Tal como Colombia durante el reinado de los carteles de Medellín y Cali, de Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha, preferencialmente, México, desde hace unas décadas, está dominado por el crimen y el narcotráfico. La periodista y escritora Anabel Herrera, en su libro, Los hijos del narcotráfico, autora de una de las mejores investigaciones sobre el poder que han logrado los carteles de la droga en México, entre ellos, el cartel de Sinaloa, se pregunta cómo un personaje como Joaquín Archivaldo Guzmán, alias el “Chapo Guzmán”, se haya convertido en uno de los millonarios más poderosos, según la Revista Forbes, y en una especie de superhombre, que decidía sobre la vida y la muerte de muchos mexicanos.
El “Chapo Guzmán”, como Escobar en Colombia, tuvieron un origen humilde – el “Chapo” no alcanzó a terminar su escuela primaria -. Si hubiera sido por el apoyo de políticos, policías, empresarios, y otros, tanto el “Chapo, como Pablo Escobar, hubieran estado en el anonimato y con una existencia miserable.
El caso de México no es exactamente igual al de Colombia, pues en el caso de este último país el gobierno ha hecho esfuerzos ingentes para demostrar que ha superado el dominio de los carteles, luego de la muerte del “capo”, Pablo Escobar y del fin del predominio de los Rodríguez Gacha y asociados.
Los tres últimos gobiernos mexicanos, el de Vicente Fox y Felipe Calderón, del Partido de Acción Nacional, (PAN), y el de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional, (PRI), han sido una catástrofe para este rico y extenso país. Las esperanzas del fin de la “dictadura perfecta” del PRI terminó en una gran decepción: el partido derechista PAN era más corrupto que el mismo PRI.
La periodista anteriormente citada prueba, en su libro, que el ex Presidente Vicente Fox tenía un rancho miserable cuando se presentó como candidato a la presidencia de ese país, y cuando ocupó la Casa de los Pinos, convirtió su rancho en un modelo de hacienda de ricos, con un gasto de varios millones de dólares. ¿De dónde provino ese dinero, según la periodista? Del soborno por parte del “Chapo” Guzmán.
La prisión de donde, supuestamente, escapó Guzmán era un verdadero palacio – al igual de “la Capilla”, de Escobar –, y en el caso del capo mexicano no hubo tal fuga, sino que la policía le abrió las puertas de par en par, cumpliendo con el pacto entre el Presidente de la República, Fox, y el jefe del cartel de Sinaloa; el mito de la fuga en un vehículo de ropa sucia es una mentira.
El sucesor en la presidencia, Felipe Calderón, tomó el poder después de una elección fraudulenta. Durante su mandato, simuló una guerra “sin cuartel” contra el narco, pero la verdad es que se convirtió en el mejor aliado de los carteles mexicanos.
El actual Presidente, Enrique Peña Nieto, no sólo es corrupto, sino que también está acusado de complicidad en el asesinato de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa. Anabel Hernández, en otra de sus obras, La verdadera noche de Iguala, prueba que no sólo estaban implicados la policía y el ejército mexicanos, sino también el gobierno de Peña Nieto.
La periodista Carmen Aristegui denunció el escándalo de la millonaria mansión del Presidente Peña Nieto y su mujer, Angélica Rivera, financiada con el producto de un soborno de empresarios, quienes pretendían ganar la licitación del Tren rápido Ciudad de México-Querétaro. El gobierno presionó indebidamente a la radio, logrando la expulsión de la de periodista y, manteniendo una falsa información sobre el tema, justificando la compra a dinero ahorrado por Angélica Rivera.
Los militares mexicanos están corrompidos que practican fusilamientos de civiles desarmados: el robo de petróleo se ha convertido en un negocio tan rentable que ha debido ser reprimido por fuerzas militares. En la aldea, Palmerito, cerca de Puebla, un militar fusiló sin miramientos a un civil, que ya se había rendido, y, afortunadamente, se conservó un video que prueba este alevoso crimen.
En el Estado inviable mexicano los periodistas y los defensores de los derechos humanos, no sólo son peligrosos para los narcotraficantes, sino sobre todo, para el ejército y la policía – hasta ahora hay más de 150 periodistas asesinados, de los cuales seis corresponden al 2017 -. En el fondo, narcotráfico, políticos y empresarios responden al mismo patrón criminal y de enriquecimiento ilícito, y los gobernadores de los distintos Estados no hacen nada para combatir el narcotráfico y la corrupción, pues muchos de ellos cómplices o encubridores.
Sinaloa es un Estado en guerra civil, dominado en su totalidad por los narcos, y algo similar ocurre en los Estados vecinos del norte del país.
El último de los periodistas asesinado, en una de las calles de Culiacán, Javier Valdez Cárdenas, también un gran escritor premiado internacionalmente por sus importantes obras literarias, fundador del diario Río 12, que entre sus publicaciones destacan Huérfanos del narco, Miss Narco, Narco periodismo, narra no sólo la realidad de los narcotraficantes, sino también de las víctimas. En la Huérfanos de narco hay relatos enternecedores e impactantes de la tragedia cotidiana de los hijos de asesinados y desaparecidos, víctimas del marco-terrorismo, en complicidad con el Estado.
México es el tercer país, después de Irak y Afganistán, que cuenta con más periodistas asesinados. El periodismo se ha convertido en un peligro para el Estado corrupto mexicano.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
27/05/2017