Mientras millones de trabajadores marchaban en marzo por las calles chilenas en repudio por las bajas y miserables pensiones que entrega el sistema privado de pensiones, las administradoras se las arreglaban en silencio para convertir este primer trimestre en uno de los más rentables para sus accionistas. Una doble contradicción en un modelo de por sí lleno de contrastes: mientras entregan pensiones de hambre tras administrar los ahorros de la vida laboral de los afiliados, obtienen ganancias exorbitantes para sus controladores.
La primera semana de mayo las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) hicieron públicos sus balances del primer trimestre del año. Entre enero y marzo pasados las seis administradoras ganaron un total de 116 mil millones de pesos (unos 171 millones de dólares), cifra un 42 por ciento más alta que la registrada en el mismo trimestre del 2016. Un número que expresa por sí mismo y con una claridad enceguecedora por qué las administradoras, sus controladores y sus lobbistas defienden este negocio pese al rechazo transversal de los trabajadores.
Estas enormes ganancias no tienen relación ninguna con la rentabilidad obtenida por los fondos de los trabajadores. Aun cuando ambas cuentas son separadas, tienen sin embargo algún elemento común. Las AFP deben hacer un encaje con parte de su patrimonio en los mismos fondos que invierten los ahorros de sus cotizantes, operación que resultó conveniente durante este primer trimestre. Los multifondos, en especial los invertidos en renta variable, gozaron de una alta rentabilidad durante el periodo medido disparando las ganancias corporativas.
Al revisar la rentabilidad de los fondos, la diferencia con las utilidades de las AFP es tal, que esta explicación, que viene desde las mismas AFP, no parece tener gran sustento. Porque sólo el uno por ciento del patrimonio va como encaje al mismo fondo que los ahorros de los trabajadores. Este mecanismo, que intenta responsabilizar a la administradora en caso de malas decisiones de inversión, no es en ningún caso la causa de las altas utilidades del trimestre.
La diferencia entre el aumento de las ganancias y la rentabilidad de los ahorros de los trabajadores salta a la vista cuando vemos los resultados de los fondos. A marzo pasado, el Fondo A, el más riesgoso, tuvo una rentabilidad del 5,3 por ciento, en tanto el E, el más conservador, que descansa sobre instrumentos de renta fija, logró rentar un escaso 0,48 por ciento, según se desprende del Boletín de la Superintendencia de Pensiones. Si extendemos el periodo de referencia, el A logró una rentabilidad sobre el once por ciento entre abril del 2016 hasta marzo pasado, en tanto el E ganó sobre un cuatro por ciento durante el mismo periodo. Si abrimos todavía más el espacio de medición, el Fondo A ganó 6,6 por ciento y el E un cuatro por ciento entre septiembre del 2002 y marzo pasado.
El negocio de las AFP, sólo superado por el retail
Hay otra explicación para las enormes ganancias de las AFP. Se trata de un mercado cerrado, que reparte un fondo de más de 173 mil millones de dólares de casi diez millones de afiliados en sólo seis administradoras. Un negocio que está también en pleno crecimiento alimentado por altas comisiones. Bajo estas condiciones de privilegio se han sucedido cambios en la propiedad de estas empresas, hoy varias en manos de corporaciones internacionales: Capital, del grupo colombiano Sura; Provida, del gigante estadounidense MetLife, y Cuprum, del también estadounidense Principal Financial Group.
Podemos comparar el negocio de las AFP con otros sectores de la economía chilena. Ni la banca ha tenido un comportamiento tan destacado. Sólo un mercado como el retail puede mostrar ganancias tan suculentas. El año pasado las utilidades promedio de las sociedades anónimas aumentaron un 25 por ciento, alza bastante menor a la registrada este trimestre por las AFP. Sólo el retail supera a las administradoras, con un aumento del 55 por ciento en las ganancias, en tanto el sector de commodities, creció un 17 por ciento, y el de utilities (gas, agua, electricidad), un 15 por ciento. La banca, en tanto, fue el único sector que tuvo una rebaja en sus utilidades, con una caída del 4,4 por ciento.
Ante este rebrote de la rentabilidad del fondo más riesgoso, la Asociación de AFP, el organismo gremial para defender el sistema, emitió un comunicado para responder a los llamados a cambiarse al Fondo E de la Coordinadora No + AFP que preside Luis Mesina. En ese texto, difundido y amplificado por toda la prensa corporativa, la Asociación hace un cálculo de rentabilidad para los primeros cuatros meses del 2017. En un evidente intento por desacreditar a la Coordinadora, la patronal afirma: “Un afiliado promedio, con $20 millones de saldo en su fondo de pensiones, que se cambió del fondo A al E en julio de 2016 tras la primera marcha de No+AFP, dejó de ganar $1.459.624”.
Esta campaña de la Asociación de AFP es un intento desembozado por atraer afiliados a la renta variable. Si observamos la información de la Superintendencia de Pensiones (SP), a marzo pasado sólo un 12,3 por ciento de los afiliados al sistema tenía sus ahorros en el Fondo A, contra casi el 21 por ciento en el Fondo E. A julio del 2014 un 16,3 por ciento estaba en el Fondo A y sólo un 13 por ciento en el E. Los cotizantes, muy a pesar de las administradoras, han escuchado a la coordinadora pese a las fluctuaciones de los últimos meses.
Este proceso continúa pese a la campaña coordinada de las AFP. Al ver los últimos traspasos consignados en las estadísticas de la SP, en enero pasado, últimos datos publicados, la gran mayoría de los traspasos de fondos fueron realizados desde el Fondo A, el más riesgoso. De todos ellos, el 68 por ciento tuvo como destino el Fondo E. En términos absolutos, el Fondo A perdió más de ocho mil afiliados en tanto el E ganó en ese mes casi 15 mil.
Los trabajadores financian a los grupos económicos
¿Por qué motivo les inquieta a las AFP este proceso de huida desde los fondos más riesgosos? No sólo a las AFP, sino a las grandes corporaciones y, por extensión, a todo el sistema financiero y económico. Los fondos de los trabajadores, que llegan a un 70 por ciento del PIB nacional, son el alimento para la expansión de los grupos económicos nacionales.
Al observar las inversiones de nuestros fondos realizados por las administradoras a diciembre del 2016 vemos que un 60 por ciento están en instrumentos de entidades nacionales, con una suma superior a los 106 mil millones de dólares. De este total, un 16 por ciento de la cartera está en renta variable (acciones y fondos de inversión) y el resto en instrumentos de renta fija, la gran mayoría en entidades privadas como bonos de empresas y efectos de comercio, bonos bancarios y depósitos a plazo. En suma, unos 64 mil millones de dólares se destinan a financiar al gran sector privado nacional: a fines del año pasado los fondos de los trabajadores en el mercado nacional estaban en cinco instituciones estatales, en 17 instituciones financieras privadas, en 114 empresas, 92 fondos de inversión, nueve fondos mutuos y un fondo de inversión de capital extranjero.
Al desagregar estos datos, podemos acercarnos más a los grupos económicos financiados indirectamente por los trabajadores. Entre los diez principales destinos de los fondos hallamos, además de inversiones en instrumentos estatales de la Tesorería y el Banco Central, al Banco Santander Chile, el Banco de Chile (grupo Luksic), BancoEstado, Itau Corpbanca (grupo Saieh), BCI (grupo Yarur), Scotiabank Chile, BBVA y Cencosud (de Horst Paulmann). En este último caso, las AFP Provida, Capital y Hábitat tienen más del seis por ciento de la propiedad accionaria del gigante del retail.
En otros casos y sectores podemos ver situaciones similares. En la empresa de energía AES Gener (en el polémico proyecto Alto Maipo), los fondos de pensiones tienen el 16,5 por ciento del capital, en tanto poseen el siete por ciento del banco BCI, cerca del uno por ciento del Banco Santander, más del cinco por ciento en la eléctrica ENEL y otro cinco por ciento en Colbún.
Hábitat está presente con un cinco por ciento del capital en la empresa forestal Masisa (del Grupo Nueva), en Ripley, con un 2,4 por ciento y también en Sudamericana de Vapores, con cerca de un dos por ciento. También aparece esta AFP en Norte Grande S.A., minera ligada a SQM. En Empresas CMPC (grupo Matte), Provida tiene el dos por ciento, en la CCU (Luksic) un 0,5 por ciento y en Parque Arauco, la corporación propietaria de malls, el 2,5 por ciento.
Pensiones miserables
La campaña contra la Coordinadora No + AFP no da tregua. Ante esta presión, Mesina salió al paso hacia comienzos de mes sobre las críticas a su propuesta de cambio al fondo E. Ante las ingentes ganancias corporativas, dijo que “estamos frente a una industria que ha logrado incrementar de manera brutal su rentabilidad y como consiguiente efecto sigue generando pensiones que son francamente miserables para la gran mayoría de la gente”. Al respecto, agregó que “no es posible que una industria siga obteniendo rentabilidad sobre el capital en circunstancias que los trabajadores, la gran mayoría, está obteniendo tasas de reemplazo inferior al 30 por ciento”.
Esta realidad absolutamente dispar podemos también observarla en los montos de las pensiones pagadas por las AFP estos últimos meses. A enero pasado, según datos de la SP, la pensión promedio fue de 211 mil pesos, cifra que llegó a 227 mil con el aporte previsional solidario. Sólo con mirar esta cifra se cae todo el argumento de las AFP.
Hay sin duda otras numerosas variables que aumentan la crisis de las pensiones, un problema insostenible y cuyas propuestas gubernamentales de reparación son absolutamente insuficientes. Pese a las multitudinarias marchas que claman una vuelta a un sistema de reparto solidario que permita elevar los montos de las pensiones, la reacción del gobierno ha sido aumentar un cinco por ciento la cotización, incremento insuficiente para resolver en el corto y largo plazo las bajas pensiones. Tras el anuncio presidencial, la Coordinadora fue tajante durante la marcha del 26 de marzo pasado. En su discurso de cierre, Luis Mesina dijo: “Gracias a nuestras movilizaciones, hemos conseguido que el gobierno haya propuesto, y los empresarios lo hayan aceptado, aumentar las contribuciones en un cinco por ciento. Sin movilización jamás se hubiera logrado esto. Podemos decir que es un pequeño triunfo; pero nos falta mucho aún”.
La solución, que es el objetivo de las movilizaciones de la Coordinadora, es terminar con el ahorro individual y pasar a un sistema de reparto solidario. Sólo así podrían mejorar las pensiones. Una lucha que lleva poco menos de un año en la agenda pública y que enfrenta a todo el establishment financiero y corporativo fusionado con el poder político.
Los trabajadores a través de la Coordinadora han comenzado a diseñar nuevas formas de presión. A comienzos de mayo anunciaron una Conferencia Metropolitana con el objetivo de abordar la estrategia de convocar para los primeros días de octubre a un Plebiscito Nacional. Según han anunciado, “se trata de analizar los aspectos más sustantivos de una campaña política que cuestiona las bases mismas de la institucionalidad y tensiona el ejercicio democrático de pronunciarse sobre un derecho fundamental como es la Seguridad Social”.
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Para la Coordinadora, Chile vive un “periodo post dictadura donde el ejercicio de la soberanía no descansa en el pueblo ni en los trabajadores, sino en los grupos de presión ligados directamente a los sectores dominantes de la economía y de la política; es en ese escenario que la estrategia del plebiscito exigirá un grado mayor de organización, pero al mismo tiempo, nos permitirá en un año electoral impedir ser desplazados por el peso de la propaganda y abrir el necesario debate con la ciudadanía y los trabajadores sobre los derechos esenciales que reclamamos”.
Hay sin duda elementos favorables para ampliar y desplazar esta lucha al territorio político. Con una derecha cada día más atrincherada en la la perpetuación del modelo económico, en el cual las AFP tienen una función relevante y una socialdemocracia en pleno hundimiento, comienzan a abrirse espacios para nuevas fuerzas y referentes cuyo objetivo central ha de ser el término del modelo neoliberal y el llamado a una Asamblea Constituyente que desmantele la institucionalidad de la post dictadura.
PAUL WALDER