Diciembre 27, 2024

Donald Trump, un presidente sin memoria

Mientras Donald Trump bramaba a diestra y siniestra durante la Asamblea General de las Naciones Unidas en New York, en Washington se celebra la sexta reunión de la Comisión Bilateral entre Cuba y EE.UU., en la cual la parte cubana reiteraba su disposición a sostener un diálogo respetuoso para avanzar en temas afines que puedan lograr una normalización entre ambas naciones.

 

 

Después del discurso del presidente Trump en Miami el pasado 16 de junio, no se podía esperar que cambiara su lenguaje agresivo hacia Cuba, porque es parte del compromiso con la mafia terrorista de Miami.

No fue un asombro  escuchar sus falacias contra el gobierno de la isla, pero si llamó la atención la mala memoria histórica de sus asesores que le emborronaron las cuartillas que leyó.

Trump, calificó de “corrupto” y “desestabilizador” al gobierno cubano, y reiteró que no levantará el “embargo económico” hasta que se produzcan reformas fundamentales. Nada nuevo, corroboró la vieja y fracasada política sostenida por once administraciones.

Olvidó que el Proyecto Cuba, aprobado por el presidente J.F.K. en 1962, dice textualmente: “debe aplicarse una Guerra Económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país”, entiéndase del pueblo cubano.

Esos planes del gobierno yanqui afirman que el objetivo perseguido desde su primer plan de marzo de 1960, dice: provocar la sustitución del régimen de Castro por uno que sea más aceptable para Estados Unidos”.

Esas son las reformas que durante 58 años han tratado de alcanzar, y mientras no exista un gobierno lacayo no habrá mejoría en las relaciones bilaterales.

Trump calificó de “corrupto” al gobierno revolucionario, pero sin elementos probatorios. Sin embargo, él tiene a varios funcionarios acusados de corruptos como el caso del senador por New Jersey, Bob Menéndez, y sobre eso no dice una palabra.

Un aspecto del que parece no conocer su significado es el de la soberanía de las naciones, aunque desvergonzadamente dijo que “es el principal pilar del sistema mundial”.

Estados Unidos ha sido históricamente el país que no respeta la soberanía de otros estados.

Simón Bolívar, en 1829 visionariamente expresó:

Estados Unidos parece destinado por la Providencia para plagar a América de miserias, en nombre de la libertad”.

No sabrá Trump que en 1801 el presidente Thomas Jefferson expresó:

“Aunque nuestros actuales intereses nos restrinjan dentro de nuestros límites, es imposible dejar de prever lo que vendrá, cuando nuestra rápida multiplicación se extienda más allá de dichos limites, hasta cubrir por entero el Continente del Norte, si no es que también el del Sur” […]

Tampoco recordará que, en 1823 James Monroe, proclamó las ideas expansionistas de que “América es para los americanos” y que en 1827 Estados Unidos se opuso a Simón Bolívar en su afán de unir a la América, estimulando la división, al apoyar la creación de la República de Nueva Granda y Venezuela, como dos estados separados.

De cuál respeto a las soberanías nacionales habla Donald Trump, si Estados Unidos nunca lo ha tomado en cuenta.

En 1832, Andrew Jackson, como Presidente, ordenó el ingreso de personal en el territorio mexicano de Texas, para organizar a los colonos sublevados contra las autoridades mexicanas, a fin de robarles parte del país. Años más tarde harían lo mismo en California.

Panamá, Nicaragua y Cuba no escaparon de sus codicias imperiales de 1895 hasta 1898.

Su política de cañoneras se impone en el mundo actual, mediante intervenciones en todos los continentes, o es que la guerra contra Japón y el lanzamiento injustificado de dos bombas nucleares y más tarde Viet Nam, fue un respeto a la soberanía nacional de esos pueblos, o Afganistán e Iraq donde sus tropas los invadieron, mediante mentiras mal tejidas.  Libia y Siria le siguen en fecha.

El mundo no podrá olvidar los golpes de estado provocados en el siglo XX en toda Latinoamérica, como los de Brasil en 1945 y 1964, Bolivia en 1946, Ecuador en 1947, en Perú y Colombia 1948, Argentina 1966, Uruguay 1967, y el de Chile 1973, organizado por la Casa Blanca y la CIA, con una lista interminable de asesinatos, torturados y desaparecidos.

El Plan Cóndor de 1975 a 1983 impuso el terrorismo yanqui en toda Latinoamérica, fue la historia más triste del Continente salida del cuartel de la CIA.

¿No recordará el acaudalado Trump la guerra sucia contra Nicaragua en 1982, cuando fabricaron una contrarrevolución para derrotar la revolución popular? Fueron los Estados Unidos quienes no respetaron la soberanía nacional con el famoso escándalo del Irán-Contra, sustentado bajo el gobierno de Ronald Reagan.

¿Cómo calificar las invasiones a República Dominicana 1965, Granda 1983 y Panamá 1989?

Corea del Norte, Irán, Venezuela o Cuba, jamás han ejecutado tales atrocidades. Estados Unidos es realmente la dictadura más criminal de la historia mundial, ni siquiera comparada con la Alemania Nazi.

Toda nación que no se someta a los dictados de Washington, es considerada como una “amenaza” y están dispuestos a invadirla o a diseñar planes para asesinar a sus líderes, como hicieron decenas de veces durante la 2ª mitad del siglo XX, incluidos los centenares que la CIA intentó ejecutar contra Fidel Castro, algo reconocido oficialmente en el informe discutido en 1975, en el Comité Selecto del Senado de Estados Unidos, bajo la Comisión Church.

Los planes desclasificados de la CIA, muestran como crearon el terrorismo, ese que hoy se vuelve incontrolable, aunque la mayor parte de los hechos son dirigidos para sembrar el terror entre los pueblos y justificar los altísimos gastos militares que mantienen al verdadero poder, el Complejo Militar Industrial.

La mayor amenaza que sufre hoy la paz en la tierra son los Estados Unidos, con sus 587 bases militares en 42 países del mundo, poseedor de las armas nucleares y convencionales más destructivas que la humanidad haya conocido, pero de tales crímenes cometidos en nombre de una falsa democracia, la prensa oficialista yanqui no escribe ni una letra.

Por su proceder contra la libertad y la soberanía de los países del mundo, Estados Unidos no conoce de respeto ni de profesionalidad en los acuerdos y tratados internacionales, de ahí que hoy más que nunca tiene total vigencia José Martí cuando sentenció:

Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas. Es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”.

 

*Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano.

 

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