Ezzati pide clemencia para los criminales que habitan Punta Peuco y que se encuentran enfermos. Que son personas con mucha edad y la clemencia debe brotar del corazón de las autoridades, dice. Llevan ya años encerrados y han pagado la deuda con la sociedad.
Piensa que los chilenos deben sentirse ya reparados por los delitos que los militares cometieron en un periodo extremadamente difícil/criminal en la historia de Chile. Ezzati se equivoca una vez más. Siempre se ha equivocado, es un prelado con pocas luces encendidas. No ha cumplido las condiciones de un pastor justo, abandonó a los que han sido abusados, maltratados, golpeados, injuriados por cardenales, obispos, curas y diáconos, mientras Karadima mira por la tarde la pequeña casa en la pradera.
Ezzati no tiene calidad moral para pedir por nadie ni por nada. En el fondo de su antiguo testamento personal, la indiferencia y postura clasista y mercantil de la fe católica está enraizada la negación de la verdad enorme como una catedral. Es cierto que él no es responsable de ningún delito de la Inquisición ni tampoco firmó decreto que llevara a la hoguera a nadie, pero ha justificado cada uno de los crímenes cometido con su silencio cómplice.
Los cristianos esperan que un día, que un día calendario con sol, cuando la Iglesia habla en el Te Deum, se mencione y recuerden a los sacerdotes que fueron golpeados, que fusilaron o que están hasta hoy detenidos desaparecidos. Ezzati guarda silencio y responde que para eso está la resurrección de los muertos.
LOS QUE ESTAN EN PUNTA PEUCO DEBEN PAGAR POR SUS CRIMENES HASTA EL ÚLTIMO DIA.
Están en la cárcel sencillamente porque la justicia encontró sobradas razones para encerrarlos, por ser un peligro para la sociedad y así pagar privados de libertad por los deleznables delitos cometidos. Nunca en nuestra historia se había constatado tanta crueldad, tanta perversidad entre personal uniformado pagado por todos los chilenos. La ciudadanía les entregó el privilegio de hacer uso de las armas para defender a la patria ante un eventual ataque proveniente del exterior.
Constancia de los crímenes cometidos se puede encontrar en el Informe Verdad y Reconciliación, al que hay se agrega el sobre Tortura, tratos crueles inhumanos y degradantes. Sabemos y es de dominio público que toda la evidencia dejó claro que los militares quebraron la institucionalidad por orden de la CIA, el Departamento de Estado norteamericano y del mismísimo presidente del país de la bandera con barras y estrellas. Tratan de escribir mercurialmente que fue el llamado del alma de la patria, y la inmensa mayoría de los chilenos la que los convocó para un acto que ellos consideran heroico.
Los que están cumpliendo condenas en Punta Peuco tuvieron un juicio justo. Ninguno de ellos luego de ser detenido se le sometió a torturas o tratos crueles, todo lo contrario. Los valientes soldados fueron llevados a los tribunales y pudieron sin presión declarar lo que sus abogados le proponían y dictaban, todos ellos tratando de disminuir su participación y mintiendo. Eso, tan característico de los militares, de público conocimiento es su cobardía.
El paso de los años hace que los delitos que cometieron los militares se vayan diluyendo, haciéndose como un asunto del pasado. En los diarios y periódicos ya no encontramos en sus portadas diciendo que miristas son asesinados como ratas en Argentina, o que hay una vendetta. Puchuncaví y Ritoque ya son desvencijadas cabañas y en su tiempo un campo de concentración.
No asombra que la UDI y sus pasivos cómplices vayan y pidan clemencia para los asesinos, así debe ser. La UDI no hace nada contrario a lo que dice y lo que piensa. Cuando van y hablan por sus asesinos están prestando el hombro y su vocería, son sus herederos y sus lloronas rosario en mano.
Los UDI no nacieron hace algunas semanas, ya estaban grandes para el 11 de septiembre y conocieron todos los delitos, la tortura, el exilio, la prisión, la muerte y los desaparecidos. Un batallón de parlamentarios binominales recibiendo salarios de sus amigos aliados empresarios. Resumidero de uniformados en retiro y jubilados con millonarias pensiones sin haber ganado una guerra. Una larga fila de corruptos y ladrones de dinero público.
Ezzati debe saber o por lo menos alguien debería contarle, que en 1925 se separó la Iglesia del Estado, es decir, los asuntos de la iglesia en sus capillas. El cardenal debe usar el púlpito y la catedral para recordar a sus muertos con sotanas y que optaron por trabajar con los pobres, y por supuesto con algo menos de oropel.
DE PUNTA PEUCO SE DEBE SALIR EL ÚLTIMO DÍA….