El periodista y ex director del diario Clarín de Chile, Alberto “Gato” Gamboa, obtuvo este lunes 28 de agosto el Premio Nacional de Periodismo 2017. Gamboa, de 96 años, recibió la noticia con alegría junto a su esposa en su casa de la comuna de Ñuñoa, en Santiago.
Tras el secuestro de Clarín por la dictadura, su posterior detención y paso por varios campos de concentración, Gamboa dirige durante los últimos años de la dictadura Fortín Mapocho y, posteriormente, La Cuarta, hoy del grupo Copesa. En ambos periódicos quedó inscrito el estilo Clarín, un sello mil veces copiado pero finalmente atribuido justamente a la pluma del genial periodista. El mejor estilo Clarín, el más punzante, burlón y picaresco, fue perfeccionado por el Gato Gamboa.
El estilo Clarín si bien es creación de Sainte Marie desde los inicios del diario, se consolida con el paso de los años y de la mano y pluma de sus directores, editores y periodistas. Es un proceso que ya hacia los primeros años de la década de los sesenta está bien moldeado y reconocido. Pero es sin duda bajo la dirección de Alberto Gamboa con quien el diario, como su estilo, alcanza su esplendor. Durante la década de los años sesenta del siglo XX Clarín llega a tener un tiraje históricamente alto para sí mismo como para el resto de la prensa nacional, en tanto su sello queda consolidado tanto por los contenidos, el humor, la intensidad política y un gran equipo con firmas de la talla de Hernán Millas y Eugenio Lira Massi entre otros.
De todas estas facetas, sin duda que la más extendida fue el humor y su estilo deslenguado, pero la que más caló en la historia chilena fue su vocación política. Sainte Marie era antioligárquico y Gamboa fue izquierdista y allendista. Entre ambos, la mezcla fue políticamente explosiva: el Clarín se mantuvo en medio de las enormes tensiones de aquellos años en el centro de la vorágine política fiel a su consigna «Firme junto al pueblo». Así fue hasta la mañana del golpe. Años más tarde y tras el largo viaje por el infierno del Gato Gamboa, que lo llevó desde el Estadio Nacional al campo de concentración de Chacabuco, reflexionaba en una entrevista: «Yo creía ingenuamente que si los diarios reforzaban el discurso revolucionario iban a poder cambiar la opinión de la gente que estaba con temor al golpe».
El Clarín vive durante sus casi dos décadas de vida todas las tensiones de los procesos sociales y políticos que estremecieron la historia chilena durante la segunda mitad del siglo pasado. Un proceso vivido día a día que enfrenta, expresa y publica todas las presiones y contradicciones que desembocaron en el golpe de 1973. El Clarín no fue un mero observador sino que vivió con pasión este trance histórico. Su destino, como el de su director Alberto Gamboa y algunos periodistas, fue el que sufrieron millares de partidarios del gobierno de Salvador Allende. El 11 de septiembre el diario fue allanado, varios de sus periodistas detenidos y todas sus instalaciones incautadas. En la redacción de calle Dieciocho 263 funcionó durante un tiempo un cuartel de la DINA, el edificio que estaba próximo a inaugurarse de calle Zenteno con Alonso Ovalle pasó a ser sede de la Fiscalía Militar y la flamante rotativa Goss, instalada en el subterráneo y todavía sin estrenar, siguió el destino de los desaparecidos. Así hasta el día de hoy.
El diario tuvo siete directores durante sus casi veinte años de vida, pero solo dos fueron importantes. Hacia inicios de los años sesenta estuvo el periodista especializado en política Román Alegría, a quien reemplazó Alberto Gato Gamboa, a cargo del diario entre 1961 y su abrupto cierre y secuestro el 11 de septiembre de 1973. El Gato Gamboa, con un pensamiento político similar a Sainte Marie, desarrolló el estilo del Clarín hasta hacer de él un sello único, una huella propia capaz de marcar la agenda política desde la crónica policial y el humor durante más de una década.
Uno de los grandes logros del estilo periodístico, con titulares ejemplares e históricos, fue trazar una relación perfecta entre el habla callejera y su representación en la versión periodística. El habla popular sobre la temática popular. Y qué mejor lugar de identidad para los pobres que el sufrimiento, la tragedia, el dolor, la injusticia. Con estas temáticas Clarín logra representar la vida del pueblo, sus problemas, los abusos, sus dolores, sus demandas. Pero lo expresa como bien sabemos los chilenos: al mal tiempo, buena cara; con la talla, el chiste. Y ante la injusticia —bien representada por la oligarquía y encarnada por políticos y empresarios—, el sobrenombre, la mofa pesada y permanente. El único poder del pobre, ejercido en silencio ante el abuso de la clase dominante. A Jorge Alessandri, Sainte Marie y los editores de Clarín le pusieron «La Señora» durante los primeros años sesenta; mote de uso casi diario hasta el Golpe y el secuestro del medio en 1973.
El estilo en la titulación, así como el énfasis en la crónica roja, tiene sus antecedentes más directos en el periódico Las Noticias Gráficas de los años cuarenta y primeros cincuenta. Hay reporteros que proceden de este medio y desarrollan en Clarín libremente su pluma. Se le atribuye al periodista Hugo Marillán titulares memorables del Clarín, tales como «Matarife benefició a su mujer: por vaca», o aquel que decía: «Iba como uva, pasó un tractor, y lo dejó como pasa». Más tarde, aparecieron otros muy llamativos aun cuando con denuncia social: «Miembro aristocrático se introdujo en círculo obrero», que, en palabras más simples, expresa la violación de un joven proletario por un pije de la época.