Para Rolando Jiménez, dirigente del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) -que desde 1991 defiende los derechos humanos de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT)-, la sociedad chilena se encuentra en profunda transición cultural respecto de la política y participación social de las minorías y la diversidad sexual. Se trata de un cambio positivo, pero que todavía no se refleja cabalmente en nuestra institucionalidad.
Sin embargo, la agenda de la diversidad sexual avanza, y pronto -asegura-, se aprobará el matrimonio igualitario con adopción y filiación: “Estamos en déficit en términos del reconocimiento de derechos no solo respecto de la diversidad sexual. Hay que mirar lo que ocurre con los mapuches y demás pueblos originarios o con los temas de género: las mujeres son más del 50% y siguen en situación desmedrada, incluso económicamente… Hay un sentido común mayoritario por la integración, la no exclusión, la no discriminación, pero eso no se refleja necesariamente en la cotidianeidad, en las relaciones interpersonales, laborales, familiares, etarias… y entre el Estado y los ciudadanos. Persiste un déficit de democracia profunda en la sociedad. Esta es una democracia coja, tuerta y muda en muchos aspectos. Tenemos vigente la institucionalidad dictatorial, y eso marca un montón de cuestiones como el devenir de la economía, que hace que seamos de las sociedades más injustas en la distribución del ingreso. Con todos esos elementos hay que hacer política, y hacerlo desde la diversidad sexual es complejo”, dice a Punto FinalRolando Jiménez.
¿La Izquierda sigue soslayando la lucha LGBT?
“El mundo de la academia y las universidades no nos consideran un movimiento social legítimo. Cuando se habla de movimientos sociales no nos ponen al mismo nivel. En la movilización social y la organización territorial nosotros estamos a lo largo y ancho de Chile. Pero la diversidad sexual pasa sin pena ni gloria para los analistas. Los invito a buscar un solo estudio de sociología que hable de los movimientos sociales donde aparezca como relevante el movimiento de la diversidad sexual, que cada cierto tiempo saca cien mil o más ciudadanos a la calle, que ha cambiado el panorama cultural respecto de su realidad, que ha hecho leyes y políticas públicas en los últimos 25 años de manera inédita; sin embargo, no somos reconocidos y eso da cuenta de cómo la Izquierda en particular, y el progresismo en general, han entendido la lucha de las minorías. Las luchas de los pueblos originarios, de las mujeres y de la diversidad sexual están en el último renglón del listado de tareas pendientes… Y eso, perjudica sin duda la potencialidad política de la movilización social, entendiendo que desde nuestro movimiento de diversidad sexual hemos sido muy solidarios con el movimiento de mujeres, con los pueblos originarios y las luchas que tienen que ver con libertades individuales, como la despenalización del consumo y cultivo de marihuana, o con la necesidad de una nueva institucionalidad, una nueva Constitución a través de una Asamblea Constituyente”.
AGENDA DE LA DIVERSIDAD
¿Cuáles han sido los últimos avances legislativos?
“La obtención de políticas públicas en el cambio de nombre y sexo para los transgéneros, por ejemplo, las operaciones quirúrgicas en el sistema público de manera gratuita, las políticas públicas en salud y educación, la circular de la Superintendencia de Educación que reconoce y regula el derecho de los niños y niñas transgéneros a ser tal como son en los colegios… Son avances sustanciales, porque estamos entrando al meollo del asunto, que tiene que ver con la educación de la sociedad. Esos avances provocan, por cierto, resistencia feroz y muy violenta, y será cada vez peor. Debiera ingresar a tramitación el proyecto de ley de matrimonio igualitario con adopción y filiación. Y así está establecido en el convenio de solución amistosa que hicimos con el Estado de Chile en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Una vez que el proyecto ingrese, puedo decir sin ser brujo que habrá tremendas manifestaciones masivas de varios miles, de grupos católicos y evangélicos en contra. Simbólicamente, es la batalla más compleja, la más contundente victoria por lograr en la lucha por la igualdad”.
¿Cuánto falta para la igualdad legal?
“Termina el gobierno de Michelle Bachelet con un saldo positivo. Hemos podido avanzar, y en el periodo anterior, de Sebastián Piñera, también avanzamos, a pesar de ser un gobierno de derecha: se envió la ley de unión civil, se aprobó la ley antidiscriminatoria, con insuficiencias ambas que hay que mejorar. En el gobierno de Bachelet, estaba en el programa el matrimonio igualitario, la ley de identidad de género y otras políticas públicas, y no se avanzó mucho hasta hace un año, producto de la demanda que hicimos ante la CIDH por matrimonio igualitario. Obligamos al Estado a sentarse en la mesa de negociación y se acordó una solución amistosa, que incorpora la agenda legal que requiere la diversidad sexual para alcanzar la igualdad plena: matrimonio igualitario con adopción y filiación, ley de identidad de género, mejorar la ley antidiscriminatoria, mejorar la ley de unión civil, modificación de la ley de adopciones para que las parejas del mismo sexo y de unión civil puedan adoptar, políticas públicas en salud, educación, trabajo, vivienda…
La agenda ya no es el compromiso del gobierno de turno, sino del Estado, que garantiza que esto no puede ser desconocido, a no ser que el gobierno que venga, cualquiera que sea, quiera entrar en confrontación con la CIDH y la jurisprudencia internacional. Por lo tanto, tenemos confianza que el gobierno enviará el proyecto de ley de matrimonio igualitario, y tendrán que entrar otros proyectos, incluyendo políticas públicas para las mujeres lesbianas y transgéneros, de salud reproductiva y sexual para la diversidad sexual, incorporación de estadísticas sobre población de diversidad sexual en las encuestas oficiales. El Ministerio de Desarrollo Social ya ha ido incorporando preguntas respecto de distintas realidades socioculturales y económicas: parejas de convivientes, uniones civiles, personas gays, lesbianas y transgéneros… Tenemos iniciativas que tienen que ver con la población transgénero en el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, hay una cantidad importante de cuestiones pendientes que van a quedar instaladas, pero que tendrían que seguir siendo tramitadas. Creo que ese avance no puede ser detenido. Podrían entorpecer, enlentecer, pero no detenerlo. Si todo camina bien, si tenemos la capacidad y la fuerza política con el próximo gobierno, sea cual sea, los temas de igualdad legal debieran quedar resueltos en los próximos cinco años.
VIOLENCIA CONSERVADORA
¿El autodenominado “bus de la libertad” fue parte de algo mayor contra los derechos humanos y la igualdad?
“Hay una campaña sistemática de amenazas, agresiones físicas, verbales, descalificaciones; han inventado todo un discurso en las redes sociales, en los medios de comunicación conservadores, respecto de una ‘dictadura gay’. Eso está instalado en la visión de los sectores conservadores, hablan de una ‘ideología de género’ que no existe, lo que hay es lucha política, social y cultural por los derechos humanos… Los que están ideologizados respecto de rechazar la igualdad ante la ley, nos acusan de ideologizados. Es una estrategia a nivel latinoamericano. Hace unos meses en el III Encuentro de Liderazgos Políticos LGBT de América Latina y el Caribe, en República Dominicana, al contrastar los discursos conservadores en Perú, Haití, Paraguay, Uruguay, Bolivia, Ecuador, Chile y otros países, vimos que es el mismo discurso, la misma matriz ideológica y cultural, de rechazo y de odio contra los derechos humanos. Tienen cuantiosos recursos aportados por iglesias y transnacionales. Así trajeron a Chile el bus desde España las ONGs Hazte Oír y CitizenGO. En España eran tan violentos que incluso la jerarquía católica separó aguas con ellos. Hoy cuentan con capital político y económico en Estados Unidos y la Unión Europea, plataformas y recursos que pusieron al servicio de su causa conservadora en toda América Latina… Hay alianzas espurias entre esos grupos ultra religiosos y otros neonazis. En Chile, el denominado Movimiento Social Patriota, un grupúsculo neonazi, usa la misma consigna de evangélicos y católicos conservadores para oponerse al matrimonio igualitario. Hay vasos comunicantes con la ultraderecha más fascistoide, y eso ha sido calcado de cómo operaron en Argentina, España, Uruguay y Francia”.
¿Ha sufrido acoso y amenazas de muerte?
“Sí, y se han agudizado en los últimos meses. Amenazas de muerte directas por Internet, teléfono, y a mi email personal. Si miran el Twitter del Movilh, todos los días hay mensajes basura, acusándonos de promover la pedofilia, el abuso sexual de menores, de ser parte de la ‘dictadura gay’, de ‘ideología de género’. Esa dinámica lleva meses, no nos han dejado en paz. Por cierto, he sufrido agresiones físicas. El día que protestamos por el paso del ‘bus del odio’, había un grupo de evangélicos y católicos ultras que intentaron golpearme. Los compañeros del Movilh me protegieron, e intervino Carabineros… a defender a los agresores, como han hecho muchas veces. En la calle recibo tres o cuatro agresiones en la semana, y son cobardes porque gritan desde un auto y aceleran, o me dicen un insulto, pero si los confronto se hacen los lesos. Ahí se ve quiénes son los maricones de verdad. Pero junto con lo anterior, tengo personas que se acercan a saludar, a expresar apoyo, a decir que sigamos adelante, que lo que estamos haciendo es legítimo, justo y necesario. Lo dijimos hace unos siete años: en la medida que el movimiento de la diversidad sexual conquiste derechos e igualdad ante la ley, el último reducto que les quedará a quienes se oponen a la igualdad es la violencia”.
¿Qué opina de la crisis política e institucional que vive el país?
“Como Movilh tenemos preocupación por el clima político-electoral, el desprestigio de la política y los partidos, de las grandes organizaciones de la sociedad civil que fueron emblemáticas en la lucha contra la dictadura, como las centrales obreras, el movimiento de mujeres, el movimiento estudiantil. Sentimos que están en una crisis profunda, no han logrado levantar cabeza. Hay una sobreideologización siniestra que hace mucho daño a la lucha de esos movimientos. La corrupción que afecta a la clase política y a los partidos tiene su réplica en la sociedad civil. Eso es grave, porque tiene a las organizaciones arrinconadas, a los movimientos sociales actuando de manera muy contestataria, sin capacidad de propuesta.
En el Congreso esta clase política corrupta -con escasas excepciones-, termina haciendo lo que quiere porque el movimiento social no tiene fuerza, porque está ensimismado en sus pequeñas peleas de poder, de caudillismo y egos infinitos, y eso le hace tremendo daño a la posibilidad de aprovechar esta crisis de representación social, política y ética para levantarse como alternativa política y ética. Pero si siguen mirándose el ombligo, con posturas maximalistas, con la lógica de todo o nada, no vamos a salir de la crisis.
Hay que articularse desde lo social, y desde allí, políticamente, para ser un contrapeso a esta crisis que pone en un grado de riesgo a esta democracia de baja intensidad. Se trata de generosidad, de buscar alianzas, de buscar lo que nos une, no lo que nos divide. Ya nadie cree a nadie, ese es el drama. Y lo más probable es que surjan caudillismos de cualquier signo, que nos terminen llevando a situaciones más lamentables. Creo que aún no hemos tocado fondo”
ARNALDO PEREZ GUERRA
Publicado en“Punto Final”, edición Nº 882, 18 de agosto 2017.