Se acerca el centenario de la Revolución de Octubre de 1917 (7 de noviembre de 1917, según nuestro calendario) y el aniversario, luego, del nacimiento de la URSS.
La gran revolución comunista.
En 1972 Rodrigo Ambrosio, fundador y secretario general del Mapu, realizó, fundado en sus principios internacionalistas, una gira para establecer relaciones formales con los partidos comunistas de China ( su Primer Ministro, Chou En Lai), Vietnam (en guerra), Camboya (Príncipe Sihanuk), Corea (Kim Il Sung) y Cuba (Fidel Castro). La gira debería concluir en la URSS (el PCUS lo recibiría) pero su muerte, en mayo de ese año, obligó a su sucesor en el cargo, Jaime Gazmuri Mujica, hoy embajador en Brasilia, reunirse en diciembre de ese año con Boris Ponomariov, miembro del Buró Político del PCUS, y encargado de las relaciones con los partidos amigos del PCUS.
Nueve meses antes del golpe fascista en Chile, el Mapu tenía relaciones oficiales con los más importantes partidos comunistas en el poder y, entre ellos, con el partido soviético. Las tuvo también con los más importantes partidos comunistas en Europa y América Latina.
El partido de Ambrosio no asumió, en su fundación (1969), una postura pro-china o pro-soviética, pero la postura antiallendista del gobierno chino (que terminó por alabar el golpe de Pinochet) y la solidaridad desplegada por el PCUS (la URSS cortó relaciones con Chile a raíz del golpe) hizo que las relaciones con el PCUS se hicieran para el MAPU (luego para el MAPU-OC) muy estrechas y duraran hasta la disolución de éste en 1985.
El Mapu preparó cuadros políticos y estudiantes universitarios en Moscú, como otros partidos de izquierda, y visitó la URSS cuando fue invitado.
La idea central que desarrolló Rodrigo Ambrosio y las direcciones siguientes en el plano internacional fue la de sumar un apoyo activo del “mundo socialista”, en particular de la URSS, hacia el gobierno de la Unidad Popular y lograr que la URSS se jugara por el Chile democrático y popular en la eventualidad de un levantamiento fascista.
Sabíamos que jugábamos, en esa época de la llamada Guerra Fría, en el patio trasero del imperialismo yanqui, pero una de las cartas estratégicas, que debería sumarse a otras para el triunfo, era el necesario apoyo abierto de la URSS en caso de rebelión fascista apoyada naturalmente por los EEUU.
No esperábamos, por cierto, una mini guerra mundial por el caso de Chile pero sí una intervención internacional negociadora de la URSS frente a los EEUU. Una década antes la URSS lo había hecho por Cuba, posibilitando la instalación de bases atómicas de los EEUU en Turquía.
Pero la URSS sólo protestó y condenó el golpe fascista de 1973 en Chile, como lo hizo prácticamente todo el mundo.
La URSS levantó una solidaridad muy relevante, en su lucha antifascista, con la lucha democrática chilena y los partidos de la izquierda chilena que habían establecido relaciones con el PCUS, entre ellos el Mapu-OC que siguió dirigiendo Gazmuri.
El partido estableció una especie de embajador en la URSS después del golpe pinochetista. El primero fue Enrique Correa; el último Carlos Bau, que dejó el Mapu OC e ingresó al Partido Comunista de Chile a mediados de los ochenta, la misma época en que Jaime Gazmuri lo hacía al Partido Socialista de Chile. Enrique Correa lo hizo al Mapu que dirigían Barrueto, Guillermo Del Valle y Carlos Montes.
La delegación del Mapu que en 1972 estableció en Moscú relaciones con el PCUS estuvo integrada por Jaime Gazmuri, René Rodríguez (muerto en el exilio) y el que escribe.
Fuimos recibidos con honores en Moscú, Leningrado (hoy San Petersburgo), Magnitogorsk (en los Urales) y Tashkent (capital de Usbequistán).
Fines de 1972. En un Moscú más bien frío, nos recibió Ponomariov en la oficina que ocupaba en la sede del Comité Central del PCUS, en la que estuvo 30 años. Al final de la conversación (sólo con galletas y agua mineral) y de una extensa exposición de nuestro Secretario General, el alto miembro del Buró soviético sonrió, asentó con la cabeza, se levantó caballerosamente y sacó un librito que escogió con cuidado de entre decenas de su inmensa biblioteca y se lo extendió a Gazmuri: “El ultraizquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”. Fue su último gesto.
Gazmuri era el Secretario General del partido más moderado de la Unidad Popular, tanto o más que el Partido Comunista. Un partido “reformista” al decir del izquierdismo chileno de ese tiempo.
Boris Ponomariov lanzó así una crítica al extremismo comunista en Chile y todo el mundo. ¿También una autocrítica al propio PCUS? Poco tiempo después un joven Gorbachov acompañó a Ponomariov en el Buró encabezado por Leonid Brezhnev.
A menos de un año de nuestra entrevista con Ponomariov no había ya Unidad Popular en el gobierno.
En menos de dos décadas no hubo ya Unión Soviética ni partido comunista gobernante en el Kremlin.
Boris Nikolayevich Ponomariov murió, retirado de todo, cinco años después de la muerte de la URSS, en 1995. Tenía 90 años.
El mundo, y nosotros con él, cambiamos. En mi caso, el mundo más que yo. Vivo en el de la globalización capitalista, Putin, Trump y Piñera.
Ahora vamos al Aniversario N° 100 de la gran Revolución Comunista.
Recibirá muchos olvidos, ataques y críticas, con y sin razones, o con las mismas que se lanzan contra Espartaco, Robespierre, Mao y por cierto Lenin, pero al menos habrá que reconocer los apoyos de la URSS, en especial después del golpe y con Brezhnev y Ponomariov a la cabeza.
Yo aún conservo el paraguas gigante que me donaron en un gran almacén de la Plaza Roja en frío mes de 1972. Recuerdo muy bien a René Rodríguez.
Y sigo considerando en lo más alto a los bolcheviques que asaltaron el Palacio de Invierno del Zar en 1917, hace sólo cien años, sin saber que casi no tendrían resistencia.