras negras recogidas a orillas del Estrecho de Magallanes, grabadas por los presos con destino a sus seres queridos.
Otra sala está dedicada a exhibir las acciones de resistencia contra la dictadura, llevadas a cabo en la década del 80 cuando comienzan a rearticularse las organizaciones sociales y políticas. También se exponen las actividades realizadas por las Agrupaciones de DDHH entre 2005 y 2015, cuando el inmueble pasó a ser gestionado por dichas Agrupaciones.
Finaliza la muestra, ilustrando la obra del arquitecto Antonio Beaulier Los visitantes pueden pasar a la cafetería, tienda y baños públicos situados en el cuerpo de ampliación,
En el Segundo piso se ubican las oficinas de la Secretaría y Director del Museo, además de la Sala de Lectura y el Centro de Documentación. El cuerpo de ampliación contiene la Sala de Exposiciones Temporales y los baños del personal.
El Tercer Piso se ha dispuesto, para alojar las dependencias del Centro Educativo, además de los Talleres y el Depósito de Conservación del Museo. El ala norte de este nivel, se destina para la Sala de Conferencias y las Salas de Uso Múltiple, para uso de las Organizaciones Sociales y Agrupaciones de Derechos Humanos existentes en la Región.
Ciprés de la Esperanza
Nuestro proyecto desarrolla una triple altura que separa el edificio original, de la ampliación propuesta. Es una fórmula que separa pero que también une el pasado con el presente. Un puente dispuesto en leve diagonal une ambos cuerpos en los dos niveles superiores. En el vacío que se genera, proponemos levantar un poste en Ciprés de las Guaitecas de unos 8 metros de alto. Recordemos que uno de los trabajos forzados más frecuente realizado por los presos políticos, fue plantar postes de siete metros de alto en piezas de Ciprés de las Guaitecas, cada 50 metros a orillas del estrecho, destinados a la construcción de una nueva línea de electricidad dispuesta por la Armada.
Incorporar este Ciprés a nuestro proyecto, es una forma de evocar el uso de un material tan noble y propio de la región y lo llamamos Ciprés de la Esperanza, en homenaje a las luchas libradas por los familiares de las víctimas y las Agrupaciones de Derechos Humanos. Junto a este ciprés, cuelgan múltiples reproducciones de cartas intercambiadas entre los presos políticos y sus familiares, dando cuenta del impacto humano que generó la separación forzada de las familias.
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MIGUEL LAWNER STEIMAN