Si alguien grita en la calle: “Este es un país de mierda” y lo detienen, ahí hay dictadura. Si no lo toman preso, el hecho podría interpretarse como muestra de que existe democracia. En este último caso se debe a que a nadie le importa su opinión, o todos están de acuerdo. Recomendamos al lector precaverse si va a lanzar el grito de protesta.
¿Cómo entender que en países donde la miseria muerde, es alta la criminalidad, el desempleo, y la población apenas tiene recursos para subsistir, triunfen las posiciones conservadoras?
Ahí existe la democracia y quienes la ejercen, creen haber elegido al mejor de la tribu para dirigir el país. Se parece a Chile, pero nuestros gobernantes se las ingenian para distanciarse de esa realidad.
Alguien habló de borregos con derecho a voto, que en manada caminan sin levantar la cabeza, y sumisos apoyan a la derecha. Ven en ella la solución a sus desgracias al observar, como quienes la componen, disfrutan de la vida.
En Chile por ejemplo, la falacia que se alimenta a través de la propaganda en TV, en los diarios, aumenta la sensación de ficticio bienestar. La farándula contribuye a crear estereotipos.
Es noticia destacada, si alguien se somete a cirugía con el propósito de aumentar el culo o el mascarón de proa. Si se trata del varón, el largo de la méntula.
Asimismo, la propaganda de nuestros bancos, centros comerciales -“retail” como dice el pedante- muestra a parejas y niños rubios, exaltando las bondades del mercado. Y si usted es moreno se siente discriminado. La solución está a mano. Teñir el pelo de rubio a la familia.
También la propaganda se dirige a la exaltación de futbolistas hijos del proletariado que ganan millones de dólares. Entonces, sirve de aliciente y los padres se apresuran a comprar pelotas de fútbol, para incentivar al crío. Recurren a este subterfugio, impedidos de costear la universidad, la academia o el instituto profesional.
Miles de chilenos/as viven endeudados hasta el pescuezo y ello facilita su manipulación. Se encierran en un mundo de angustia, de absoluta desesperanza y solo piensan en cómo huir del torbellino.
Las saetas que le lanzan las financieras lo sumen en el desánimo. Es la sociedad ideal destinada a encadenar, manipular, engullir, pues transforma a hombres, mujeres y niños en objetos anodinos, en pollo broiler de criadero metido en cubículos.
Como bálsamo, la cópula se convierte en la única actividad humana, donde no existen diferencias de clases. No se requiere tener estatus o ser rubio. Practicarla ayuda a sentir libertad, aunque sea por un rato.
Hay quienes suponen que el destino es así, en un mundo de dulce y agraz, donde el capitalismo los mantiene atrapados.
Siempre a la democracia la asedia la oligarquía en cualquier país del mundo y por estos parajes, ejerce un grosero dominio. Vigila hasta el sueño de los insomnes. A quien se muestra rebelde, le ayuda a llenar el bolsillo de promesas o migajas de pan añejo.
Si la democracia no funciona al servicio de la oligarquía, sobreviene el golpe militar. El pronunciamiento militar a la chilena, como suele llamarse, para no herir la sonrosada epidermis del traidor. Y en nuestro país los ha habido desde hace siglos.
José Saramago escribió: “La democracia se ha convertido en un instrumento de dominio del poder económico y no tiene ninguna capacidad de controlar los abusos de este poder”.
Certera definición de la democracia en que vivimos. Nos conduce a
a juzgarla como cínica, mentirosa, destinada a embaucar, a quitarle al individuo el espíritu de rebeldía y anularle su capacidad de pensar.
Sí, porque el término “democracia”, suena como un embeleco para el oído.
Usted, en nuestro país puede salir a gritar a la calle lo que se le antoja. Insultar al gobierno, a los militares, a la oposición. Escribir diatribas en los diarios y llamar a la desobediencia civil. Publicar novelas cochinas. Rayar los muros con grafitis. Tomarse una universidad en señal de protesta o irrumpir en una reunión de empresarios, acusándolos de sinvergüenzas.
Así, usted ha logrado su máxima aspiración al despotricar, criticar y expresar su disgusto. Creerá disfrutar del libre albedrío y… entonces respira profundo. La idea apunta a que sus anhelos y berrinches se extingan en la noche del olvido.