Noviembre 17, 2024

El XIX Congreso del PCCh inaugura una nueva era para China

China entra hoy en una nueva era porque, con el XIX Congreso del PCCh, cambia de carril en su modelo económico y plantea una reforma mucho más integral que aborda respuestas teóricas y políticas para encarar los principales desafíos que atenazan la estabilidad del país y traban la culminación de su proceso de modernización.

 

Así lo señaló a Xinhua el director del Observatorio español de la Política China, Xulio Ríos, quien explicó que todo esto incluye una importante revitalización ideológica y una apuesta por la “sinización” del marxismo, un importante rumbo para el pensamiento comunista en todo el mundo que reafirma un camino propio para dar respuesta a las nuevas demandas de la sociedad.

Consideró que en este XIX Congreso “se solemniza” un nuevo periodo en el que se toma nota de los cambios estructurales acaecidos desde 1979.

También subrayó que está avanzando “una mayor pormenorización de la formulación estratégica del objetivo largamente ansiado de la modernización del país, una tarea nada fácil en un país de las dimensiones de China”.

A su juicio, ha llegado la hora de que el poder económico acumulado a lo largo de las últimas décadas deje de ser asimétrico para impulsar una actualización en otros dominios, proyectándolo hacia la justicia social o el medio ambiente, el diseño de una política exterior más proactiva o el impulso de un modelo alternativo de globalización.

“Considero que China no podía seguir haciendo de la reforma y apertura un proyecto esencialmente económico, orientado a la maximización de las fuerzas productivas, y la experiencia y las capacidades acumuladas permiten transferir ese poder adquirido a otros ámbitos de interés nacional y global”, dijo Ríos.

Ese avance en todas las dimensiones, económica, social, científica o tecnológica, aportará una gran cohesión al conjunto del proyecto. Y, en esa perspectiva, la atención al medio ambiente es fundamental, subrayó.

Sobre el llamamiento a establecer, junto con todos los países del mundo, una comunidad de destino compartido para la humanidad, consideró que, aunque pasaron ya algunos años desde el fin del mundo bipolar, “seguimos inmersos en una larga transición en la que los tics de la guerra fría predominan en importantes ámbitos de la realidad internacional”.

Para el experto, se requiere un nuevo pensamiento que asuma la dimensión global e interdependiente de la especie humana y asegure un destino pacífico y compartido que tenga en cuenta no solo la preservación de la paz y la seguridad, sino también la mejora de las condiciones de vida de muchas personas que hoy sobreviven a duras penas en la periferia de la riqueza.

“Como bien sabe China por su propia experiencia, la pobreza y el subdesarrollo es fuente de conflictos e inestabilidad. Por eso, esa comunidad de destino compartido debe incorporar la plena conciencia del progreso en todos los órdenes como condición”, apuntó.

En ese sentido, el protagonismo cada vez mayor de China en el ámbito internacional, “respaldado por acciones y no solo retórica”, propiciará avances cualitativos y destacables en los próximos años. “Y el mundo sabrá apreciarlo”, afirmó.

Destacó que el último lustro ha sido determinante en el salto cualitativo experimentado por la diplomacia china en su proyección global.

“Ya hablemos de alternativas, de propuestas o de conceptos, China dio un gran impulso a ese proceso de traslación de su condición de gigante económico al ímpetu en las relaciones internacionales, acotando a veloz ritmo la asimetría que caracterizaba ambas dimensiones”.

A lo largo de estos años, las propuestas chinas, desde la Franja y la Ruta al Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras hasta el fortalecimiento de los organismos multilaterales, tales como la CICA, los BRICS o la OCS, trazan un mapa complementario de instituciones y marcos multilaterales que arbitran soluciones en un contexto de cooperación alternativo.

La gran actividad internacional de China, destacó Ríos, implica una mayor asunción de sus responsabilidades globales “en un momento en que persiste la incertidumbre derivada tanto de la persistencia de la crisis económica como del enquistamiento de graves contenciosos que amenazan la paz y la seguridad”.

Los numerosos viajes y giras de Xi y otros máximos dirigentes del país reflejan la voluntad de favorecer “una mayor presencia en todas las áreas en paralelo al desarrollo de enfoques propios. Todo ello supone un reto de gran magnitud para la diplomacia china que pone a prueba su capacidad para viabilizar otras soluciones”.

El potencial de transformación de la diplomacia china está, para Ríos, en las nuevas ideas y en los nuevos conceptos que la animan.

“En la comunidad de futuro compartido reside la clave de bóveda del nuevo tiempo diplomático que aporta los fundamentos para una prosperidad y seguridad que solo puede entenderse y gestionarse en común”, apuntó.

En el plano geográfico, dijo, China ha consolidado una relación de entendimiento privilegiado con Rusia, ha avanzado en el diálogo sostenido con la UE, ha promovido una relación cooperativa y creativa con la India y ha ensayado una nueva ola de cooperación que aun se resiste con Japón.

“La comprensión mutua con EEUU constituye un imperativo estratégico para ambos países y en ella perseveran para salvar las desconfianzas”, recalcó.

La diplomacia china, subrayó el experto, rechaza el uso de la fuerza para resolver las diferencias y apuesta por soluciones duraderas para los asuntos políticos y de seguridad que preocupan tanto a nivel regional como mundial.

Asimismo, añadió, la demanda de un orden más justo en la gobernanza mundial cuenta ahora con el impulso de China “como valor determinante” hacia un reequilibrio con mayor representación de las economías emergentes y los países en vías de desarrollo.

“El aumento paulatino de la influencia internacional y el eco de los proyectos que China promueve sustentados en macropolíticas dotadas con recursos permiten que progrese la confianza en sus alternativas”, opinó el analista.

En cuanto al medio ambiente, indicó que China ha protagonizado una peculiar “Gran Marcha” hacia la conciencia ambiental que hoy la sitúa a la vanguardia de los esfuerzos globales en esta materia.

“Es sabido que el país enfrenta daños importantes a este nivel, lo cual ocasiona innumerables perjuicios en los principales centros urbanos y bases agrícolas del país. La mutación se aceleró tras el XVIII Congreso del PCCh (2012), cuando la construcción de una ‘civilización ecológica’ fue incluida en el frontispicio de objetivos destacados del Partido en el actual periodo”, afirmó.

Sobre el combate contra la corrupción, apuntó que “China, tras cinco años de intenso combate en este ámbito, parece vivir uno de esos momentos de ilusión, con el rearme ético e ideológico de los servidores públicos y con un balance bien generoso en cifras internas y en avances en la cooperación internacional”.

Hoy, el tránsito a una nueva economía discurre en paralelo al tránsito hacia una nueva sociedad también intolerante con la corrupción. En el diseño que China ultima para dar respuesta a las exigencias de su sistema político en el siglo XXI, la intensidad y el rigor en la lucha contra la corrupción aporta una considerable dosis de credibilidad a dicho esfuerzo, resumió Ríos.

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