Diciembre 27, 2024

¿Harakiri político o “nueva forma de gobernar?”

piera_saludo

piera_saludoCada día se enrarece más el clima de la política chilena, ante la notoria ausencia de liderazgo del gobierno, la oposición y la clase política en general, que continúan su descenso en las encuestas. La gestión de Piñera recibió apenas 26% de aprobación en el último sondeo realizado en junio y julio, y revelado este jueves al mediodía, por el Centro de Estudios Públicos (CEP).

 

 

 

 El sondeo de ese centro de estudios ligado al grupo Matte se considera “la madre de todas las encuestas”.

 

Esta es la peor evaluación del CEP a un jefe de Estado desde el regreso de la democracia en 1990. El nivel de rechazo a su gestión alcanzó a 53%, diecinueve por ciento más que el resultado de la encuesta anterior, correspondiente a noviembre-diciembre de 2010, en que obtuvo 35% de desaprobación. El respaldo más bajo a un Presidente fue detectado por CEP a fines de 1999, cuando otorgó 28% a Eduardo Frei. La caída libre de Piñera está en sintonía con los resultados difundidos el martes por la encuesta Adimark, que reportó 30% de aprobación al Presidente entre la gente consultada en julio.

La difusión de esta demoledora encuesta CEP coincidió con la prohibición de una marcha de estudiantes secundarios y profesores por la Alameda, la principal arteria de Santiago, programada para este mismo jueves. Todavía está por verse que ocurrirá con otra marcha programada para las 6 de la tarde de hoy por los estudiantes universitarios. La proscripción del derecho a manifestarse decidida por Piñera constituye otro error político garrafal de su gobierno, porque en la práctica cerró el diálogo iniciado apenas el lunes por el nuevo ministro de Educación, Felipe Bulnes, con la dirigencia de los estudiantes secundarios, universitarios y profesores de todo el país. Estaba previsto que mañana viernes estudiantes y profesores entregaran su respuesta a una propuesta de 21 puntos diseñada por el gobierno. Era previsible que no hubiera acuerdo en todos los ítems, pero por lo menos se había abierto un canal de diálogo.

La temprana ocupación de Santiago por tropas de asalto militarizadas de Carabineros diseminadas el jueves en el sector Plaza Italia enrareció más el clima político chileno, y también al medio ambiente capitalino por la abundante agua contaminada y gases lacrimógenos lanzados incluso contra transeúntes adultos ajenos a la protesta. Los manifestantes comenzaron a congregarse tan temprano como a las 6 de la mañana para una caminata programada para las 10:30 del jueves.

El férreo cerco de Carabineros en Plaza Italia no dispersó a los estudiantes, que se desplazaron en grupos a distintos sectores de la ciudad donde no había presencia policial. Al no autorizar la marcha, el gobierno se creó un “problema de orden público” de magnitud en lugares no previstos por la policía, que no tiene capacidad para copar toda la ciudad, que al mediodía del jueves estaba signada por el caos. Los estrategas del ministerio del Interior y Carabineros mostraron total ineptitud política y práctica, y más bien agudizaron el conflicto. Ahora suelen verse grandes pancartas que rezan algo así como “De la inasistencia a clases a la lucha de clases”.

La estrategia de “acabar con las marchas” fue decidida el miércoles por Piñera y su ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter. Con el pretexto de “resguardar el orden público” y “dejar vivir a la gente en paz”, fueron negados los permisos para ambas demostraciones. Al mismo tiempo, se lanzó a la sepultura el incipiente diálogo con el movimiento estudiantil y el profesorado abierto apenas el lunes por un esperanzado ministro Bulnes. Los destinatarios de la propuesta de 21 acápites pasaron toda la semana debatiéndola en sus bases, pero varias federaciones ya anunciaron que no satisface sus expectativas, mientras Bulnes confiaba en que seguiría el diálogo.

En un esfuerzo límite por encontrar una salida política negociada al conflicto de la educación, Hinzpeter llamó por teléfono el miércoles al presidente del partido Comunista, diputado Guillermo Teillier, con la esperanza de abrir un camino para desactivar las movilizaciones. La llamada al PC inaugura una estrategia simplista: El gobierno entierra la cabeza para desconocer el vigor del movimiento ciudadano por alcanzar una educación pública y gratuita garantizada por el Estado en la Constitución. En cambio, cree “que los principales dirigentes estudiantiles y del magisterio militan en el PC”, asegura hoy La Tercera on line.

Sin embargo, hay sectores parlamentarios de los dos partidos de gobierno, Renovación Nacional (RN) y Unión Demócrata Independiente (UDI), que tienen otra visión y están dispuestos a buscar acuerdos reales a nivel del Congreso. Sin embargo, un esfuerzo realizado la semana pasada para aunar criterios con la fuerza parlamentaria de la Concertación opositora terminó en fracaso.

La movilización por la educación no es la única movilización que enfrenta el gobierno. En la agenda del despertar político de la sociedad chilena existen numerosos otros temas que agitan a la ciudadanía, como la represa HidroAysén en la Patagonia, concebida para abastecer de electricidad barata a las grandes corporaciones que explotan el cobre; la explotación del mineral de carbón Isla Riesco, en la misma zona, para producir energía barata; el conflicto en curso de los trabajadores del sector privado del cobre, entre otros. Ante el escándalo del retail La Polar, el gobierno se vio obligado a estudiar un mayor control a las tarjetas de las grandes tiendas que ofrecen dinero fácil pero repactan abusivamente a su favor las deudas atrasadas.

El reloj corre contra un gobierno que acentúa su ineptitud para consolidar un liderazgo que garantice su propia gobernabilidad. El slogan del “orden público” tampoco convence porque Internet está llena de videos y fotografías de carabineros infiltrados entre los estudiantes para promover desórdenes y alterar el sentido cívico de su protesta. Incluso hay una foto de un policía con la bandera del PC. Entretanto, pareciera que el gobierno no navega, sino deriva, sin brújula política.

 

*) Ernesto Carmona, periodista y escritor chileno.

 

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