Lo más grave de Guillier, tras la decisión del PDC, no es en qué partido militará, ya que esto es absolutamente instrumental.
Es haber nombrado a un encargado programático como Rosales, que le hace reverencias a las transnacionales, y que es amante del statu quo, con un discurso muy similar al de Valdés y Eyzaguirre: al igual que para la derecha, lo principal es el ahorro del país, importándoles un bledo la desigualdad y la exclusión.
Y a la vez, unas declaraciones un tanto nauseabundas de otros sectores de la NM sobre evitar a toda costa que se infiltre la derecha, bajando cualquier pretensión de coherencia con la agenda de derechos y justicia social que mencionó Elizalde como las grandes tareas del momento.