Si usted espera ver algún resultado en la investigación de la gigantesca estafa urdida y aplicada con esmero durante años por parte de un número de carabineros que jamás se va a determinar con precisión, vaya haciéndose moñitos.
Lo que se han robado es una cantidad que tampoco se va a conocer en su real magnitud.
Y los nombres y grados de los mandos metidos hasta la cachita en ese desfalco, quedarán en el misterio más oscuro.
Y el destino final de esas fortunas, será un caso sin solución, solo comparable con la trisección del ángulo.
Desaparición de expedientes, incendios casuales que arrasarán con pruebas y de testimonios, muertes accidentales, atropellos fortuitos, olvidos inesperados, interpretaciones jurídicas adecuadas, jueces imaginativos, transferencias secretas, prensa olvidadiza y quizás la aparición de la Virgen de la Asunción, serán eventos que podrían colaborar para que esos juicios de disuelvan en el tiempo, sin que nadie o muy pocos, salgan alcanzados.
Y por qué no, razones de Estado, las que siempre están a la mano cuando se trata de ocultar sinvergüenzuras que enlodan a los poderosos.
Hemos dicho majaderamente que el cuerpo de Carabineros tal y como lo vemos a diario, es una anomalía democrática.
Tal es un gato en el mostrario de los ratoncitos.
A su rol de encarnizados cuidadores de los poderosos, han agregado una veta financiera para equilibrar sus balanzas de pago. Quizás se entienda mejor ahora la fruición con la que torturan mocosos, el estilo que asume la parábola del palo que cae en la cabeza del molestoso descontento o la puntería de la que hacen gala contra mapuches y estudiantes.
Con bonos de esa envergadura, cualquiera se motiva.
Pero por muy grande que sea el fraude, no va a pasar mucho. Cobrará más sentido que nunca el chiste del camarada Bombo Fica, ese que trata del traficante que cayó con cinco kilos y fue dejado en libertad luego de ser regañado por andar con un papelillo.
A lo sumo, un paso raso inadvertido va a asumir la culpa de todo, luego de lograr un buen acuerdo con algún fiscal patriota, imaginativo y desinteresado.
Pero, ¿habrá sido solo por el amor al buen pasar que esa trenza de pacos cogoteaba al erario nacional?
¿No habrá una operación de algún alcance mayor en estas patrañas que esquilman el presupuesto?
Da lo mismo. De haber una cover action in progress, nunca se sabrá. Así son esas cosas en el país de la alegría que nunca llegó.
Lo único cierto es que se va a volver a verificar el imperio de la impunidad para los poderosos, esa herencia que creó la cobardía de los políticos corruptos de la Concertación, para poner a salvo a aquellos que colaboraron con la dictadura y que ahora lucen respetable mote de demócratas.
El robo perpetrado por carabineros no es el único en el que se han visto envueltos uniformados.
El caso fragatas, los tanques Leopard, equipos policiales, millonarias pensiones, el uso de los fondos del 10% de las ventas del cobre y un sinnúmero de casos más en los cuales uniformados han robado fondos públicos mediante coimas, comisiones y otras monras, y que han quedado en la más hedionda de las impunidades, suma los rasgos de una cultura y no una mera casualidad.
Estos robos se relaciona íntimamente con la impunidad en que quedaron los criminales que estuvieron al mando del país por largos, oscuros y terroríficos diecisiete años, partido por el mismísimo tirano, salvado de la justicia europea por los esfuerzos del ex presidente Frei, democratacristiano como él solo, y de su Ministro del Interior, ex socialista de camisa verde oliva, José Miguel Insulza.
La señal fue que se podía seguir robando porque las nuevas autoridades pos dictadura jamás dirían nada por tratarse de cobardes, cuando no cómplices, de muchos arreglines y negociados que habrán quedado sepultadas en un cuarto de siglo de omisiones y amistades republicanas.
El actual General Director de Carabineros amenaza con una querella en contra de quienes resulten responsables. Tardía reacción de quien fungió como director de inteligencia del Cuerpo en momento en que una turba de ladrones se llevaba el presupuesto institucional para la casa.
Faltaba más.
Más efectos punitivos podrían tener varios padrenuestros rezados mirando para la muralla.