Donald Trump fue señalado como simpatizante de neonazis y supremacistas blancos, lo que provocó fisuras entre sus aliados políticos y empresariales y, tal vez, la peor crisis de su aún joven presidencia.
Durante las pasadas 24 horas, la cúpula política y empresarial del país y casi todo el abanico ideológico de líderes de opinión, que incluye reconocidos conservadores, calificaron de inaceptables las declaraciones de Trump sobre la violencia detonada por neonazis, supremacistas y ultranacionalistas blancos, integrantes del Ku Klux Klan y milicias de extrema derecha en Charlottesville, Virginia, el pasado fin de semana, lo cual acabó costando la vida de una joven y heridas a otros 19 manifestantes pacíficos antirracistas que protestaban contra ese festejo del odio.
Después de ser obligado a criticar a los grupos extremistas de derecha el lunes ante la intensa presión política por no haberlo hecho de manera explícita el sábado, cuando culpó a todos los bandos
por la violencia, el presidente reiteró su primera posición, al acusar que la izquierda
fue tan violenta como la derecha
y que ambos lados compartían responsabilidad por los hechos. Peor aún, afirmó que había algunas finas personas
entre los neonazis y el KKK, y que mucha gente en ese grupo estaba ahí para protestar de manera inocente y legal
.
Nunca antes un presidente había endosado, o mínimo justificado, a elementos de la ultraderecha racista en tiempos modernos. Vale recordar que parte fundamental de la historia oficial de este país es su triunfo en la guerra contra Hitler (casi nunca se menciona el papel de los rusos). Los que participaron en esa guerra se conocen como la generación más grande
de estadunidenses. Los nazis siempre han sido el equivalente del mal en toda película, novela, cuento e historia; son el enemigo de todos los valores estadunidenses. Trump se atrevió a decir, en esencia, que no todos los que marchan junto a los símbolos y banderas nazis son necesariamente malos, y que son igual de malos los de la izquierda
. Afirmar tal cosa había sido, hasta ahora, impensable.
Los comentarios asombraron a casi todo mundo, incluido su propio equipo, y, se supone, a su jefe de gabinete, John Kelly, quienes comentaron a medios que todo eso no estaba en el guion preparado para la conferencia de prensa en el vestíbulo de la Torre Trump el lunes.
Los únicos que lo aplaudieron fueron líderes neonazis, nacionalistas blancos y líderes del KKK. De inmediato, casi todo mundo –incluso figuras y medios conservadores leales al presidente– criticaron o condenaron las declaraciones, algunos hasta especularon que esto podría provocar una profunda crisis dentro de su gobierno.
Este miércoles, ante el creciente éxodo de ejecutivos en jefe de los consejos empresariales presidenciales en protesta por sus comentarios, Trump decidió disolver estas entidades. Declaró en un tuit que en lugar de presionar a los empresarios del Consejo de Manufactura y del Foro de Estrategia y Política, estoy poniendo fin a ambos
. Pero el foro ya le había informado, por conducto de Stephen Schwarzman, ejecutivo de la poderosa empresa financiera Blackstone Group y cercano aliado del presidente, que la mayoría de los ejecutivos en jefe estaban en favor de disolver la entidad.
Por lo menos seis ejecutivos de empresas que integraban el Consejo de Manufactura ya habían renunciado, y otros más estaban por hacerlo, antes de la decisión de Trump de desaparecerlo. Mientras tanto, las declaraciones de reprobación de líderes empresariales contra la posición de Trump sobre Charlottesville inundaron las redes, entre ellas las de los ejecutivos en jefe de JPMorgan Chase, Walmart, Merck y General Electric, entre muchos más.
En Washington, el líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, condenó a todo grupo de odio y declaró que no hay buenos neonazis
, mientras el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, expresó su repudio a los racistas blancos. Varios legisladores prominentes del partido del presidente y los ex mandatarios Bush (padre e hijo) emitieron declaraciones de condena a los grupos de odio, y de reprobación, indirecta pero obvia, a Trump.
El senador conservador Orrin Hatch declaró: mi hermano no perdió la vida combatiendo a Hitler para que las ideas nazis no sean retadas aquí en casa
. Unos pocos se atrevieron a criticar por nombre al mandatario, pero las tensiones dentro del Partido Republicano por cómo abordar la más reciente barbaridad de su presidente sigue retumbando, y se escuchan por todas partes.
Mientras tanto, los máximos jefes militares de cada rama de las fuerzas armadas, en una acción poco común, emitieron condenas públicas a los grupos de odio, y aunque no mencionaron por nombre al comandante en jefe, quedó destacada su diferencia, al afirmar que no se puede tolerar el odio racial
y el extremismo
, ya que eso va en contra de nuestros valores
.
Melvin Marks, veterano de la Segunda Guerra Mundial, de 93 años de edad, condecorado por su lucha contra los nazis, ayudó a establecer una nueva página de Facebook llamada Veteranos de la Segunda Guerra Mundial indignados por Trump, y comentó al Washington Post que Trump acaba de pisotear las tumbas de los 400 mil soldados que murieron
en esa guerra contra Hitler.
Editoriales en los principales rotativos denunciaron las declaraciones. El New York Times afirmó que es una equivalencia falsa
culpar a ambos lados por la violencia en Charlottesville y que había empleado argumentos de los propios racistas. El Washington Post encabezó su editorial con la nación sólo puede llorar
, al señalar que el martes fue un gran día para David Duke (ex líder del KKK) y racistas en todas partes. El presidente de Estados Unidos declaró, en efecto, que él los respalda
.
La portada del New York Daily News fue una imagen de Trump bajo un encabezado enorme: Simpatía por los diablos
.
Opositores políticos del presidente condenaron sus declaraciones y algunos pidieron su remoción. El senador y ex candidato presidencial Bernie Sanders tuiteó que Trump está avergonzando a nuestro país y a los millones de estadunidenses que lucharon y murieron para derrotar al nazismo
.
Michael Moore, quien se está presentando en un teatro de Broadway, invitó a todo su público de la noche del martes a acudir a la Torre Trump –ofreció transporte en camiones a 200 de ellos–, a unas cuadras de distancia, donde junto con los actores Mark Ruffalo, Olivia Wilde y Marisa Tomei, corearon consignas contra el mandatario.
Mientras tanto, hoy en Charlottesville se llevó a cabo el funeral de Heather Heyer, de 32 años, quien murió al ser atropellada intencionalmente por un integrante neonazi el sábado. Intentaron matar a mi niña para callarla, pero qué creen, la acaban de magnificar
, declaró la madre de Heyer, Susan Bro, ante cientos de simpatizantes que acudieron a la ceremonia, entre los que se encontraban el gobernador de Virginia y el senador Tim Kaine. Desde el podio, llamó a que quienes de pronto han conocido a su hija alrededor del mundo “hagan lo que Heather haría (…) luchar”. Continuó: “vamos a tener nuestras diferencias, pero canalicemos esa ira no en odio, no en violencia, no en temor (…) sino en acción por lo justo”.