Noviembre 15, 2024

Todos británicos: La desilusión con Europa va más allá de la crisis económica

En lugar de europeizar a Reino Unido, los europeos nos hemos vuelto más británicos. Ya sea por un euroescepticismo sano o por un nacionalismo enfermo, Bruselas ha dejado de ser el hada madrina para convertirse en la bruja de todos los cuentos. Y para salvar a Europa de la hoguera, debemos entender que la sociedad europea se ha vuelto menos creyente, o menos crédula. Más anglosajona.

 

Desde su entrada en 1973, los británicos han sido los menos comunitarios. A los dos años, ya habían convocado un referéndum sobre la permanencia y cuestionado el producto estrella de Bruselas: la política agraria común. Incluso en los mejores tiempos han sido pocos los británicos con una visión positiva de la Unión Europea. El Brexit no debería sorprender.

Lo que sí es llamativo es que, en la última década, el resto nos hayamos acercado tanto a los británicos. En Italia la opinión favorable a la UE ha caído del 78% al 58%; en Francia, del 69% al 38%; y en España, del 80% al 47% (Pew Research Center). La desilusión con Europa va más allá de la crisis económica. Pues, tras un leve repunte en 2013-2015, el apoyo a las instituciones europeas ha vuelto a descender.

Apenas la mitad de los europeos las aprueban. Y el porcentaje de quienes reclaman la devolución de poderes a los Gobiernos nacionales dobla al de partidarios de más transferencias a las instituciones europeas.

Con estos mimbres, es difícil construir más Europa. Pero sí podemos moldear una mejor Europa. Para ello, las élites políticas europeas deben comprender que el euroescepticismo no es una fabricación de políticos populistas que engañan a los votantes, sino una corriente social de fondo. Desconfiamos de las autoridades que no responden de sus acciones. Lo que no es un principio reaccionario, sino la base del pensamiento político anglosajón.

La salida de Reino Unido puede alumbrar una nueva Europa formada por constelaciones de países que se unen “a la carta” para proyectos definidos (euro, mercado único, Schengen) con responsables claros. Una Europa menos espectacular pero más flexible.

Cuando los británicos se van, el pragmatismo anglosajón puede entrar en Europa.

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