Yo nunca quise publicar “Yo acuso”, cómo se les ocurre, habría estado movido por mi careta, mi “persona”, eso que Jung descubrió que era el manto, el antifaz, la máscara creada en sociedad para ocultar el “mi mismo”.
Ahora publico esto -”Yo abuso” – que se corresponde fielmente con el “mi mismo”, ese fondo de la psique que yo, afortunadamente, me descubrí hace muchos años, más de cuarenta.
Este es, entonces, mi “Yo abuso”, franco y al cayo, para remover y desplazar cualquier enfermedad sicótica:
Yo abuso, abusé y abusaré.
Abusé desde que me fui a estudiar a los EEUU e inventé mayores niveles académicos.
Abusé haciéndole creer a don Patricio que yo estaba con el NO cuando inmediatamente fui generalísimo de Büchi contra el mismo bueno de don Patricio.
Abusé desde que, en tiempos de la dictadura de mis amigos, fui nombrado interventor en el Banco de Talca, creé empresas de papel y me presté dinero para echarlas a andar.
Seguí abusando cuando la Corte Suprema de la dictadura me liberó de culpas y se detuvo la persecución de algunos tiras contra mi persona.
Me mantuve en el abuso cuando Claro me mandó a lo de las tarjetas de crédito y yo me quedé con el negocio.
Y suma y sigue.
Desde que abusé, comprándome LAN, abusé en cada negociación internacional valiéndome de información privilegiada -los gringos que nunca han trabajado me sancionaron incluso- o recurriendo a la coima cuantiosa, que los argentinos hoy reclaman.
Abusé cuando coloqué en mi oficina santiaguina un destacado aviso diciendo: “El dinero no lo es todo; también existen las tarjetas de crédito”.
En nuestro (mi gobierno) abusé nombrando subsecretarios y ministros amigos de las coimas, por lo cual algunos de ellos están siendo juzgados, y aceptando apoyo de parlamentarios que han confesado corrupción, están enjuiciados o han sido acusados de asesinatos.
Por ahí cerca me pasé abusando al domiciliar mi empresa en paraísos fiscales, aquéllos usados, como yo mismo declaré en Quito, para no pagar impuestos o limpiar dineros malhabidos. Aún abuso manteniendo ese domicilio.
Y me pasé abusando cuando, siendo lo que he sido, me compré una partecita de una empresa pesquera peruana en el momento en que Chile y Perú esperaban el fallo de La Haya sobre límites marítimos.
Finalmente -es un decir- abuso hoy de la baja conciencia ética de muchos chilenos, apostando a ser su candidato y ganar nuevamente la elección.
No les quepa duda. Seguiré abusando mientras las fuerzas me acompañen.
Atte.