Noviembre 15, 2024

Donald Trump y su peculiar política exterior

Hace pocos días atrás, el Presidente Trump ordenó el lanzamiento de 59 cohetes super sofisticados y dirigidos hacia una base aérea siria. Con este inesperado y exitoso acto bélico, el presidente estadounidense hábilmente cambió el entorno político en Washington y también en otras capitales occidentales.

 

La prensa planetaria dejó de discutir la intervención rusa en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos. También dejó de discutir la probable alianza entre el presidente Trump y el presidente Vladimir Putin. Los países aliados a los Estados Unidos, felicitaron a Trump por haber roto la parálisis en el uso del poder y que había afectado gravemente a la pasada administración Obama. Por fin los Estados Unidos una vez más, clarificaban quién era el  patrón del mundo y también, quién nuevamente defendía los valores democráticos, la globalización y el cosmopolitismo. Los aliados europeos y asiáticos del nuevamente resucitado hegemón, volvieron a respirar con tranquilidad y satisfacción. Con esta brillante acción, los Estados Unidos habían dejado muy en claro cuáles eran las reglas y los castigos que de aquí en adelante tendrían que sufrir aquellos Estados incivilizados que no aceptaban las normas impuestas por la civilización occidental.

               No obstante todas estas felicitaciones de parte de los líderes occidentales, es preciso clarificar y analizar con mayor profundidad, algunos puntos importantes y trascendentales de los hechos ocurridos. Está más que claro que el ataque a la base aérea siria no cambió para nada el balance de poder ni en Siria ni en el mundo. Los Estados Unidos no han ganado nada sustancial y la guerra continuará siendo favorable al  Presidente Asad y a la coalición entre Rusia, Irán y China que continuará consolidándose. Rusia, Irán y Asad pueden ahora seguir con la destrucción de los debilitados rebeldes pro occidentales, con bombardeos convencionales masivos. La coalición anti occidental, sabe que el Presidente Trump no reaccionará si los futuros ataques sólo son convencionales y no incluyen armas químicas. Lo que el Presidente Trump en verdad hizo y lo hizo muy bien, fue una espectacular jugada politológica destinada a cambiar radicalmente la discusión dentro de los Estados Unidos. Ya no se habla de la intervención rusa en la elección presidencial pasada o de la posible futura alianza entre el presidente Trump y el presidente Putin. De esta forma Trump brillantemente se sacó de encima un enorme problema de política interna. 

               En realidad, este ataque a la base militar siria tiene todas las características de un inteligente engaño politológico. Todo esto fue una genial movida para cambiar la atención del público y la prensa, lejos de la enormemente dañina discusión sobre los aparentes lazos de Trump con Rusia. Todo esto es así pues los Estados Unidos saben que el régimen sirio ha realizado otros ataques con armas químicas en meses recientes y también en días posteriores a la fecha en que Trump asumió el poder. Ninguno de estos ataques motivó  respuestas contundentes contra Asad. Pareciera que uno de los motivos principales que Trump tuvo para utilizar los 59 cohetes, fue el ferviente deseo de señalar y demostrar a los estadounidenses la gigantesca debilidad de la administración del Presidente Obama.

               Si los Estados Unidos y sus aliados, hubieran atacado a Siria en el año 2013, podría haberse evitado el aumento de la fuerza de ISIS y otros grupos extremistas, el enorme crecimiento estratégico de Rusia, la terrible desestabilización de Europa con los inmigrantes y la pérdida de cientos de miles de vidas en Siria. Si los gobiernos occidentales hubieran sido más inteligentes y hubieran dado la ayuda necesaria al llamado ejército de Siria Libre, estos hubieran podido con facilidad derrocar a Asad desde hace años. En el año 2013, los rebeldes sirios contrarios a Asad tenían gran apoyo occidental y también gran apoyo de los países petroleros del golfo pérsico. Todo lo que se necesitaba para obtener el triunfo en aquella fecha, era que los occidentales destruyeran la base aérea atacada hace algunos días atrás y sólo un par de bases más. Con estas bases aéreas destruidas hace 4 años, los rebeldes sirios pro occidentales habrían tenido la fuerza suficiente para triunfar sobre Asad. Está más que claro que la ineptitud del Presidente Obama y de sus aliados británicos y franceses, tienen una enorme responsabilidad por la derrota que hoy en día las fuerzas occidentales están teniendo en Siria.

               Después del reciente ataque a la base militar aérea, la administración Trump ha dicho que no piensa cambiar su política exterior hacia Siria. Si los Estados Unidos no continúan con nuevos ataques a Siria, entonces será evidente que el ataque de la semana pasada sólo fue una brillante maniobra política destinada a resolver problemas en Estados Unidos y en ningún caso a debilitar y castigar al gobierno de Asad. Una acción con verdaderos objetivos bélicos no se anuncia por anticipado a los rusos y por supuesto no se permite que el enemigo saque el material bélico más sofisticado del blanco elegido. Ni tampoco es claro que días después se mande al Ministro de Relaciones Exteriores estadounidense a dar explicaciones al Presidente Putin, pasando en esta tarea varias horas. Es necesario recordar que ésta inspirada estrategia politológica de resolver problemas internos usando espectaculares actos seudo bélicos en el exterior, está aún en pleno desarrollo.

               Una flota de naves de guerra estadounidense va rumbo a las costas de Corea del Norte. Nadie sabe cuáles son los objetivos militares de dicha flota, pero conociendo las habilidades de Trump, es probable que la flota termine realizando una espectacular demostración de fuegos artificiales en las costas de Corea.

               Todas estas tácticas pirotécnicas tienen su límite. Un error de cálculo, puede sin que nadie lo desee, iniciar la Tercera Guerra Mundial y esto si sería una gran catástrofe para el planeta. Es hora de que el Presidente Trump termine con sus actos espectaculares y se dedique con seriedad a resolver los problemas de fondo que hoy afectan a su administración. Es verdad que los dos presidentes populistas que han tenido los Estados Unidos en tiempos pasados, han iniciado sus períodos presidenciales con actos espectaculares para remecer a la opinión pública y atemorizar a las elites corruptas que porfiadamente tratan de paralizarlos. El Presidente Franklin Delano Roosevelt  en 1933, inició su período ordenando que millones de trabajadores cesantes abrieran gigantescos hoyos y zanjas, para que luego otros millones de trabajadores, también cesantes, volvieran a taparlos. Esta descabellada idea duró unas pocas semanas, pero ella puso dinero en el bolsillo de los pobres y con esto, algo revivió la economía. Sin embargo, lo más importante, fue que se recobró la esperanza y el optimismo. Luego vino el gran programa de obras públicas que eventualmente sacó a los Estados Unidos de la  Gran Depresión de 1929. Similares medidas aparentemente descabelladas y populistas, fueron tomadas por el Presidente Andrew Jackson a principios de su mandato en el año 1829. No obstante todas estas medidas aparentemente poco razonables, estos dos presidentes trabajaron sistemáticamente en la férrea organización de una poderosa coalición política nacionalista. Fue el actuar eficiente y eficaz de esta coalición exitosa la que verdaderamente les permitió a ambos presidentes populistas cumplir con sus sueños y programas, ampliamente favorables para las grandes mayorías.

               El Presidente Trump debería dialogar con los demócratas que votaron por Bernie Sanders y mediante esto, lograr convencerlos  de que su política de aislacionismo externo  y  nacionalismo interno, es altamente beneficiosa para la sociedad estadounidense en su mayoría. Esta mayoría de clase media y trabajadora, en los últimos 40 años, ha sufrido las catastróficas políticas globalizantes emprendidas por una elite rica, cosmopolita e imperialista, que cayó en el profundo abismo de la corrupción generalizada. Si el Presidente Trump no logra consolidar esta alianza entre republicanos nacionalistas y demócratas nacionalistas, no podrá gobernar con tranquilidad y así se verá obligado a utilizar constantemente una política exterior sumamente peligrosa y que pone en severo riesgo la paz mundial. Es necesario recordar que las grandes potencias optaron por un peligrosísimo juego politológico externo a partir del año 1910, y todo este juego terminó con la catastrófica Primera Guerra Mundial en 1914.

F. Duque Ph.D.

Cientista Político

Puerto Montt, 13 de abril de 2017

 

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