Yo, candidato a presidente de Chile, estimados compatriotas, en nombre de Dios, la Patria y de acuerdo a la ley, quiero declarar mi patrimonio o mis bienes. Me refiero a los terrenales, porque los del espíritu, quedarán a resguardo para la oportunidad cuando me den la Santa Extremaunción.
Yo ansío, primero, referirme a aquellos bienes pedestres, que quizá a ustedes le importan un bledo, pero es mi deber hacerlo.
Declaro ser socio de una pensión en calle Manuel Rodríguez de Santiago, con doña María del Carmen viuda de Smith. Ahí suelen residir estudiantes de las Universidades de Chile y de Santiago, que vamos a privatizar. Las universidades, no mi pensión.
Declaro poseer acciones de todos los clubes de fútbol de Chile. Así, no me inquieto cuando pierden o ganan. Todo es alegría y desde luego, conservo un equilibrio en mis emociones.
Declaro ser socio de los carritos maniseros, venta de jugo, vienesas que engalanan las calles de nuestro país. Es un servicio al expoliado transeúnte, a quien le vamos a proporcionar créditos blandos, para que compre automóvil, como los que usan los futbolistas, y así eliminamos los pésimos servicios de la locomoción colectiva.
Declaro tener un paquete de acciones del río Mapocho de Santiago, el cual haremos navegable, donde vamos a sembrar alevines de bagres y truchas. Así, los del bario alto podrán navegar en sus yates, cenar en sus embarcaciones bajo la luz de luna y pescar truchas. Quienes vivan de la Plaza Italia para abajo, podrán navegar en sus chalupas, pescar bagres y realizar causeos a las orillas del río. Ello, permitirá desahogar la Alameda; y a muchos, semejante iniciativa, les va recordar el Sena de París o el Danubio Azul, ese hermoso vals de Strauss o el Volga, para algunos de mis asesores, que se dieron vuelta la chaqueta.
Declaro ser socio de pescadores artesanales desde Arica hasta Punta Arenas, a quienes financio sus actividades. ¿Podría yo entonces interesarme en pesqueras de otro litoral? Me seduce el congrio frito con papas duquesa, la reineta a la plancha, guarnecida con camarones; y cuando escasean, las pido a mis colegas de Perú.
Declaro tener participación activa en empresas del exterior. En Panamá, en las Islas Vírgenes, en Argentina, donde están a cargo de mi amigo Mauricio Macri. Él como tiene un bochorno en la economía de su país, un guirigay, debería remplazarlo apenas yo asuma la presidencia.
En cuanto a la concomitancia de Bancard con Exalmar, declaro que ambas empresas, por las cuales estoy imputado, representan una alianza estratégica, no un concubinato, menos aún un contubernio, o falacia si se quiere.
O quizá deberíamos hablar de sociedades que se retroalimentan, bajo el amparo de leyes de protección. Jamás ha sido mi propósito engatusar a nadie.
Quienes se han dedicado a mancillar mi nombre, acusarme de mercachifle, se limarán los dientes con escofina, si es que llego a gobernar Chile y su gente.
Por último, adhiero a la expresión “El capital y el proletariado unidos, jamás serán vencidos” formulada por Nicanor Parra, ¿o la dijo Vicente Huidobro o Dionisio Albarrán?
Es todo cuanto puedo declarar. Gracias.