Como lo hizo en 1970 y lo repitió después de 1975, el PDC vuelve a privilegiar la vieja “teoría pendular” que, objetivamente, en el pasado le dio resultados temporales
“El rey ha muerto… ¡¡viva el rey!!”. Esta frase, tan antigua como la misma monarquía británica, perece representar hoy el sentimiento (si no el pensamiento) de muchos partidarios de esa tienda llamada Democracia Cristiana, la que al parecer podría haber firmado de manera oficial el final de la coalición que gobernó Chile durante cinco administraciones.
Cuando un partido político que ha estado inserto en una coalición durante veintisiete años decide seguir un “camino propio”, la única lectura posible es entender que ya no pertenece a tal coalición, que la abandonó y que es historia pasada. Personalmente, jamás criticaré negativamente la decisión DC de optar por un camino propio, ya que entiendo que es tal vez la única opción o alternativa que esa tienda partidista tiene para recuperar un liderazgo perdido. Que ello es un riesgo, no hay duda… pero al menos lo intentará. Quizás, tal decisión pueda significar el fallecimiento del actual bloque oficialista, pero el objetivo DC no es otro que mantener, al menos, su actual planilla parlamentaria si eventualmente se rompieran los pactos actuales… y al parecer, eso ocurrirá.
Camino propio, alianza con sectores derechistas, formar una nueva sociedad política con elementos vivos del liberalismo… en fin, todo es posible y todo es factible. ¿Por qué extrañarse? Así es la acción política. El mismo partido comunista lo demostró al sumarse a un conglomerado – Nueva Mayoría- que administra el sistema neoliberal en su estado de mayor salvajismo, y ahora, además, conversa con el PRO (que está fuera del bloque gobiernista) a objeto de potenciar una posible alianza electoral.
Respecto al PDC, no debemos olvidar que todo lo que esta tienda partidista ha realizado contiene una significativa dosis de inefabilidad. Es la “teoría del péndulo”, como definiera alguna vez Julio Durán Neumann las volteretas en política, especialmente las efectuadas por partidos que aseguran estar ubicados en el centro del espectro. El PDC ha querido apropiarse ad eternum de esa posición, y del ‘péndulo’, como bien muestra su propia historia.
Un ejemplo de lo dicho podemos encontrarlo en esta situación, antigua, pero siempre vigente. Años después de haberse producido el golpe de estado -al que la DC había coadyuvado de manera sibilina- inició los ataques verbales contra la dictadura al constatar que los militares no iban a traspasar el poder mediante un llamado a elecciones en las que ese partido confiaba obtener pingües dividendos políticos. Entonces, confirmando cuán certera en su alma era la “teoría del péndulo”, comenzó a insuflar aires de democracia a un territorio que la había perdido, precisamente, por la negativa a defenderla, propiciada por políticos como los que formaban parte de esa tienda, muchos de los cuales siguen perteneciendo a ella (como Mariana Aylwin, Eduardo Frei, Edmundo Pérez Yoma, los hermanos Walker, Gutenberg Martínez, Andrés Zaldívar, Jorge Burgos, etc.).
En el mes de abril del año 2015, en uno de mis artículos escribí: “Queda en la retina una figura difícil de borrar. En la antigua Concertación, y hoy en la Nueva Mayoría, la DC pareciera ser “la quinta columna” de la derecha conservadora y de las falanges franquistas y venteos vaticanos. Una especie de caballo de Troya amenazando dentro del bloque oficialista a los socialistas de verdad (que al interior de esa coalición son poquísimos ya)”.
Fue una premonición que hoy comienza a tomar cuerpo. Por eso, no ha de extrañar a nadie lo que determinó la Junta Nacional de la Democracia Cristiana respecto a no ir a primarias y optar por un camino propio que lleve a Carolina Goic –su actual abanderada y presidenta- a la primera vuelta electoral presidencial el 19 de noviembre del presente año.
Un tufillo a contubernio (el tiempo dirá si fallido o cumplido) recorre los escenarios políticos chilenos en estos momentos. Hay quienes creen que mientras Ricardo Lagos poseyó cierta probabilidad de ser candidato presidencial yendo a las primerias de la Nueva Mayoría, el PDC se mantuvo tranquilo en la coalición gobiernista, ya que, en gran medida, Lagos era hombre aplaudido por la derecha económica y el empresariado, referentes que siempre han estado en lo más alto de la consideración y confianza de muchos líderes democristianos. Derrumbada la posibilidad de Lagos, el PDC creyó llegado el momento de alzar un candidato propio para evitar el triunfo de postulantes que no son del agrado de los megaempresarios. Carolina Goic resultaba ser la figura ad hoc para ese objetivo.
”Es lo que hay”, pareciera haber dicho la mayoría de los integrantes de la Junta Nacional DC, conscientes de cuán ímprobo podría ser un triunfo de Carolina Goic en las presidenciales, pero ante los ojos de inversores y megaempresarios el PDC desea dejar claro testimonio de su obsecuente disposición a atender y satisfacer los intereses del gran capital. No vayan a pensar en Casa Piedra que la DC está interesada principalmente en solucionarle los problemas a las clases populares. Una cosa es el discurso populachero, pero otro asunto muy distinto es la acción misma.
Sin embargo, más allá de lo que legítimamente pueda determinar esa tienda partidista en relación a su participación en los comicios presidenciales, es imperioso señalar que definitivamente “salió” –abandonó o se descolgó- del bloque oficialista llamado Nueva Mayoría, por lo tanto, en consecuencia lógica y sana, todos sus militantes y partidarios deberían, de inmediato, renunciar a los cargos públicos que ocupan merced a haber sido designados en ellos por la actual presidenta de la república.
Es un hecho que muchos no lo harán. Seguramente considerarán que tamaña decisión es un exceso, y quedarán a la espera de lo que ocurra con el ‘péndulo’, ya que no bien la Junta Nacional DC votó por el ‘camino propio’ algunos de los dirigentes principales comenzaron a promover la idea de lograr un acuerdo con la Nueva Mayoría para establecer un pacto en lo referente a las listas parlamentarias. Es decir, como podría afirmar un amigo muy huaso (y muy ladino) que conozco por estos rumbos rurales: “no estoy, pero estoy, y tal vez esté sin estar”.
Nada nuevo bajo el sol; después de todo, la DC utilizó esa teoría pendular durante el gobierno de Salvador Allende, cuando, jugando a las vivarachadas en espera de obtener todos los beneficios no le fue posible lograrlos, por lo que se montó sobre el péndulo no bien este comenzó a balancearse hacia la derecha. Fundó la CODE (Confederación Democrática) junto al vetusto y ultra conservador Partido Nacional, desestibó el gobierno de la Unidad Popular, con cantos de sirena llamó a los militares a un golpe de estado y luego, una vez constatado que las fuerzas amadas no le entregarían el poder, inició la contraofensiva sumándose a la enorme masa opositora al totalitarismo, adhiriéndose (más por conveniencia que por convicción, como quedó demostrado años más tarde) a las dignísimas tareas que la iglesia católica llevaba a efecto en lugares como la Vicaría de la Solidaridad y en algunas confederaciones sindicales.
Hoy, una vez más, se aferra al ‘péndulo’ que señala (en este momento al menos) cuán posible se ve un triunfo del derechista Sebastián Piñera en la carrera presidencial, pero, también, manteniendo una patita fuera de ese círculo, el PDC trata de conservar cierto grado de unidad con el viejo bloque del que formó parte durante 30 años, esperando pactar con sus antiguos camaradas de ruta un acuerdo que le permita seguir unida a ellos en la lucha parlamentaria.
Nada nuevo bajo el sol político chileno en cuanto al actuar de la Democracia Cristiana. La teoría del péndulo es la que –según ella afirma- le permite vocear: “el rey ha muerto…. viva el rey”. Y ese reinado cree posible llevarlo a efecto ya sea sola (acompañada por algunos ex PPD y liberales varios), tanto como asociada a sus más antiguos y más sólidos amigos y patrones de la derecha. Ahí está la madre del cordero…