El pueblo sirio es víctima de uno de los más crueles genocidios del siglo XXI, y de los 20 millones de sirios, ha habido 470.000 muertos y cinco millones de ellos han tenido que huir a los países europeos, donde han sido muy mal recibidos o bien, rechazados debido al miserable egoísmo y racismo de esos países. Francia, que se ufana de ser la tierra de asilo, del país de los derechos del hombre, apenas ha abierto sus puertas a un número ínfimo de refugiados; sólo Alemania ha acogido a cerca de un millón de refugiados, pero la Canciller ha sido muy criticada por sus conciudadanos por este gesto humanitario.
De los 2,7 millones de refugiados, reconocidos por AGNUR, 115 mil se encuentran en Egipto y un número similar en Turquía, pero no se dispone de datos que nos indiquen su ubicación exacta, así como las condiciones en que se encuentran.
Siria, históricamente, ha sido el pasadizo del Medio Oriente – Damasco es la tierra de San Pablo, el fundador del catolicismo – y se encuentra rodeada de polvorines como Turquía, antigua sede del imperio otomano; Iraq, país destruido por la invasión norteamericana, liderada por George W. Bush, y el camino de penetración del terrorista grupo islámico del califato, ISIS, que ya ha invadido el territorio sirio; por el otro lado, Jordania, cercano a la zona israelí, país con el cual también tiene una franja; y el Líbano. Por otra parte, el pueblo kurdo, que está asentado en Iraq y Siria, en el primero con ocho millones de habitantes y, en el segundo, con tres millones de habitantes, actualmente lucha por su independencia.
El drama que sufren las mujeres y niños y los demás habitantes civiles de las grandes ciudades de Siria, que tanto enterneció a Donald Trump, se ha prolongado por más de cinco años, ante la vista y paciencia de los egoístas europeos y de la indiferencia de los países que se dicen civilizados y humanistas. Morir en Alepo, por ejemplo, es tan tétrico como morir, en el pasado, en Madrid o en Beirut, y lo terrible es el desprecio y el racismo de pueblos que predican los derechos y la solidaridad entre los hombres.
El gas sarín comenzó a ser utilizado por los alemanes en la campaña contra Bélgica, en 1914, en la Primera Guerra Mundial, (se puede decir que la guerra química dominó esta brutal carnicería que costó a Europa 19 millones de muertos). Posteriormente, los gases tóxicos fueron utilizados en la guerra de Iraq y también con motivo de una serie de conflictos en el Medio Oriente. En Chile, durante la tiranía de Augusto Pinochet, se usaron estos gases letales para asesinar a los opositores al régimen dictatorial, (pensar que en Chile aún hay fascistas que votarán por Sebastián Piñera, apoyado por el partido del dictador, la Unión Demócrata Independiente, UDI).
Los efectos del gas sarín son conocidos y una pequeña dosis, equivalente a la cabeza de un alfiler, basta para acabar con una persona y, a diferencia de los misiles, su efecto se expande como una nube, afectando a los civiles que están cerca del lugar de la explosión de la bomba que, en el caso de Siria, el gas fue lanzado desde aviones. Las pocas personas que logran sobrevivir quedan con secuelas irreversibles en su sistema nervioso – baste ver imágenes, en Youtube, de soldados sobrevivientes para conocer los monstruosos efectos.
Donald Trump se ha dado una vuelta de carnero, muy típica de este personaje irresponsable y desconocedor de la política internacional: hace una semana “pololeaba” con el “zar” Vladimir Putin, y aseguraba que no tenía ningún interés en derrocar al Presidente Bachar El Assad, y centraba su campaña en exterminar a ISIS, pero hoy, al atribuir la responsabilidad del uso de armas químicas al gobierno sirio, cambió de campo de un día para otro, y decidió atacar la base aérea de Khan Cheik Houn, que precisamente era centro sirio de operaciones para exterminar a ISIS. Como su predecesor, George W. Bush, se saltó la aprobación del Congreso norteamericano y, sobre todo, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sin importar el veto de Rusia y China. Nuevamente, Estados Unidos se comporta como “el matón de barrio” y, esta vez, con la aprobación de Gran Bretaña, Alemania y Francia – sólo un pequeño país sudamericano, Bolivia, se atrevió a pedir una sesión extraordinaria al Consejo de Seguridad de la ONU. Esta vez Chile, como en la mayoría de los casos, tiene una política ambigua. (Qué lejos está nuestro mal Canciller de la valentía del otrora Presidente de la República Ricardo Lagos, quien le contestó con un rotundo no cuando Bush le pidió el apoyo para invadir a Iraq).
¿Qué destino tiene la injerencia de los Estados Unidos en Siria? En primer lugar, al igual que en Libia, no se trata sólo de propiciar un golpe de Estado, sino de destruir completamente una nación y un país, con el fin de apropiarse de su riqueza natural, el petróleo y el gas; una vez destruido Siria, labor ya comenzada y, casi, completada, vendría la instalación de un gobierno títere, cuyos hilos serían manejados por Estados Unidos. No hay que ser ingenuo, pues puede darse un acuerdo con Rusia para repartirse el territorio y, por tanto, sus riquezas.
El enemigo principal de Estados Unidos, en el Medio Oriente, es Irán, y no sería raro que aprovechara el caos sirio para atacar este país. Por otro lado, está la Turquía del tirano Tayyip Erdogan, que siempre ha estado interesado en apropiarse del territorio sirio – antes perteneció al imperio otomano -; en otro plano, los sionistas de Israel, que aplaudieron con fervor el ataque de Estados Unidos contra el ejército sirio, estaría muy feliz de eliminar un peligro contra su nación en el Medio Oriente y, convertirse así en hegemónico. El pueblo kurdo también lucha por la independencia e identidad nacional.
La intervención norteamericana, al igual que en Egipto, Libia y Túnez – con la llamada “primavera árabe” -, y la invasión a Iraq, está destruyendo al Medio Oriente. Por otra parte, está en conflicto con Corea del Norte y, en algunos aspectos, con China, país con el cual tiene una competencia comercial, considerando, además, que China es dueño de la deuda externa del imperio americano.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
08/04/2017