Se cumplen cien años desde la insurrección de octubre que dio inicio a lo que llamamos revolución rusa. Sabemos que los tiempos cronológicos no coinciden necesariamente con los ciclos y tiempos políticos.
Hay que considerar también que la célebre respuesta del dirigente chino Chou en Lai al presidente Nixon en 1972, en cuanto a que era demasiado pronto para opinar sobre la revolución francesa, quizás el fenómeno está aún demasiado cerca.
Sin embargo, se hace necesario una reflexión sobre este hecho histórico monumental pues es evidente que quienes postulan la conservación de la sociedad en su estado actual (neoliberal) nos propondrán un recuerdo con las características de una marcha fúnebre. Tratarán de leer esta experiencia como una simple anomalía en la historia que debe quedar en el archivo de los fracasos utópicos; como una lección de lo que no hay que hacer.
Por ello vamos a tratar de analizar ese hecho histórico grandioso que fue la revolución rusa. Este no es un texto histórico, sino una lectura política con pretensiones de análisis. Si bien no descuidaremos a quienes abordan por primera vez estos temas nuestro mayor esfuerzo va a la interpretación de lo acontecido.
La diferencia cualitativa entre una simple toma del poder por vías de hecho, que puede ir desde insurrección popular a un golpe de estado, y una revolución está dada por el contenido de esta última en tanto se propone el cambio radical de las estructuras de la sociedad existente, la primera es sólo un cambio de gobierno usando malos modales.
La revolución rusa fue tal en toda propiedad y se propuso una utopía largamente acariciada por la humanidad en el tiempo y especialmente a partir del optimismo histórico teorizado y sintetizado por Hegel (Lecciones de Filosofía de la Historia).
La Utopía tiene larga data en la historia de las ideas y la praxis social de la humanidad, grandes hitos en el pensamiento escrito son la República de Platón y la Utopía de Tomás Moro. La comuna de París (1870) fue una toma del poder con evidente propósito de construir una sociedad bajo parámetros distintos a lo existente, pero su corta existencia de un par de meses le impidió dejar su impronta en la humanidad de un modo más intenso y perdurable. En el poco tiempo que duró antes de ser ahogada en sangre adoptó medidas muy significativas en la dirección de un socialismo libertario distante de un socialismo estatal.
El Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia fue una pequeñísima organización que se fundó en 1898 en la ilegalidad, como lo estaban todas las organizaciones políticas en el zarismo, y tenía como inspiración la creación de una sociedad socialista dirigida por la clase obrera. La revolución espontánea de 1905 surgida de la derrota militar rusa ante Japón la hace entrar en escena. El zar logra superar la crisis y vuelven a la clandestinidad. En 1912 se escinde entre una mayoría (bolchevique) y una minoría (menchevique). Partiendo desde la nada teóricamente hablando, los clásicos del socialismo Marx y Engels nunca habían tratado sistemáticamente y en profundidad el cómo hacer una revolución (estrategia y táctica), con qué (el partido) ni delineado la futura sociedad (a lo sumo unas frases en los discursos del Elberfeld/Engels), la organización bolchevique resolvió exitosamente en la teoría y en la práctica todos estos problemas en un muy breve tiempo.
El núcleo fundacional y dirigente de la fracción bolchevique estaba compuesto por jóvenes talentosos que vinieron de acomodadas familias burguesas, clase social que no tiene espacio político legal en la autocrática Rusia zarista, pero en rigor ellos asumen la representación del proletariado como sujeto histórico principal del cambio social. Entre ellos destaca, aunque con unos años más que el promedio, Vladimir Ilich Lenin un joven abogado provinciano, cuyo hermano mayor había sido ahorcado parlamento, los sindicatos y por la represión zarista, que dedicó su vida entera a la actividad política.
La práctica política bolchevique, en las difíciles condiciones de la clandestinidad, el destierro siberiano, la cárcel o el exilio nunca dejó de estar acompañada de un rico debate teórico. Las obras de Lenin traducidas al castellano por la editorial Progreso alcanzan los 56 tomos. Lenin nunca divaga, su preocupación es antes que nada la política, incluso su libro filosófico por excelencia “Materialismo y Empiriocriticismo” es una embestida teórica en contra de otros socialistas en el marco de un debate político. El texto “Que hacer” es su propuesta de partido revolucionario para Rusia. Toda la reflexión leninista sobre el estado y su transformación, que no tiene ninguna pretension de universalidad, contenida en el texto el “Estado y la Revolución” se hace respecto de la sociedad rusa realmente existente. Es más, se formula por la necesidad política de fundamentar la insurrección armada que se desatará tres meses después- La misma reflexión gramsciana se hace más extensa y abarcadora pues tiene como telón de fondo un poderoso partido socialista italiano que lleva años actuando legalmente en el parlamento, los sindicatos y la sociedad. Transformar la experiencia del socialismo en un país atrasado como Rusia en una fórmula de validez universal está expresamente señalada por Lenin como un riesgo, un error en el libro “El izquierdismo fase infantil del comunismo”.
Todo el siglo XIX el extenso imperio soviético se debatió entre zares como Alejandro I que admiraba el proceso de la ilustración europea y quienes sostenían la mantención pétrea e implacable de la autocracia zarista. Esta se sostenía en el poder supremo del Zar que actuaba teniendo como base el ejército, la burocracia, la nobleza y la Iglesia ortodoxa. Ni la naciente burguesía ni su inseparable proletariado tenían espacio político en esa sociedad. Mucho menos el campesinado cuya servidumbre fue abolida en fechas muy avanzadas y en condiciones que hicieron más dura su existencia. Los intentos de construir una monarquía constitucional fueron ahogados en sangre como en el caso de la llamada oficialidad decembrista del ejército.
Se desató la primera guerra mundial en 1914. El Zar Nicolás II ahogado por la crisis económica y los desastres militares, cae en febrero de 1917, se instala un parlamento y un gobierno provisional que oscila entre una derecha liberal (Miliukov) que coquetea con los herederos directos del zarismo y una socialdemocracia (Kerensky) que se propone un sistema capitalista acompañado de una democracia parlamentaria. Paralelamente surgen los soviet (consejos de obreros soldados y marineros rasos) que se niegan a continuar la guerra y que terminan, bajo la orientación bolchevique, derrocando a Kerensky en Octubre. Los bolcheviques sintetizan el sentir popular con una consigna que es fundacional para la ciencia de la propaganda política “pan, paz y tierra” que apunta directamente a responder tres graves e inmediatas amenazas; la continuación de la carnicería de la guerra, la falta de trigo en San Petersburgo y la situación de los campesinos. La operatividad de esta consigna (la insurrección) se apoya en otra no menos inteligente “todo el poder a los soviet”, que es sin lugar a dudas la más inocente e inteligente presentación en sociedad de una insurrección.
Los bolcheviques a través de los soviet, que son su ariete, asaltan el exitosamente el poder en Octubre. Se inicia la guerra civil, 12 ejércitos extranjeros apoyaron a los generales zaristas y a la Iglesia Ortodoxa que buscan infructuosamente la restauración erigiendo como Zar al almirante Kolchak. Contra todo pronóstico el recién creado ejército rojo dirigido por Trotsky aplasta la contrarrevolución en los campos de batalla, la neutralización de los partidarios del antiguo régimen y a sus aliados circunstanciales la lleva delante el intelectual polaco Zershinsky con la recién creada comisión estatal para la seguridad (la mítica Cheka). El fundador de la Cheka muere de un infarto cardíaco luego de un intenso debate en el comité central y es sepultado con honores, luego viene una seguidilla de jefes de la ahora llamada GPU que caen al patíbulo por mano de sus sucesores siendo de ellos Laurenti Beria el último. La diferencia entre la Cheka y la GPU es cualitativa.
Se consolida el poder soviético dando inicio a una marcha por caminos nunca antes recorrido por la humanidad. Es la expedición social de mayor alcance en la historia universal y que tiene una particularidad única, todas las sociedades anteriores surgieron naturalmente de la realidad y la revolución política las terminó consolidando, aquí la revolución política precede al intento de transformación de la realidad económica social. Este es el primer intento de construir una sociedad desde la voluntad. La tarea es difícil no se trata de teorizar para justificar la realidad, sino de teorizar para construir la realidad.
Se ha roto la cadena del capitalismo en la atrasada Rusia, contradiciendo los pronósticos clásicos del socialismo como corolario de las sociedades más desarrolladas. Se remienda la anomalía y surge la teoría del eslabón más débil.
La revolución rusa es clave para entender el siglo XX. Prescindiendo de la existencia de la URSS el siglo pasado resulta ininteligible.
La primera guerra mundial es un ajuste de cuentas entre los grandes poderes imperiales que luchan por los mercados mundiales, lo que hace a ese conflicto distinto a cualquier otro es el surgimiento de la URSS. El nazi-fascismo (que fue un fenómeno mundial) es antes que nada una respuesta violenta y brutal contra la izquierda (que también es un fenómeno mundial). La guerra fría desatada contra la URSS por la EEUU es otra forma de enfrentar a las izquierdas. Por último la desaparición del campo socialista ha abierto la caja de Pandora de un mundo relativamente unipolar y las alianzas de contrapeso que se forman buscan precisamente llenar ese vacío.
Con razón se ha señalado (Hobswan) el siglo XX como “el siglo corto” (1917/1991), el siglo XX está marcado a fuego por la revolución rusa.
Los grandes trazos de la revolución rusa están claros, cabe detenerse entonces en sus grandes aciertos, en sus evidentes errores y desviaciones, cuanto influyó en la humanidad, que aporto a la política como ciencia, en tratar de entender como un estado soviético que fue capaz de pulverizar la formidable maquinaria militar y política alemana termina desvaneciéndose mediante un plebiscito trucho. Hay que preguntarse también si Rusia fue más fuerte y desarrollada con la URSS o al revés, como se hace para llegar desde un liderazgo de Lenin a uno de Gorbachov. Se trata de contestar a la pregunta lacerante, era la revolución rusa un camino sin salida, que sólo podía fracasar?, o es un alto temporal en el ascendente camino del hombre y la sociedad?. Debo hacerme también una pregunta, para mi ineludible, cuanto y en qué dirección influyó en Chile?.
Como ya ha quedado entredicho entiendo por revolución rusa el proceso que va desde la caída del Zar en Febrero de 1917 a la disolución de la URSS en 1991.
Sobre la URSS se han vertido mentiras en cantidades industriales.
A Stalin se le imputan 50 millones de asesinatos, se le sindica como el asesino del siglo XX, atribuyéndole de esta manera las muertes de sus connacionales en la segunda guerra mundial olvidando que el 22 de junio de 1941 es Alemania quien invade la URSS, sin declaración de guerra y con fines claramente genocidas. Stalin seguramente no estará a la hora del recuento de los demócratas ejemplares del siglo XX pero atribuirle la segunda guerra mundial es un insulto a la inteligencia y a la realidad. Se recuerda poco que Stalin propuso un acuerdo de seguridad colectiva anti-nazi, que sólo acogió Francia. Que la URSS fue dejada fuera del pacto de Munich como señal inequívoca que frente a una agresión alemana se las tendría que batir sola. El pacto Ribentrop-Molotov es una política impuesta por la soledad soviética.
La URSS es determinante en la derrota de Hitler, el ejército alemán sucumbe en el frente oriental, esa es la verdad histórica. La propaganda estigmatizo a la economía soviética como atrasada, ineficiente y pobre. De tanto repetirlo lo terminaron creyendo, el propio Hitler señaló “ basta que pateemos la puerta y todo el edificio se vendrá bajo”, las cosas fueron de otro modo y les cayó encima una marea de blindados, cañones y tanques que daban cuenta de una economía vigorosa antes que nada. Sin el frente ruso el desenlace en el frente occidental era francamente incierto, por decir lo menos. Las cifras lo reflejan todo, en el desembarco en Normandía los aliados tuvieron 10.000 bajas entre muertos y heridos, en la batalla de Stalingrado y la ofensiva que la precedió murieron 1.000.000 de soldados de ambos bandos. La batalla de tanques por el arco de Kurks es la más grande de la historia. La guerra cuesta la vida de 25 millones de soviéticos y arrasa un tercio de su territorio.
Se habla del “imperio soviético” pero cuesta entender esta conceptualización respecto de un país que estableció relaciones de comercio con países subdesarrollados que sólo beneficiaban a estos. No hay otro ejemplo en la historia mundial de los “precios deslizantes” que significaban por ejemplo que Cuba pagara el petróleo a la URSS en relación al precio del azúcar, ese “paga lo que puedas” fue inédito en la historia universal. La URSS asume, después de la guerra, además la recuperación económica del campo socialista europeo, que salvo Alemania Oriental, es la Europa más pobre y con menos acumulación científico/técnica.
También hay otras cosas que considerar y analizar.
Entre 1936 y 38 se llevaron adelante los llamados procesos de Moscú en que Vichinsky el fiscal de Stalin en medio e insultos sentó en el banquillos de los acusados a la plana mayor del partido bolchevique que había conducido la revolución de octubre se les acusaba de asesinos, saboteadores, traidores y de complotar con el exiliado Trottsky para invadir la URSS en contubernio con los nazis. Los acusados se vilipendiaron a sí mismos, reconocieron las estrambóticas acusaciones, dieron a conocer que habían “entregado” a todos sus compañeros que aún estaban en libertad, prodigan alabanzas al “jefe genial” Stalin. Zinoviev, Kamenev , Bujarin, entremezclados con delincuentes comunes, puestos al efecto, son llevados al pelotón de fusilamiento. Luego le seguirán aunque silenciosamente al patíbulo Koltsov, Rosenberg, Stachevski, Antonov Ovseenko, Goriev es los internacionalistas que vienen derrotados por el fascismo en España. En estos procesos la acusación es ser parte de la “oposición” trotskista”; de ser trotskista, el pensamiento transformado en delito.
Bujarin señala ante el tribunal: “A priori, puedo suponer que Trotsky y mis demás aliados en estos crímenes, así como la II Internacional (…), intentarán defendernos, principalmente a mí. Yo rechazo esta defensa, pues estoy de rodillas ante el país, el Partido y todo el pueblo. La monstruosidad de mis crímenes no tiene límites, sobre todo en esta nueva etapa de la lucha de la U.R.S.S. Ojalá sea este proceso la última y penosa lección, y compruebe todo el mundo que la tesis contrarrevolucionaria de la estrechez nacional de la U.R.S.S. permanece suspendida en el aire como un miserable guiñapo. Todo el mundo ve la sabia dirección del país, asegurada por Stalin. Con este sentimiento espero el veredicto. No hay que plantear la cuestión teniendo en cuenta las tribulaciones personales de un enemigo arrepentido, sino el desarrollo de la U.R.S.S”.
Esta declaración en que rechaza defensas, se auto humilla, acepta sus crímenes, prácticamente acicatea el rigor de la sentencia y elogia a quien está a punto de llevarlo ante el pelotón de fusilamiento tiene el inconfundible tufillo del torturador exitoso. En México un pico metálico de escalador en la nuca de Trotsky demuestra que en la URSS de 1940 ser opositor al gobierno aun cuando sea desde el marxismo es un pecado mortal.
Riazanov creador del archivo Marx-Engels de Moscú donde se publicaron por primera vez los “Manuscritos económico filosóficos de Marx” corrió igual suerte.
Todas estas sentencias serían muchos años después “anuladas” por la judicatura soviética, pero fueron parte de un sistema y llevaron a personas a la ignominia y a la tumba.
En las memorias del general Grigory Zhukov se leen claramente los abusos cometidos en contra de los oficiales del ejército rojo en la gran purga de los años 30 que arrastró incluso a su comandante en jefe el general Tumachesky.
Stalin tenía una fuerte oposición en el partido bolchevique, todo indica que estuvo a punto de ser removido. La muerte del gobernador de Leningrado Sergio Kirov tiene todos los rasgos del auto atentado que de una parte sirve para justificar la represión en las filas propias y de otra parte elimina a un enemigo peligroso. Es la resolución de los problemas políticos por la vía del crimen. Se construye una explicación, el partido es lo mejor de la clase obrera, lo mejor del partido está en el comité central, el mejor de este es el secretario general Stalin. La monopolización del poder es la forma de hacer política en Rusia desde la aparición de sus ´primeras ciudades en el siglo VIII.
El informe “secreto” al XX Congreso del PCUS en 1956 tiene una claridad brutal en cuanto a estos crímenes y abusos.
Stalin gobierna como un verdadero Zar, eso resultaba muy poco extraño en un país donde nunca existió la democracia. Él era el menos europeizado de la dirección bolchevique sólo salió fuera de Rusia dos o tres veces en su vida, venía de una familia de pobreza marginal y nunca cursó estudios universitarios, era un orador menos que mediocre, y no escribía como lo hacían con efusión sus compañeros. Vive modestamente, no atesora riquezas y en el trato personal rechazaba las adulaciones que en lo público fluían hasta el paroxismo Ciertamente él no es la causa del stalinismo sino el resultado de otras causas. El gobierna como siempre en Rusia, sólo que ahora con preocupación por los trabajadores. Con todo, se le debe reconocer como un exitoso político, que para ser tal, y como siempre ha sido, debe tener pocos escrúpulos.
No se crea que Stalin utilizaba métodos terribles para llevar adelante implacablemente una política revolucionaria para encender la revolución mundial. No, lo suyo es el socialismo en un solo país. La política exterior soviética desde los 30 en adelante es una política de estado, que busca antes que nada cautelar los intereses soviéticos a partir de una coexistencia con el sistema capitalista. Existe una conocida carta de Stalin al socialista español Largo Caballero (1937) pidiéndole moderación, no hacer una revolución, cuando el fascismo ha desatado la guerra civil, y cuidar las instituciones burguesas y no hacer una reforma agraria. Luego esto derivaría en las llamadas zonas de influencia y en las cuales América Latina quedaba como patio trasero de EEUU. La revolución cubana surgió por su cuenta y riesgo y sólo su ubicación estratégica le valió el apoyo soviético. La revolución chilena fue abandonada a su suerte.
Con todo, la figura de José Stalin parece tener una creciente simpatía histórica en las nuevas generaciones de ciudadanos rusos.
De otra parte, los avances de la URSS son notables en la ciencia, el deporte, las artes, la industria, el poder bélico. El imperio Ruso era una enorme extensión de territorio con la mayor parte de su población viviendo en el analfabetismo y la pobreza medieval, la URSS que implosiona era una potencia mundial.
Nikita Kruschev fue comisario político del ejército rojo en Stalingrado y es quien, luego de una dura pugna en la cúpula, asume el gobierno a la muerte de Stalin (1953) hasta ser depuesto por una maniobra palaciega y reemplazado por Leonid Breshnev que es un anodino administrador de una enorme burocracia. Luego la conducción soviética se devalúa más con Chernienko, un anciano que se quedaba dormido en los plenos del Comité Central, y termina en manos de un audaz y grandilocuente chambón como Gorbachov que termina destruyendo su propio estado. Un héroe de la descontrucción lo llama de manera tan elegante el español Javier Cercas. Como alguien de tan poca densidad política como Gorbachov termina asumiendo el control de una superpotencia?. No es algo tan extraño, ya Tocqueville refiriéndose a Estados Unidos le dedicó en su “Democracia en América” un capítulo entero al tema, “Porque nunca grandes hombres son presidentes en América”. En Chile podríamos escribir varios tomos. Son los hechos, las condiciones objetivas, las enormes fuerzas de la historia las que ponen a los hombres en lugares que a veces les exceden.
La URSS se diluyó, no la destruye una insurrección popular, no se percibe un odio popular desatado, no se dan los ajustes de cuentas que siguen a la caída de las tiranías. El pueblo soviético está ausente del proceso político, la implosión es una pugna en la cúpula del partido.
La URSS se disolvió mediante un plebiscito, que a los chilenos no puede sino evocarnos las consultas pinochetistas (“ Vota por Chile o por la agresión extranjera”), en el que a los soviéticos se les preguntó: “«¿Usted considera necesaria la preservación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas como una federación renovada de repúblicas soberanas iguales en la que serán garantizados plenamente los derechos y la libertad de un individuo de cualquier nacionalidad?». Una opinión pública dócil y acostumbrada a obedecer no estaba en situación de defender la URSS que estaba siendo cortada a pedazos pero aun así era necesario engatusarla.
Existió un intento de golpe de estado desde una parte de la dirección soviética pero que no contó con el apoyo popular imprescindible para una política revolucionaria. Los ciudadanos soviéticos, muy cultos e instruidos, eran simples receptores. A estas alturas la burocracia, el escalafón más bajo de la condición humana era dueña de todo.
Una de las tesis centrales del análisis marxista de la sociedad es que la superestructura político institucional es en última instancia un reflejo de la base económica.
La burocracia soviética no era ni podía ser la expresión de una propiedad social de los medios de producción.
Sólo una infraestructura democratizada podía producir una auténtica democracia política.
La burocracia partido/estado era en realidad la dueña de los medios de producción, con los límites que la ideología oficial imponía.
Cuando esa burocracia quiso sincerar las cosas simplemente se deshizo del discurso comunista y se apropió directa y personalmente de los medios de producción. Esta realidad es perfectamente verificable con nombres y cifras.
La URSS en su colapso demostró que la propiedad estatal, es siempre la propiedad de alguien, que las entelequias propietarias no existen. Alertó también que sociedad socialista y estado socialista no son lo mismo.
El núcleo de la crisis soviética está en el hecho que no fue capaz de resolver correctamente la expresión concreta de la propiedad social de los medios de producción. Su respuesta fue la propiedad estatal, pero ello derivó en la creación de una nueva clase que fue la burocracia estatal que terminó engullendo al partido y creando una burocracia estado/partido ajena a toda utopía y voluntad revolucionaria.
El marxismo tuvo en el siglo XX tres expresiones políticas: la socialdemocracia, el comunismo encabezado por la URSS y los socialismos tercermundistas del estilo de Allende, J. Tito y Cuba en muchos aspectos.
En el ámbito teórico el marxismo-lenismo llegó a América Latina como la ideología del comunismo soviético. Sin embargo, la obra de Marx y Engels ya tenían difusión previa en nuestras latitudes y tendían a germinar. El peruano José Carlos Mariategui hizo bastante por la creación de un socialismo latinoamericano, lo expresó en una suerte de consigna notable, “el socialismo en América latina no puede ser copia ni calco sino creación heoroica”, y confluyó a la creación del partido comunista en Perú. En 1932 la Internacional Comunista lo estigmatizó junto al chileno Luis Emilio Recabarren como una “desviación”, Antonio Gramsci quedó en espera pues se encontraba en una cárcel de Mussolini.
Los revolucionarios cubanos ayudaron a la divulgación del marxismo- leninismo por América Latina conservando el nombre pero con contenidos diferentes en muchos aspectos especialmente en la fase de la lucha por alcanzar el poder. Eso fue evidente, que el Che Guevara y Breshnev no eran políticamente lo mismo salta la vista. Toda la política exterior de la revolución cubana está más arrimada al internacionalismo troskistas que a las tesis del socialismo en un solo país. La Tricontinental pudo ser un sueño de Trotsky no de Stalin. Las asimetrías y diferencias entre la política exterior soviética y la cubana son nítidas. La política exterior cubana apuntó a encender la pradera mundial, la soviético fue la de la coexistencia pacífica de regímenes sociales distintos. El partido comunista prosoviético en Cuba era el partido socialista popular que es simplemente un componente del proceso no su creador ni principal fuerza. Es más, los soviéticos no tuvieron una relación fácil con los cubanos, debemos recordar los incidentes de; Aníbal Escalante (1967), Abrantes (1989), la súbita visita del canciller Kosigin a La Habana (1967) cuando lo del Che en Bolivia y como los soviéticos resultaron los últimos en enterarse de las grandes misiones internacionalistas en África.
En Chile se fundó un partido comunista, liderado por Luis Emilio Recabarren como sección chilena de la Internacional comunista con sede en Moscú, que se ha mantenido en el tiempo con influencia en la vida política hasta el día de hoy. Ese partido asumió siempre el marxismo-leninismo soviético como ideología propia. La fidelidad perruna de los chilenos con los soviéticos les fue correspondida por la cinematográfica operación de la KGB para liberar al secretario general comunista Luis Corvalán (1975) en medio de la masacre de dirigentes comunistas chilenos practicada por la dictadura militar.
La izquierda chilena fue bicéfala entre una izquierda pro-soviética y otra (los socialistas) que no lo eran. Ambas reconocían fuente teórica en el marxismo, “soy marxista sin atenuación” decía el socialista Salvador Allende.
Para su gobierno la revolución soviética no fue una base de apoyo, toda ayuda económica le fue negada, por razones que ya veremos, y esa relación que era más bien simbólica con el “hermano mayor” sumió a la democrática revolución chilena, en las tormentas de la guerra fría.
La revolución rusa luego de 70 años fue políticamente derrotada. Sin embargo, culturalmente instaló ciertas verdades y axiomas en la realidad política que habla claramente de su victoria cultural. La Igualdad como un valor, la pobreza como una cuestión social, la existencia de derechos sociales, los límites del poder empresarial son verdades instaladas por la revolución rusa, claramente esto es un triunfo cultural. Hasta las derechas se ven obligadas a dar respuestas a los derechos sociales, a la pobreza y las condiciones de trabajo.
Se puede hacer un símil con la revolución francesa que vio a todos sus dirigentes más consecuentes derrotados y guillotinados, pero la democracia como sistema de remplazo a la monarquía quedó como propuesta triunfante a nivel global, con todo lo que ello significa.
De todo esto y de otras cosas también, encontraran ustedes en las páginas que tienen por delante.
ROBERTO AVILA TOLEDO
* Este es el prologo de un libro del mismo autor que se publicará en el mes de octubre próximo