1. A pocos días de la elección presidencial 2017, se constata que Piñera alcanzará más votos. Los medios de derecha -prácticamente todos-han insistido en que habrá segunda vuelta. Puede ser una estrategia para no desmovilizar “el voto blando” más reaccionario y empujarlo a levantarse y sufragar en noviembre. Eso siempre la ayudará. Si su gente creyera que Piñera alcanza el 50, 1% en noviembre, podría ser remolona, ante la sensación de que gana fácil y que la suya es carrera corrida.
Pienso que no hay que descartar el posible triunfo de derecha en primera vuelta. Y que los otros deben hacer algo común en el mes que queda.
2. Los siete candidatos que no son Piñera se ven tranquilos en su derrota. No se desesperan, como si el fracaso no fuera con ellos.
Guillier parece tener como objetivo ganarle a Beatriz Sánchez, no el debilitar a Piñera. Le dispara más a los fiscales que al que va primero.
Beatriz se ve tranquila en su buen lugar secundario. El Frente Amplio parece satisfecho con competir bien, comunicando a todos -con sus pocos candidatos al Congreso- que su intención de llegar a La Moneda tiene otra fecha: 2022. Y entonces su gran elección es la elección de 2021.
3. Carolina Goic no muestra interés en pactar apoyos mutuos para una hipotética segunda vuelta. Lógico. Su candidatura tiene precisamente como objetivo principal dividir a la Nueva Mayoría, excluyendo a los comunistas de un posible nuevo pacto de “centro-izquierda”. Si pasa Guillier a segunda vuelta, la DC actual condicionará su apoyo a la exclusión del comunismo del pacto de gobierno. Si no, ¿para qué haber creado el tremendo lío de la división de quienes gobiernan con Michelle Bachelet?
4. MEO, el más claro hoy, Navarro, Artés y Kast son candidatos legales a la Presidencia pero no son candidatos políticos a la Presidencia.
MEO sabe que no saldrá y que no sacará ni el 20 ni el 10% de sus anteriores campañas. Insiste porque es porfiado, porque quiere pelear con Piñera (es el más que lo ataca y bien) y porque no quiere borrar de un manotazo el cerrito de arena que creó: el PRO.
Navarro parece hacer lo mismo pero en la Octava Región. Allí plantó su picota.
Artés trata de superar -ahora con una vocación “de masas”- su viejo vanguardismo antiallendista y pro-chino, hoy pro-norcoreano. Puede hacerlo si saca más del 4 ó 5%. Si no volverá a entender, con su cabeza, que la democracia burguesa no es para “revolucionarios”. Artés no es un nuevo Allende, ni por las tapas. Para empezar no tiene edad para ser candidato cuatro veces.
Kast es candidato de los condenados por atropellos a los derechos humanos y de los que podrían serlo, que se sienten traicionados por Piñera. Busca perjudicar al candidato de una derecha blanda y acomodada; trata de soplar en las brasas del extremismo de derecha, ese que piensa que Pinochet fue finalmente blandengue y que debió matar más gente. El que haya segunda vuelta será un éxito para dos: para el (o la) que pase junto a Piñera y para él, este Kast, que ha hecho desaparecer al Kast casado con cubana y ex alumno de la Universidad de La Habana, hoy candidato al Congreso por alguna parte.
5. ¡El Papa Francisco! El Papa Francisco, que pronto nos visitará, tiene una oportunidad para probar que su discurso tiene algo de coherente. Debe renunciar a que la Iglesia Católica (Universal) chilena se gaste 4 mil millones de pesos en recibirlo. Ahora. Si no lo hace continuará su periplo como un insigne demagogo. Uno que, desde la cabeza de la Iglesia Católica, denuncia a mafias vaticanas sin tocarlas concretamente; a dignatarios pedófilos sin castigarlos, y a socios de éstos sin marginarlos (Barros, Errázuriz). Y que ahora, desde Chile, diría al mundo que no le preocupa la suerte de los pobres más que el boato dorado de su entorno, a pesar del palabreo que le han escrito sus asesores jesuitas. Le sacará brillo a la extraña afirmación dizque de Jesucristo: “A los pobres los tendréis siempre…”