Septiembre 20, 2024

El Neofascismo y la derecha neoliberal de hoy (reactualizado)

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neonazisEl neofascismo de hoy colea en un imperio perfecto, lleno de supremacía y principado. Para ellos no existe la  intranquilidad. No son altruistas. Tampoco  podemos hablar de áreas del tercer mundo.  El fenómeno, pues, ya no se asocia a las zonas atrasadas. El neofascismo circula por países desarrollados y subdesarrollados.  El neofascismo en Alemania,  Portugal e Italia  obedece al pasado: (véase el neofascismo en Chile: heredero de una dictadura fascista).

 

 

Hoy no se trata de experiencia política sino que de dictados ideológicos. Los estudiosos del fascismo deben visualizar pues la realidad con un ojo de vaca. El neofascismo se puede enfocar en las estructuras represivas de un Estado. (véase la represión contra los estudiantes, contra los sin casa, contra los pobres de la patria: Piñera es un heredero de una dictadura fascista).

 

Los orígenes del neofascismo son la proliferación de una exigencia puramente global. El ultranacionalismo hoy es historia del pasado. No se lucha por un sistema socialista o nacionalsocialismo. Las corrientes políticas se han extinguidos. Hoy se plantea el aseguramiento de un orden ya definido, practicado y usado en varios países del mundo.

 

El neofascismo latino se apoya en el fascismo europeo. En fin, no podemos hablar de la impaciencia del neofascismo. Todos los jóvenes que llenan las listas de afiliados al neofascismo se alimentan del culto violento. El mito es Hitler. En Mein Kampf,  se manifiesta el mal del fascismo. Antes fue un combate abierto contra el especulador finaciero: Ahora el valor es otro.

 

 Actualmente los jóvenes de hoy no conocen nada de las bibliografías sobre el marxismo:para que hablar de autores tipo: Laclau, Mosse, Bracher.

 

Todo el aparato neofascista se alimenta de odio racial. El presidente de un núcleo neofascista en Italia es hasta miembro de la “Fundación Pinochet”. (Su nombre no vale la pena entregarlo al lector porque sería como hacerle propaganda).  Preocupa todo el área geográfica que atraviesa el globo. La onda neofacha, el infierno del odio es apoyado por toda la derecha actual.

 

Focalizar los grupos neofascistas no es tarea dura. (véase los infiltrados en las marchas de los estudiantes).

Muchos frecuentan  los estadios o los conciertos. Los grupos se forman en los colegios, en las universidades y en los sectores humildes. Las tareas para cada miembro es el crimen: apuñalar a medio mundo.

 

En Chile  se pueden calcular miles y miles de ellos que viven del culto fascista. En Italia se calculan sus 150 mil. Muchos pensarán que el número chileno es alto. Cierto que Chile no ha salido del tren del fascismo, aún tiene su constitución fascista, mientras otras repúblicas las han abolido.

 

El Neofascismo se ha internacionalizado. Se apoyan  mutuamente. La derecha hace lo mismo. El mal de las sociedades del mundo no son el marxismo sino que  las razas. Entre un ultra derecha y un neofascista no hay diferencias: el filtro es el mismo.

 

Las leyes de los gobiernos de derecha tienen su laboratorio: el extremismo bárbaro.  Muchos se entrenan en enfrenamientos contra sus mismos compañeros de la  policía. Los estadios se llenan de provocadores, las escuelas, las universidades.

El aporte monetario a los círculos neofascistas  pasa de banco en banco y de gobierno a gobierno. Entre el neofascismo y los del Ku Klux Klan no hay concurrencias, sino que alianza. Sobre la supremacía de la raza blanca y del control fascista se han escrito mil intentos. Los núcleos usan banderas de todos los movimientos fascistas del mundo.

 

Las instituciones de la derecha las aplauden. En la patria los grupos fascistas se infiltran en los grupos de estudiantes que luchan contra las reformas estudiantiles, al menos una cosa positiva se puede escribri: los jóvenes de hoy  van formando otra cultura, la antifascista.

 

En fin, el neofascismo se compone de restos descompuestos de una sociedad enferma. Para combatirlos no hacen falta los discursos sino que las leyes: para ello, pues, hay que inventarse un tribunal internacional.  Adiós a los slogans y las fraseologías, urgentemente se necesita una parábola que frene la onda neofascista.

 

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