El cientista político Antonio Gramsci trató el tema de la guerra de posiciones tomando el ejemplo de las barricadas en la Primera Guerra Mundial y adaptándolas a la realidad política. Aunque en un tono menos dramático, podríamos usar el concepto de Gramsci a la realidad política chilena actual.
Hasta ahora, al menos en la invención de las encuestas, el combate aparecería empantanado entre la candidatura de Sebastián Piñera y la de Alejandro Guillier, pues los candidatos no logran prender en los sondeos de opinión; por ejemplo, el ex Presidente Ricardo Lagos se ha estabilizado en un 5%; José Miguel Insulza y Fernando Atria, no logran salir de la nada misma; el candidato del Frente Amplio aún no ha sido definido, y los nombres que aparecen en los diarios no pinchan ni cortan, como es el caso de Alberto Mayol, que solamente lo conocen algunos pocos lectores de sus obras y sus alumnos de la universidad.
Por el lado de la derecha, Manuel José Ossandón es el único que levanta la cabeza en las encuestas; Felipe Kast, aún disfrazado de una buena moza mujer, lo logra remontar; José Antonio Kast sólo cuenta con el apoyo de unos ex milicos pinochetistas. En fin, todavía no vemos ninguna ofensiva en el horizonte político.
Como en el ciclismo, hay dos escapados, seguidos por un compacto pelotón, Piñera y Guillier.
Una situación como esta exige tomar el camino de una guerra de posiciones, es decir, avanzar algunos metros durante meses de batalla; la única diferencia es que no ha sucedido ninguna mortandad, salvo la incapacidad de los partidos políticos para reficharse, según sus propios parámetros, pero la ciudadanía permanece impasible ante tanta desidia en el trabajo partidario y nadie está dispuesto a pedir una tregua para recoger cadáveres.
Un ejemplo en esta “guerra de posiciones” es de la visita que realizó la presidenta de la UDI, senadora Jacqueline van Rysselberghe, a la cárcel de Punta Peuco – cárcel especial donde se encuentran los principales violadores de derechos humanos durante la dictadura de Pinochet – con el fin de “cerciorarse en persona” sobre las condiciones de salud de los condenados por delitos de lesa humanidad. Esta dirigente de la UDI hace gala de una hipocresía digna de mejor suerte, pues se muestra tierna y conmovida ante la situación de estos asesinos y dice que no es razonable que tengan que morir en la cárcel, y que su visita no le quita ni un solo voto a Sebastián Piñera.
La UDI, en este caso de la visita de la senadora, sólo ha sincerado su posición en favor del golpe militar, su admiración por el asesino y corrupto Augusto Pinochet y, además, lo que es peor, el nulo arrepentimiento y condena del régimen que hizo desaparecer a tantos chilenos y chilenas – por desgracia, en Chile hay aún muchos fachos que votan por los líderes de este Partido -. Los derechistas, que se muestran tan compasivos con los autores de alevosos crímenes contra la humanidad – muchos de ellos partidarios de la pena de muerte, incluso, su famoso líder Jaime Guzmán Errázuriz, quien declaró ante la Prensa que los fusilamientos eran una oportunidad para que el condenado de arrepintiera, lo mismo que sostenían los inquisidores cuando se aplicaba la tortura al hereje como un método para castigar su cuerpo y poder salvar su alma -.
La visita de la presidenta del Partido UDI que, de seguro, va a apoyar a Piñera, tiene un objetivo táctico: esta vez no van a permitir que este millonario haga lo que quiera – como en su primer período, como cerrar el penal Cordillera, mucho menos de hablar de cómplices pasivos; esta vez, la UDI lo va a tener cortito exigiéndoles culto a Pinochet y simpatía con los presos de Punto Peuco. Por otro lado, se trata de quitarle su principal bandera al candidato a la presidencia, José Antonio Kast, y lo más importante de su visita es reconquistar los votos de los militares retirados, muy enojados con Piñera por el incumplimiento de sus promesas, según ellos. Si Piñera ganara en las elecciones próximas va a tener que gobernar con la UDI.
En cuanto a la centro izquierda – término que carece de sentido en el Chile de hoy – también ha adoptado la guerra de posiciones, y la Junta Nacional del Partido democratacristiano, que tuvo lugar el sábado 11 de marzo, es una prueba de ello. La elección por unanimidad de Carolina Goic como candidata presidencial caía de maduro, pues no cabe duda que es la mejor candidata: una líder honesta y que posee bastante sentido común, con un discurso asertivo, atractivo y cercano; es bastante críptica, por consiguiente, no ofende a nadie.
Los Walkers, los Martínez, los Alvear, los Pérez Yoma, los Aninat se hacen los tontos cuando Goic, en su discurso domicilia al Partido en la centro-izquierda. Ellos saben muy bien que esa Junta no se iba a acordar el camino propio, ni mucho menos, a una candidata democratacristiana para la primera vuelta, es decir, el principio del fin de la Nueva Mayoría que es, precisamente, lo que ellos se proponen lograr.
Después de esta Junta, cada uno se queda en su trinchera a la espera del momento de inicio de la ofensiva. Como en la Primera Guerra Mundial, saltar la barricada te aseguraba la muerte por una ráfaga de metralleta del enemigo, o bien, por el gas mostaza u otras armas. Los derechistas democratacristianos saben que la mayoría del Partido no los apoya en sus propósitos, y que el camino propio o la candidatura en la primera vuelta – que viene a ser lo mismo -, significa el quiebre de la Democracia Cristiana y el triunfo seguro de Sebastián Piñera.
En toda la historia dela Democracia Cristiana quienes han postulado al camino propio lo hacen para disimular su deseo de unirse a la derecha. El “vuelo del cóndor” de sobrepasar a la derecha y la izquierda carece hoy de todo sentido, mucho menos, la idea del “partido de vanguardia”, postulado por uno de sus líderes, don Jaime castillo Velasco, es decir esa idea ha quedado obsoleta, pues la Democracia Cristiana es, actualmente, un Partido de patronazgo( weber), y que no tiene ningún proyecta progresista, así fuera el comunitarismo cristiano.
Los derechistas democratacristianos son bastante hipócritas: saben que suena mal decirse anticomunista, pero la verdad es que lo son – aunque hay que reconocer que el Partido Comunista actual ha sido muy fiel y disciplinado respecto al gobierno de Michelle Bachelet, que no es el caso de los democratacristianos de Walker, que se han convertido en opositores de Michelle Bachelet.
Los democratacristianos no son capaces de dejar sus “pitutos”, y el día que el gobierno les retire la teta se mueren o bien, pasan a ser una “secta” de nostálgicos.
Hablar de proyectos-país, programas de gobierno e ideas, es muy aleccionador, pero en el estado en que se encuentra nuestra casta política podremos asegurar que las promesas no se cumplirán nunca, y que gobernar es decepcionar, tal como lo muestran casi todos los procesos políticos actuales.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
12/03/2017