Los objetos que aquí se exhiben son parte de los escasos que se han preservados de quienes decidieron dar continuidad al socialismo chileno desde el momento mismo del golpe de estado de Septiembre de 1973. En la gran mayoría de los casos de estos compañeros, sus restos no han sido hallados hasta la fecha y quizás nunca sus secuestros y asesinatos sean aclarados ni los culpables recibirán sanción alguna. Han pasado más de cuatro décadas y sus familiares, compañeros y amigos continúan exigiendo justicia.
La precariedad del patrimonio material rescatado contrasta notoriamente con el inmenso legado de consecuencia, integridad, grandeza y heroísmo que nos dejaron los miembros de la Dirección Socialista secuestrada entre Septiembre de 1973 y Septiembre de 1976. Formaron parte de ésta o fueron sus leales colaboradores hombres y mujeres de excepción, capaces de vencer el legítimo temor en los días de horror y barbarie –mientras muchos callaban y otros se marginaban–, sobreponiéndose a la precariedad de recursos en su desigual lucha contra la gigantesca maquinaria del terror de la Dina y otros organismos represivos.
Se pusieron de pie, organizaron a las fuerzas del partido, dieron esperanza a los militantes, gestaron las bases de la resistencia del pueblo contra el régimen fascista cívico militar y trazaron una estrategia de lucha del futuro, claramente expresada en el Documento de Marzo de 1974, redactado clandestinamente durante ese verano.
Crisol de la resistencia antifascista
Los compañeros que encabezaron la Dirección Socialista post golpe fueron los miembros del Comité Central electos en 1971, en el Congreso de la Serena, que lograron sobrevivir al primer embate represivo de encarcelamientos y asesinatos o de quienes se vieron obligados a buscar asilo o a salir clandestinamente de Chile.
Como Jefe del partido asumió el obrero portuario, ex dirigente de la CUT Valparaíso y Subsecretario de Frente Interno hasta el 11 de Septiembre, tercero en la jerarquía socialista al momento del golpe, el compañero Exequiel Ponce. Junto a él estuvo el destacado abogado laboralista, asesor de la Confederación de Trabajadores del Cobre y de la Secretaría General de Gobierno, el compañero Arnoldo Camú Veloso, asesinado por agentes de la Armada el 24 de Septiembre de 1973. Asimismo, el joven economista y encargado de Educación Política, Ricardo Lagos Salinas, cuyo padre era Alcalde de Chillán, quien fue asesinado junto al resto de su familia el día del golpe. También formaron parte de la Dirección Clandestina el joven iquiqueño y economista de la Universidad de Chile Víctor Zerega Ponce, el recordado “Negro”, encargado del Departamento Nacional Sindical (DENAS).
A ellos se sumaron algunos integrantes de la Comisión Política de la Juventud Socialista encabezados por su Secretario General, Diputado Dr. Carlos Lorca Tobar, y el compañero Ariel Mancilla Ramírez, encargado de Frentes de Masas de la JS.
A su lado, resistieron y lucharon abnegados colaboradores que proveyeron logística a la Dirección, como casas de seguridad, organización de reuniones, medios de transporte, documentos, apoyo en la edición y distribución del periódico clandestino “Unidad y Lucha”, actuando como enlaces, portando comunicaciones entre sus miembros y entre éstos, otras instancias partidarias y de la resistencia.
Esta conjunción de dirigentes y militantes se había forjado en las luchas sociales y políticas de la década de los años sesenta, desempeñando roles en las dirigencias de organismos sindicales, federaciones estudiantiles universitarias y de enseñanza media, organizando las luchas poblacionales y campesinas. Todos eran estudiosos y preocupados de la educación política de la militancia como única forma de tener luchadores conscientes. Concebían al partido y su juventud como una agrupación voluntaria de luchadores lúcidos que no tiene otro fin que servir al pueblo y a los trabajadores, en cuya potencialidad de cambio depositaron su esperanza de una sociedad más justa, fraternal y solidaria.
La segunda mitad de la década de los sesenta fue intensa en grandes cambios culturales, expresados en avanzar a mayor igualdad de derechos, incorporación masiva a la vida social y política de los jóvenes, las mujeres, los pobladores y el campesinado, a impulsar la Reforma Agraria y movimientos juveniles y acciones que estremecieron las conservadoras estructuras educacionales, plasmadas en la Reforma Universitaria. Los compañeros de la Dirección Clandestina fueron sujetos activos de todas esas luchas activamente, muchas veces encabezándolas.
También alzaron la bandera de la solidaridad mundial y su visión internacionalista los llevó a abrazar esa causa, en particular la lucha de Cuba contra el bloqueo norteamericano y la de Vietnam por la Vida, cuando toneladas de bombas con agente naranja y napalm lanzadas por Estados Unidos pretendían doblegar la voluntad de independencia de ese heroico país. Los compañeros no sólo marcharon y lucharon por esas causas, Cuando el Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara estableció un foco en Bolivia, varios miembros de esa Dirección se alistaron en el apoyo solidario desde la retaguardia, mientras cuadros socialistas marcharon también al frente como combatientes.
Pero sin duda que la experiencia de los 1.000 días del Gobierno Popular fue la que más templó el carácter, voluntad y compromiso de los integrantes y colaboradores de la Dirección Clandestina. Se transformaron en los más leales colaboradores del Presidente Salvador Allende.
Desde el PS, Exequiel Ponce, Arnoldo Camú y Ricardo Lagos Salinas asumen las tareas de defensa del proceso; Víctor Zerega el fortalecimiento de la organización sindical y del desarrollo del poder popular a nivel de comunas y cordones industriales; Carlos Lorca, como Secretario General de la JS electo en la Conferencia de Concepción en 1971, encabezando la Unidad Popular Juvenil y estableciendo estrechas relaciones de colaboración y confianza con el presidente Allende, el general Prats y otros líderes que condujeron el proceso revolucionario.
El aporte de la juventud en esos mil días fue gigantesco, ya en las grandes movilizaciones, con entusiasmo, mística y alegría para los trabajos voluntarios, en las labores para detener los paros patronales o en el enfrentamiento a las bandas fascistas de Patria y Libertad, el comando Rolando Matus y otros grupos de ultraderecha.
El Presidente Allende depositó su confianza en el liderazgo juvenil y estableció con éste cálidas y estrechas relaciones sin diferencias de edad, en lo que jugó un papel importante su hija Beatriz, quien tuvo la virtud de unir revolucionarios más allá de sus diferencias etarias o tácticas.
Fue en ese crisol que los miembros de la Dirección Clandestina, secuestrados y desaparecidos en la vida y en la muerte, forjaron una voluntad de acero que les permitió enfrentar al fascismo, ofreciendo en la defensa del pueblo y sus valores, como Salvador Allende, lo más precioso que tenían y que tanto amaban: sus propias vidas.
Breve cronología de un Exterminio
El exterminio se inicia con el asesinato de Arnoldo Camú en Amunátegui con Huérfanos por efectivos de la Armada Nacional.
Sin referirnos a las continuas y numerosas detenciones, seguidas de atroces torturas y prolongadas detenciones de integrantes del PS, que se suceden hasta fines de 1973 y en 1974, hay que recordar a los compañeros Eduardo Muñoz, asesinado y su cadáver hecho desaparecer, y Alejandro Parada, detenido desaparecido desde Junio de 1974.
Este golpe represivo fue coincidente en el tiempo con la detención y posterior asesinato en Playa Los Lilenes en Con Con de Víctor Zerega Ponce. En Marzo de 1975 es detenido y hecho desaparecer Ariel Mancilla, quien había tomado la responsabilidad de Encargado de Logística de la Dirección Partidaria.
Luego, entre el 20 y el 25 de Junio de 1975 son detenidas las compañeras Carolina Wiff Sepúlveda, Michelle Peña Herreros y Mireya Rodríguez y en días posteriores, las enfermeras Rosa Solis y Sara Donoso, todas ellas junto a los máximos dirigentes del Partido en la clandestinidad, los compañeros Ponce, Lagos Salinas y Lorca. Sin excepción, todos los miembros de esta dirección permanecen en condición de detenidos desaparecidos hasta la fecha.
Con posterioridad a la arremetida fascista de Junio de 1975, continúa la atroz represión al socialismo chileno y sus esfuerzos por reconstruir nuevas estructuras orgánicas y de Dirección. A comienzos de 1976 es detenido y hecho desaparecer el estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile Octavio Boettiger, quien participaba en la Comisión Agraria del Partido. Luego, ese mismo año, a plena luz del día, en la Avda. La Paz se registra el asesinato del también estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile, compañero Eduardo Charme Barros, quien recientemente había salido del Campo de Concentración Chacabuco, donde soportó prolongado encarcelamiento y torturas.
A este conjunto de excepcionales cuadros políticos se agregan quienes fueron víctimas de la Operación Cóndor, como son los casos de los dirigentes estudiantiles Juan Hernández Zaspe, quien fue Presidente de la Federación de Estudiantes Técnicos y Profesionales de Chile FEITECH; Manuel Tamayo y Luis Muñoz, todos secuestrados en Mendoza, Argentina, traídos a Chile por los esbirros de la dictadura y hechos desaparecer.
Se incorporan a esta trágica lista compañeros que ofrendaron sus vidas en la reconstrucción desde la orgánica conocida como Coordinadora Nacional de Regionales. Entre ellos, quien al momento de su detención en marzo de 1974, fuera el compañero ingeniero Alfredo Rojas Castañeda, director de Ferrocarriles en el Gobierno Popular. Junto a él los jóvenes estudiantes de Sociología de la Universidad de Chile Claudio Thauby y Jaime Robotham. Todos ellos pasaron a engrosar la larga lista de detenidos desaparecidos.
También se incluye en esta muestra a un miembro del CC de la Juventud –uno de quienes fueron incorporados a la Dirección partidaria–, Joel Huaiquiñir, que desempeñó labores de dirigente poblacional y sindical y durante el Gobierno Popular trabajó en Codelco Salvador El Huaico. Fue detenido en julio de 1974 y permanece desaparecido hasta el día de hoy.
A ninguno y a ninguna hemos olvidado. Viven en nuestra memoria. No han muerto ni están desaparecidos. Así, derrotamos la pretensión de sus victimarios. Ni perdón ni olvido. ¡¡¡Y exigimos Justicia!!!
Sept/73-Sep/76, en Memoria de la Dirección Socialista