El grito fue rotundo y enérgico: “Votarem” (votaremos en catalán). Y en torno a esa proclama y a la idea de que a través del referendo de independencia se convertirán en un “pueblo libre” y “democrático”, decenas de miles de estudiantes salieron a las calles de las principales ciudades catalanas para demostrar la intensa y masiva movilización social en torno a la consulta de autodeterminación. En Barcelona, donde se registró una manifestación de más de 80 mil personas, según los organizadores, muchos estudiantes ya llevaban en la espalda las esterillas y la indumentaria necesaria para encerrarse en los colegios electorales para garantizar que el próximo domingo se pueda ejercer el derecho al voto.
A tres días del histórico 1 de octubre, en el que las fuerzas independentistas señalaron hace más de dos años como la fecha en la que se votaría un referendo de independencia y que, en el caso de ganar el “sí”, se proclamaría de forma inmediata la nueva república de Cataluña, los estudiantes se han convertido en la columna vertebral del movimiento secesionista. La expansión de los simpatizantes y activistas a favor de la independencia ha permitido que la de hoy se haya convertida en la manifestación más numerosa de estudiantes en la historia de la región.
Bajo el lema “Vaciemos las aulas, defendamos la república”, jóvenes estudiantes de secundaria, preparatoria y universidad -muchos de ellos todavía sin edad de votar- dejaron las escuelas vacías para acudir en masa al llamado de la agrupación Universitarios por la República y expresar en las calles su apoya cerrado al referendo y que estaban “dispuestos a llegar hasta el final para defender nuestros derechos”. En Barcelona salieron a las calles más de 80 mil personas, según la organización convocante, y alrededor de 16 mil según la policía municipal de Barcelona. También se registraron concentraciones y marchas en Girona, Lleida y Tarragona.
Los estudiantes catalanes se están organizando desde hace semanas para estos días, en los que, para ellos, se “decidirá nuestro futuro como país” y “están en juego nuestros derechos como pueblo”. Por las calles de Barcelona es habitual a ver a muchachos con la cara pintada de azul y amarillo -los colores de la bandera catalana- y con una senyera como capa. Además de la asistencia a la manifestación también se están organizando en las aulas de sus colegios, en las plazas de la Universidad de Barcelona para informar sobre el proceso de votación, pero sobre todo para encerrarse en los colegios públicos que serán utilizados como centros electorales para impedir que la policía los precinte, tal y como ordenó la Fiscalía y los tribunales españoles, y garantizar así el derecho al voto.
De hecho, muchos de ellos ya portaban en su espalda las mochilas repletas de utensilios para la “ocupación”, con sus esterillas, sus bolsas para dormir y algunos enseres personales para resistir los próximos días. Durante la manifestación se escuchaban sobre todo consignas en positivo: “Votarem”, “seremos un país libre”, “viva Cataluña” o, una de las más repetidas, “independencia”. La marcha recorrió el centro de Barcelona, pero el movimiento continuará los próximos dos días, en los que los estudiantes se están organizando en brigadas y grupos de resistencia, con el propósito de convertirse en la primera línea de resistencia a la estrategia del gobierno español, del derechista Mariano Rajoy, de impedir que se saquen las urnas a las calles y la gente pueda depositar su papeleta.
Otro colectivo que se sumó de forma espontánea a la manifestación fue un grupo de bomberos municipales, que no sólo defendieron con una inmensa pancarta la “libertad” y la “democracia”, sino que también están dispuestos, al menos algunos de ellos, a impedir que llegue la policía a los colegios electorales, incluso poniendo sus camiones enfrente de los inmuebles. Algo parecido a lo que pretenden hacer un nutrido grupo de agricultores y gente del campo de Cataluña, que se están movilizando para viajar con sus tractores hasta el centro de Barcelona para estacionarles justo a la salida de los lugares en los que se encuentran los más de diez mil policías enviados desde Madrid para impedir que puedan realizar los operativos.
“SEREMOS INDEPENDIENTES EN 48 HORAS”
Mientras las calles de Barcelona y del resto de Cataluña están en ebullición, el consejero de Asuntos Exteriores de la Generalitat de Cataluña, Raül Romeva, viajó a Bruselas para explicar en la sede de la Unión Europea los pasos a seguir de cara a la independencia. E insistió en que se votará a pesar de las prohibiciones judiciales y policiales y que si gana el “sí” se declarará la independencia en un plazo de 48 horas. “Tenemos que admitir lo que decida la gente. Si es un sí, automáticamente implicará lo que está previsto en la Ley del Referéndum, que es que, 48 horas después de la publicación de los resultados, el Parlamento hará una declaración de independencia y la Ley de Transición entrará en vigor. Todo el mundo tiene que tener el derecho a expresare y obviamente tendremos que respetar lo que piense o diga la mayoría”.
Y, por último, al interior de la “coordinación” creada para llevar a cabo el operativo policial se registraron las primeras discrepancias. Los Mossos d´Esquadra advirtieron que serán sus propias estructuras de mando las que decidirán “cómo y cuándo” actuar y que ante todo velarán por la seguridad de la ciudadanía y sin poner en riesgo a nadie.
El secretario de Estado de Seguridad español, José Antonio Nieto, reiteró al gobierno catalán que “suspenda” la consulta cuanto antes y que la policía tiene la orden de impedir que se violente la ley, pero que no impedirá que la gente salga a las calles a hacer “un picnic” o lo que quiera, pero “sin violentar la ley”. Asimismo se informó de la incautación de 100 urnas y dos millones 500 mil de papeletas en la localidad de Igualada, en Barcelona en un operativo de la Guardia Civil.