En un artículo recientemente escrito por Shannon O’Neil, una prestigiosa cientista política estado unidense, se señala que Chile lo hizo económicamente muy bien entre 1985 y 2015. Sin embargo ahora ha entrado en un peligroso periodo de estancamiento que ya lleva varios años. La solución para los problemas chilenos,dice, es retomar con fuerza las numerosas variables del modelo neo liberal que tanto bien le hizo al país durante treinta fructíferos años.
Chile hoy día tiene un ingreso per cápita promedio por sobre los 20 mil dólares anuales. No obstante, este impresionante resultado de crecimiento económico, la distribución de este crecimiento es, patéticamente, desigual. El 75% de la población asalariada, gana menos de 700 dólares al mes (o sea unos 455 mil pesos) y peor aún, el 80% de la población gana menos de 550 mil pesos al mes. Para esta enorme mayoría de personas se hace sumamente difícil el poder satisfacer necesidades básicas y esenciales. Esta super injusta distribución del ingreso no es nueva y ella lleva ya más de 100 años. Usando el moderno índice Gini, que mide el nivel de desigualdad, ésta no ha cambiado desde los años 80 del siglo pasado. La autora señala que hoy día, el país muestra un índice de desigualdad peor que el de Ruanda y de la República del Congo. Por lo tanto, la autora concluye que Chile es el país más desigual del planeta.
No obstante, lo más grave es que la presente desigualdad e injusticia social, se extenderá por muchos años en el futuro. Este fenómeno se debe a la terrible mala calidad del actual sistema educacional. Los ricos reciben una educación de excelencia, pero los pobres reciben una educación miserable y ella en verdad no sirve para nada. Los estudiantes de clase media y clase proletaria, no sólo reciben una educación deprimente y deficiente, sino que también están endeudados por adquirir un servicio que en verdad no les sirve para nada. La deuda de la clase media y de los pobres, en proporción al ingreso anual que ellos reciben, es en promedio de un 144%. En los países desarrollados esta deuda educacional no pasa de un 40% y en Estados Unidos no pasa de un 57%. Pero lo que aún es peor en términos éticos, los pobres que logran ser becados para estudiar en buenos establecimientos educacionales y eventualmente obtienen un título de calidad, son segregados, rechazados y excluidos de los buenos puestos de trabajo. Los buenos trabajos sólo están reservados para la elite y para la clase media con conexiones políticas con el gobierno de turno.
Entre los chilenos jóvenes de edad entre 15 y 24 años, sólo 1 entre 6 está empleado y los otros 5 restantes tienen que vivir a costa de sus padres y parientes. El nivel de desempleo general es de un 7%. Pero este nivel ignora, los millones de personas que trabajan en ocupaciones precarias y muy pocas horas al mes. El 60% de los trabajadores no han podido ahorrar lo suficiente para obtener una pensión decente. El promedio de la jubilación mensual de este inoperante sistema, es de 300 dólares al mes, o sea unos 195 mil pesos. Esta suma es mucho menor que el salario mínimo y por lo tanto, ella no cubre las necesidades básicas. Para todos los efectos socioeconómicos, la inmensa mayoría de los jubilados chilenos, pertenecen a las clases pobres del país. El gobierno tiene un programa de ayuda a las personas que no tienen ningún ingreso, y esta ayuda de es 155 dólares al mes. O sea, unos 100 mil pesos mensuales. Este tipo de “ayuda” a los más necesitados es una cruel burla que se rechazaría con indignación por sociedades con un mínimo de conciencia social.
La triste realidad es que la extrema desigualdad creada por la tiránica dictadura está aún presente por todas partes. Esto se debe en parte, al hecho que la elite política chilena ha caído en un profundo pozo de corrupción y esta corrupción impide hacer los cambios urgentes y necesarios en la distribución del ingreso nacional. A toda esta tragedia social, es preciso agregar que desde comienzos del año 2015, el sistema económico chileno entró en gravísimos problemas y ellos significan que la desigualdad crecerá aún más en años venideros.
Chile creció al 5% por año y esto se hizo por 30 años, entre 1985 y el 2015. Pero este periodo ya ha terminado. Por su parte, la elite super rica, está conformada por 4 mil familias que en conjunto suman 25 mil personas Esto representa el 0,1% de la población nacional y ellos tienen un ingreso sideral. Ni siquiera imaginado por la nobleza y la realeza de siglos pasados. El mayor problema del desarrollo chileno, es que la elite super rica no invierte en Chile, sino que lleva sus capitales a paraísos fiscales. Por su parte, las ideas “start up Chile” (o levántate Chile) que ofrece especial ayuda para que capitales e inversores extranjeros y empresas globales se radiquen en Chile, tampoco ha dado resultado. Pocos inversores extranjeros, se han interesado en este programa y se han transformado en emprendimientos viables. Pero la inmensa mayoría ha fracasado y se ha retirado del país. Esto principalmente, porque los empleados y trabajadores chilenos, no están suficientemente calificados debido a los déficits del sistema escolar y a esto hay que agregar que todos tienen baja motivación e insuficiente productividad. A toda esta gran problemática se agrega, la lejanía de los mercados y un muy débil sistema de apoyo nacional a las inversiones tanto nacionales como extranjeras.
La autora concluye que a través de nueva medidas pro mercado y un poderoso impulso al previamente exitoso modelo neo liberal, el país podría salir de sus actuales problemas. Pero fuera de todo esto y aún más importante, se hace vital e indispensable crear programas serios y bien administrados dedicados a ayudar de verdad a los que han caído en la pobreza y hay quedado atrás. La ventaja más importante que aún tiene Chile, son una muy sólida posición fiscal y una baja deuda pública.([i])
No obstante las buenas intenciones de la doctora O’Neil, Chile no creará jamás un sistema económico robusto y desarrollado mediante el modelo neoliberal y con la conciencia social que ella propone. El sistema político chileno, es subdesarrollado y la inmensa mayoría de las instituciones del Estado, son sólo organizaciones mediocres, corruptas, ineficientes y poco productivas. Un mejor consejo para los jóvenes chilenos, sería estudiar con cuidado y a fondo, su propia historia nacional. Si hacen eso allí encontrarán un largo y fructífero periodo de crecimiento acelerado y sostenido y que creció a las increíbles tasas de 10% por año y durante 30 años. Este fue el glorioso periodo de la llamada república portaliana y que se extendió desde 1830 a 1860.
Durante los 20 años previos a este acelerado proceso de desarrollo de dos dígitos por año, el país sufrió un proceso masivo de destrucción y pobreza extrema. Desde 1810 a 1829, en Chile no se creó riqueza. Muy por el contrario, la riqueza de tiempos coloniales fue sistemáticamente destruida, primero por las guerras de independencia contra los españoles y luego por los constantes conflictos y guerras civiles entre liberales y conservadores. No obstante, después de la batalla de Lircay, donde el ejército conservador derrotó total y definitivamente al ejército liberal, y el victorioso general Prieto consolidó la revolución conservadora; fue posible organizar las fuerzas productivas del país. El encargado de esta enorme tarea de reconstrucción y desarrollo, fue el ministro Diego Portales. Este fue un empresario cuyos negocios habían fracasado debido a que el Estado chileno de la época, no cumplió con importantes compromisos. Portales con suma diligencia, inteligencia y habilidad politológica, se aseguró que toda la fuerza militar estuviera en manos del nuevo gobierno. Sistemáticamente destruyó las guerrillas formadas por las fuerzas liberales y también por delincuentes comunes que se dedicaron a asaltar negocios urbanos y propiedades rurales. Cuando la paz social fue restablecida Portales hizo una profunda reforma del ejército nacional y ella cambió al ejército por varias décadas. El ejército se redujo a sólo 5 mil oficiales profesionales y toda la tropa fue dada de baja.
Simultáneamente Portales creó y organizó una enorme guardia cívica formada por civiles armados y que creció a 14 veces el tamaño del ejército regular. En otras palabras, se creó un ejército de civiles armados de más de 70 mil hombres. Esta guardia cívica se organizó a lo largo de todo Chile y esto le dio al nuevo gobierno conservador, un poderoso instrumento para hacerse obedecer por toda la población nacional. Entre 1830 y 1860, hubieron varios intentos revolucionarios de tipo liberal, pero todos fueron aplastados con eficacia fulminante por las fuerzas conservadoras herederas de la estrategia portaliana. Portales también creó un comité de “actividades anti chilenas” que contaba con una sofisticada policía secreta, la cual fue capaz de penetrar todos los niveles sociales y con ello mantener por muchos años, el orden público. Esto fue lo que Portales llamó “el peso de la noche”. Este era el miedo que todo conspirador sentía cuando en la noche la policía secreta, tocaba a la puerta de las casas de aquellos individuos que tramaban y perseguían la destrucción del gobierno establecido.
Portales también consiguió crear la constitución de 1833, carta fundamental que duró hasta 1925. En esta constitución, se creó una unión sólida de poderes. En otras palabras, la presidencia de la república se transformó en una verdadera monarquía absoluta moderna. Esta constitución siguió muy de cerca los principios constitucionales del régimen napoleónico. Tanto el poder legislativo como el poder judicial, eran simples extensiones secundarias del poder presidencial y por supuesto, estos poderes secundarios, no ejercían un rol de contrapeso o balance contra el poder presidencial. En el hecho el presidente de Chile, era más poderoso que los reyes absolutos de la antigüedad.
La administración pública fue reformada radicalmente. Se empezó por dar la orden que las oficinas públicas debían mantenerse limpias y aseadas en todo momento. Portales inventó el sistema de mérito aplicado a la administración pública cien años antes que los Estados Unidos y el resto del mundo. Sólo se contrataba para el servicio público a los candidatos mejor calificados independientemente de su condición socioeconómica y origen social. Las promociones y ascensos en la burocracia estatal, también se hicieron por un riguroso sistema de calificaciones y evaluaciones por mérito. En este sistema se premió a los funcionarios trabajadores y productivos y se castigó severamente a los funcionarios perezosos y corruptos. Portales también inventó la “administración por objetivos” que más tarde Peter Drucker popularizó en los Estados Unidos a mitad del siglo XX. Cada oficina pública debía diseñar un plan de trabajo anual, incluyendo objetivos claros y cuantificables. A estos planes se les agregaban programas de actividades congruentes con los objetivos diseñados. Finalmente, el grupo de programas contemplaba un presupuesto que incluía las cantidades de dinero público que dicho plan y programas necesitaban durante un año. A los ejecutivos que cumplían adecuadamente sus planes y programas, el Estado los premiaba y los promovía en sus respectivas carreras. A los ejecutivos que fallaban y no cumplían sus programas, se les expulsaba de sus cargos y en casos de corrupción inaceptables, eran enviados a la cárcel. A los funcionarios que habían cometido crímenes contra el Estado se les condenaba invariablemente a ser fusilados.
Portales reorganizó y fortaleció las instituciones del Estado y las transformó en poderosos motores del desarrollo económico nacional. Durante la república portaliana, el Estado intervino vigorosamente en el desarrollo de infraestructura, educación y salud. En toda esta gigantesca tarea, se trató de seguir las enseñanzas del filósofo alemán List. De esta forma el Estado se vio involucrado en la construcción de carreteras, ferrocarriles, puertos, acueductos, tranques y canales de regadío, correos y telégrafos, etc., etc. El Estado también creó una universidad estatal y un instituto técnico superior que daba servicio a todo el territorio nacional. Fue así como se fundó la Universidad de Chile y la Escuela de Artes y Oficios. Además, se crearon cientos de escuelas públicas que pronto cubrieron todo el territorio nacional. Lo mismo ocurrió en el área de la salud, se crearon postas, clínicas y hospitales a lo largo de todo el país y el manejo de todas estas instituciones fue entregado a congregaciones religiosas católicas. El Estado también creó instituciones especiales destinadas a crear capacidad empresarial nacional y también dar apoyo a las empresas chilenas. El Estado también promovió la inmigración de profesores e investigadores y también la inmigración de talentos empresariales provenientes de países europeos particularmente, Gran Bretaña y Alemania. Los ingleses se establecieron en las costas de la zona central y los alemanes en las provincias de Valdivia, Osorno, la Unión y lago Llanquihue.
En conclusión, la república portaliana transformó al Estado chileno en un ente promotor del desarrollo económico y social del país. En este sentido hay que enfatizar que con la ayuda de la iglesia católica el Estado se dedicó a crear capacidad empresarial privada con estricto sentido ético. El dueño de negocios, fábricas urbanas, así como también propiedades agrícolas debía tratar con decencia a sus empleados y trabajadores y pagar buenos sueldos a fin de mantener un adecuado nivel y estándar de vida. En los fundos y haciendas rurales el dueño de la tierra tenía la obligación moral y ética de crear una capilla y una escuela para sus trabajadores y sus hijos. Estas instituciones naturalmente estaban encargadas de crear una alta ética de trabajo y productividad. Todo esto estaba fuertemente condicionado por el principio colonial llamado “nobleza obliga”. Esto quiere decir que el rico debe preocuparse de la suerte de los más pobres y ayudarlos a salir de la pobreza. Al mismo tiempo, el lujo y la ostentación era censurado y reprimido tanto en la ciudad como en el campo.
Finalmente, el Estado chileno fue un poderoso promotor de la industrialización nacional. Fue así como el Estado ayudó a la creación de miles de empresas medianas y pequeñas que se crearon en los pueblos y ciudades del país. El Estado también fue un poderoso promotor del desarrollo minero del país. Esto se hizo principalmente en el norte y centro de Chile. Importantes minas de plata, oro, cobre, carbón, guano, se abrieron con apoyo técnico y económico del Estado. De esta forma, con un Estado eficiente, interventor y productor y con un poderoso sector privado motivado por el logro y no por el lucro, el país rápidamente se convirtió en la más importante potencia económica de América Latina. La marina mercante nacional creció de una pocas unidades a varios cientos de ellas y al mismo tiempo se creó una poderosa marina de guerra que protegió los intereses económicos y políticos de Chile en el Pacífico, desde el estrecho de Magallanes a la Bahía de San Francisco en California. De esta manera con un ejército poderoso formado en su mayoría por civiles armados y una poderosa escuadra de guerra, Chile se apropió de varias islas del pacífico y mantuvo a raya y bajo control los intentos expansionistas de vecinos tales como Argentina, Bolivia y Perú. Cuando Perú y Bolivia formaron una alianza anti chilena, y Argentina empezó a interesarse en dicha alianza contra Chile, Chile rápidamente decidió liquidar la confederación Perú-boliviana y así en una corta guerra restableció el control sobre el Pacífico sur, que muy pronto se convirtió en un lago chileno. De esta forma la diplomacia nacional tenía el poder suficiente para defender los intereses nacionales frente a Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Centro América, México, Estados Unidos y también de potencias europeas interesadas en recolonizar Latinoamérica.
En aquellos lejanos años dorados, Chile fue verdaderamente independiente y ninguna potencia extrajera se atrevió a invadir a Chile ni tampoco tratar de controlar, dirigir y explotar su economía. Por lo tanto, la riqueza chilena se quedó en Chile y ella se utilizó para impulsar el desarrollo nacional. Esta independencia económica, más el poderoso espíritu empresarial y motivación de logro de los empresarios nacionales; junto con la eficacia y eficiencia de las instituciones públicas nacionales, fueron los verdaderos motores de un crecimiento económico acelerado y sostenido.([ii])
Alberto Cabero señala que el estándar de vida del pueblo chileno, durante la república portaliana, reflejó en gran medida la prosperidad general de la economía. La prosperidad de este periodo, no sólo permitió a la elite cubrir todas sus necesidades de vida, también permitió a las masas populares, tener una vida decente y adecuada. Albero Cabero, un famoso escritor chileno argumenta, que el pueblo obrero y campesino, tenía suficientes ingresos para tener una vida decente y adecuada. La vida de los trabajadores y sus familias, tanto en las minas como en el campo y las ciudades, era satisfactoria y próspera. El pueblo gozó de adecuados estándares nutricionales. Pescado, cereales, carnes, frutas y vegetales eran abundantes, disponibles y baratos. En breve, la inmensa mayoría de los chilenos, tenían un estándar de vida que era un modelo de desarrollo social para toda América Latina. ([iii])
Desafortunadamente, la diosa fortuna tenía otros planes para la joven nación chilena. Las cosas empezaron a cambiar, bajo la administración de corrupto presidente José Joaquín Pérez. En la segunda mitad de su periodo, sus tendencias liberales se manifestaron abiertamente. Entre 1865 y 1870, se inició la destrucción del poderoso Estado interventor que había creado la república portaliana. Esta destrucción continuó con todos los presidentes liberales vendidos al imperialismo británico. Todos ellos pasaron a tener un periodo de gobierno de sólo 5 años sin reelección. La evidente decadencia del Estado productor chileno trató de ser detenida y cambiada bajo la administración del presidente Balmaceda entre 1886 y 1891. Desgraciadamente estos intentos reformadores, fueron derrotados por una coalición de corruptos políticos liberales comprados por el imperio británico. En 1891, se inicia la fatídica transición del Estado chileno de un Estado libre y soberano, a una vulgar y sometida colonia británica. En esa fecha de 1891, se desató la decadencia de Chile, y ésta aún no termina.
Está más que claro que el deseo de hacer a Chile grande de nuevo, no tiene nada que ver con el neo liberalismo. Al igual que los Estados Unidos de hoy día, parece que la decadencia socioeconómica sólo se puede detener con un líder que tenga características similares a las que tenía Diego Portales, pero que esta vez tenga una potente ideología socialista. Desafortunadamente, por ahora, la existencia de un poderoso líder izquierdista, estatista y desarrollista, no se vislumbra en el horizonte político nacional. Las necesarias condiciones se podrían dar sólo si el país en los próximos años, entra en un agudo proceso de verdadera depresión económica. Crisis tan potente como para destruir para siempre el espejismo de que el neoliberalismo es la ideología que el país necesita para salir de su actual estado de pobreza y dependencia. Este futuro príncipe redentor, por fuerza, tendrá que inspirarse en las metodologías de desarrollo político que han adoptado países revolucionarios tales como China, Cuba y Vietnam.
El modelo Chino es aquí particularmente pertinente. China tiene un poderoso Estado que controla la economía. Este motor económico de miles de empresas estatales, se complementa con un productivo e innovador sector privado, tanto nacional como extranjero. No cabe duda que con esta estrategia de desarrollo, China será el próximo líder mundial. Es así como China es como un poderoso avión que vuela con dos motores. Uno estatal y el otro privado. Pero los pilotos son siempre provenientes del liderazgo del super institucionalizado Partido Comunista Chino. Este modelo mixto de desarrollo sí funciona y puede que sea el futuro político de la humanidad. Los filósofos chinos piensan que en unos doscientos años, el planeta entero adoptará el modelo chino de desarrollo socioeconómico.
F.Duque Ph.D.
Cientista Político
Puerto Montt, 20 de julio de 2017
[i]Ver Shannon K. O’Neil “Making Chile Great Again. How Latin America’s Succes History can Stay Ahead” Snapshot May 3, Foreign Affairs May-June 2017
[ii]Para un análisis más profundo y mayores detalles sobre la época de oro de la economía y la sociedad chilena, sírvase ver: F. Duque, 110 Años de Desarrollo Político en Chile (1830-1840) Dictus Publishing. Saarbrücken, Alemania, 2013, pgs. 43-77
[iii]Cabero A. Chile y los Chilenos Editorial Nascimento, Santiago, 1926. Pgs. 350-356. En la página 58, nota 91, del libro antes citado de F.Duque, titulado 110 años de Desarrollo Político en Chile (1830-1940) se presenta una lista de 15 historiadores, tanto chilenos como extranjeros, que dan fe que las observaciones de Cabero, son ciertas e históricamente verdaderas. Se insiste en este punto, pues historiadores neoliberales tanto chilenos como extranjeros han tratado por todos los medios posibles de alterar la historia y desconocer que Chile fue próspero y poderoso usando inteligentemente el Estado como un valioso instrumento de desarrollo socioeconómico.