El exsubsecretario de Interior Mahmud Aleuy fue alcanzando por la ventolera que dejó el huracán que el mismo desplegó.
Un tinglado político-policial que terminó con numerosos mapuche presos, con una alharaca comunicacional muy parecida a las que la prensa hacía para encubrir los crimines de Pinochet. Y que tarde o temprano se va a caer.
A Aleuy le faltó solo la aparición de la Virgen María.
No hay día en que no quede patente la gran traición que los sucesivos gobiernos, primero de la Concertación y ahora de la Nueva Mayoría, dejaron caer sobre sus propios postulados y, a continuación, en contra de todo el sufrido pueblo de Chile.
Por eso resulta muy difícil entender que haya en un mismo gabinete sujetos como Aleuy y ministros como Marco Barraza, el que no dijo ninguna arenga revolucionaria, ni amenazó con la hoz y el martillo.
Estos ministros, ¿cuándo coinciden? ¿En qué?
Recordemos que la bandera del Partido Socialista muestra un aguerrido fondo rojo sobre el que se despliega el rebelde perfil de América Latina y en medio, amenazante y combativo, un hacha ancestral usada por los jefes guerreros mapuche.
Los mapuche son combatidos con saña por quien se ha convertido en el Fanta de esta época, como es el caso del socialista Aleuy.
Y será cosa de ver con cierta distancia histórica el viraje que asumieron los socialistas chilenos que alguna vez desfilaron con aguerridas camisas verde guerrillero y un 38 en la cintura. Socialistas que eran bien recibidos por la revolución cubana. Que no dejaban de admirar al Ché. Más aún, militantes del PS colaboraron con el salvataje de lo que quedó de su guerrilla, luego de su asesinato.
El poder es cosa seria. El poder sin contrapeso es cosa siniestra.
Aleuy, terroso y subterráneo, es a la represión lo que Lagos es a la economía: un converso que se dio cuenta que el poder es el fin.
Y que las consignas tontas de ayer no tienen cabida en un mundo que cambió, aunque no en la dirección original, pero cambió. Y sería de tontos no darse cuenta.
Habitar el mundo se paga en cuotas terrenales e inexorables. Las cosas son como son, y en esa tautología que lo explica todo, no caben propuestas maximalistas ni tonteras de otros siglos.
La libertad hoy es la libertad de elegir. La fraternidad, una cualidad de la familia. La igualdad, una sentencia que cuando cae en malas manos, se transforma en lema de terroristas.
En la ultra derecha, civil y uniformada, saben que un pelotón de tanques Leopard, apoyados por una escuadrilla de F 16 en vuelo rasante, y el despliegue de algún regimiento contrainsurgente, podría pacificar toda la región en breve.
Y lamentan la desidia de los que dan las órdenes. Saben que un huracán no es suficiente.