Defensores y críticos no logran despejar dudas sobre el aún incierto desarrollo de la política que Donald Trump desea aplicar interna y externamente en su gobierno. He aquí un rápido vistazo a las opiniones de unos y otros
Debemos convenir en al menos un punto respecto del ‘fenómeno Trump’, y ese punto no es otro que el castigo propinado al Partido Demócrata por los electores estadounidenses.
Es un hecho de la causa que Hillary Clinton comenzó a cocerse en su propia salsa a partir de aquella nefasta noche –mostrada en televisión al mundo entero- cuando en una de las oficinas de la Casa Blanca, junto al presidente Obama y varios asesores civiles y uniformados, observó en vivo y en directo la invasión de militares estadounidenses a la residencia donde pernoctaba el temido Osama Bin Laden, a quien asesinaron en su propio lecho y frente a algunos de sus familiares.
Resulta difícil olvidar la expresión de sádica felicidad que se denotaba en el rostro de la Clinton, quien –no olvidemos esto- desde su cargo de Secretaria de Estado ya había ordenado las invasiones a Libia y a Siria, y muy particularmente había sido principal responsable del apoyo de EEUU en armas y dinero al grupo de fanatismo extremo conocido como Isis o Estado Islámico, cuestión con la cual se otorgó sólido apoyo a la política invasora que el gobierno israelí lleva a cabo en esa zona del planeta.
Consignando las debidas diferencias, algo similar fue lo que ocurrió en Chile con el triunfo de Sebastián Piñera el año 2010, victoria que obedeció también, en cierta medida, a un castigo que el electorado propinó a la ex Concertación, y que ahora, en el 2017, parece contar con posibilidades de repetirse.
¿Cuál es la visión que muchos chilenos tienen respecto del gobierno norteamericano encabezado por Donald Trump? Como en todo orden de cosas existe más de una posición… tres, en este caso. Una de ellas es tal vez la mayoritaria: “no hay opinión porque se desconoce el programa de míster Trump así como se sabe poco y nada del quehacer y de la idiosincrasia política del ciudadano estadounidense”… esta es, lo aseguro, la alternativa que cuenta con más representantes en nuestro país, donde el pueblo –mayoritariamente- carece de información y de interés en ella. Este amplio segmento de nuestros compatriotas piensa y repite preferentemente lo que vio/escuchó en los programas de la televisión abierta, donde las informaciones, amañadas y asfixiadas en beneficio de intereses económicos de una poderosa minoría, son el pan diario de la rutina tele circense.
Veamos, pues, las otras dos alternativas. Empezaremos por mencionar algunos de los comentarios que se escuchan de labios de muchos derechistas al momento de opinar respecto del flamante mandatario estadounidense.
Trump (según visión de gran parte de la derecha chilena):
1) Donald Trump defiende su país luchando para que sea grande de nuevo; a él no le interesa la grandeza ni la pequeñez de otras naciones. Piensa solamente en EEUU como estadounidense. Es por ello que pone atajo al arribo de terroristas, ladrones, resentidos, comunistas y delincuentes venidos de otras tierras, y lo logra mediante el control severo del ingreso de inmigrantes, acá no se hace nada para detener la corrupción y la violencia delictual, mucha de la cual viene en brazos de inmigrantes; por el contrario, acá se le abren puertas a delincuentes, narcotraficantes, violadores y ladrones. .
2) Se preocupa de crear empleos para los estadounidenses; mientras en Chile las políticas oficiales apuntan no sólo a permitir, sino a provocar la llegada de extranjeros que quitan empleos a los nacionales.
3) Rebaja trámites (burocracia) “adelgaza” nómina de funcionarios de gobierno. Acá es un verdadero ‘vía crucis’ para quienes desean iniciar una empresa (trámites caros, engorrosos y múltiples requisitos).
4) Tiene agresivo plan para reducir la delincuencia en todos los estados del país. Acá ella sube como espuma debido a leyes blandas y jueces y gobiernos pusilánimes.
5) Trump autoriza contratos del gobierno sólo a empresas estadounidenses, y no a extranjeras ni a transnacionales (salvo que estas sean estadounidenses).
6) Rebaja impuestos a empresas para que ellas ofrezcan más trabajo a los ciudadanos de esa nación.
7) No vacilará en atacar a naciones de terroristas y fanáticos del Islam y del comunismo, como Corea del Norte, Irán y otros. Ello salvará a Occidente. Amén de que hará todo lo posible para que su mejor socio, Israel, tenga “cancha libre” en Medio Oriente y controle, armas en ristre, no sólo el terrorismo islámico sino también grandes zonas del territorio de países árabes, especialmente aquellos donde fluye petróleo.
¿Y los chilenos no derechistas, qué dicen, qué comentan?
Para comenzar a conocer lo que de Trump piensan los chilenos que forman parte de la última de las alternativas, vayamos al punto Nº 1 mencionado en cuanto a la opinión derechista
“Donald Trump quiere que EEUU sea grande de nuevo” (¿?), y para ello pondrá obstáculos severos al proceso de globalización mediante una política de proteccionismo económico en beneficio de la industria y comercio de los Estados Unidos. La salida del TPP (Acuerdo Trans Pacífico de Cooperación Económica) es un hecho sintomático de lo ya dicho.
Sobre este punto he escuchado opiniones variopintas, una de ellas me pareció incluso tragicómica y decía relación con el derribo del TPP y la revisión de algunos TLC (Tratados de Libre Comercio) por parte de la Casa Blanca. Esa opinión (pertenecía a un agro exportador frutícola de la región de O’Higgins) rezaba algo así como esto: “que los gringos nos hayan inoculado el bendito virus de la globalización y ahora nos lo quiten, es como enseñar a nadar a un niño y después prohibirle la piscina, pues gastó un dineral en trajes de baño, toallas, gualetas, bloqueadores solares, gafas de agua y quitasoles., cuestiones que ahora de nada le sirven”.
El excéntrico ultraderechista llevaba sólo algunos días en el principal cargo de su nación cuando se desató el infierno de incendios forestales en Chile, y de inmediato surgieron las más atrevidas teorías conspirativas, como por ejemplo aquella que apuntaba a los estragos provocados por el abandono estadounidense del TPP y la no compra de madera chilena por parte de EEUU, lo cual habría desencadenado –eso decía la teoría- decisiones de personas desconocidas que provocaron la feroz quema de plantaciones de pinos, obligando a una pronta y total reforestación, misma que como es sabido –se recordaba el DL 701- financia el estado chileno pagando a quienes la realizan. Obviamente, negocio redondo para las compañías madereras, forestales, papeleras y similares. La teoría lo decía, no quien escribe estas líneas…
Opiniones con algo más de asidero en la realidad señalan que el gobernante yanqui tiene los típicos síntomas de todo mega millonario, uno de ellos es la paranoia, y otro, la soberbia. El asunto del muro en la frontera con México da cuenta del temor irresistible que le acosa en relación a inmigrantes que no tangan tez clara, pelo rubio y ojos verdes o azules. Más aún, ese temor puede traducirse rápidamente en odio racial. Árabes, hispanos, latinoamericanos, africanos, son los personajes preferidos para descargar en ellos las fobias de muchos nórdicos y endilgarles la responsabilidad de casi todos los males existentes en el país del norte. ¿Narcotráfico, terrorismo, violaciones, asaltos, asesinatos, robos, alcoholismo? El muro los detendrá… eso asegura Trump. El tiempo, que es el mejor juez, lo dirá.
Pero, el muro difícilmente detendrá la continuidad de invasiones y saqueos que los gobiernos norteamericanos vienen realizando en los cinco continentes desde finales del siglo diecinueve a la fecha. “No podemos ni debemos andar enderezando democracias ni derribando gobiernos tratando de imponer una paz a alto precio(…) No vamos a inmiscuirnos en los asuntos políticos de otras naciones, ni vamos a intervenir en sus procesos eleccionarios”, aseguró en su campaña el hoy Presidente de los EEUU, demostrando con esa frase que ha sido práctica habitual –y brutal- de Washington el meter baza en la soberanía de otros pueblos.
La CIA, que deberá “aggiornarse” para responder a las decisiones del nuevo mandatario, ya está anexando nuevos capítulos a su libraco sobre golpes, saqueos y asesinatos. Desde ahora, EEUU no va a “intervenir” directamente en los asuntos de otras naciones…. se utilizarán otras estrategias y métodos, como “cargarle” drogas o tráfico narco a determinados líderes extranjeros para hacerlos parecer ante la opinión mundial como delincuentes de alto vuelo y, con ello, solicitar su extradición a EEUU. Hace pocos días, el vice presidente de Venezuela tuvo el privilegio de ser el primer escogido en esta nueva era de Washington, la CIA y el Pentágono.
“Aguanta Israel, ya vamos”, anunció Trump cuando aún era candidato a la Casa Blanca, en clara alusión a que su gobierno sería decididamente pro israelí, lo que en cierta medida –en cuanto al conflicto de Tel-Aviv con los territorios palestinos- significaba oponerse también a las recomendaciones de la ONU. Y no sólo quiere Trump ningunear a la ONU, también lo ha hecho con la OTAN, aduciendo que EEUU es quien financia en gran parte los gastos de esa organización. Ratificando todo aquello, hace pocos días, el mandatario estadounidense recibió en la Casa Blanca al líder israelí Benjamin Netanyahu. Ante cámaras y micrófonos, señaló con fuerza: “lo que haga Israel en Medio Oriente, nosotros (su gobierno) lo apoyaremos”. En palabras simples, le dio al gobierno del inefable Netanyahu “carta blanca” para realizar invasiones y bombardeos a placer en cualquier territorio árabe, aunque muy particularmente en tierras palestinas y en Siria, puerta de entrada al petróleo de todo el Golfo.
Algunos de mis alumnos van más allá en sus pronósticos, y temen que míster Trump desencadene una guerra nuclear debido, precisamente, a su paranoia y a su soberbia. “Gobierna con el hígado”, dijo uno de mis estudiantes. Otro agregó: “se siente perseguido y podría atacar con misiles a Corea del Norte, a China e incluso a Cuba y Venezuela”. Demoré 40 minutos en calmar los ánimos estudiantiles y bajar las tensiones. Aunque, para ser sincero, no quedé muy convencido con mis explicaciones sobre política internacional.
Aunque, debo insistir recordando las líneas que escribí hace un par de meses, las cuales dicen que es un hecho conocido que más temprano que tarde, al interior de los EEUU, podrían comenzar a plegarse organizaciones variopintas conformadas por la gente común, por los ciudadanos en calidad de tales. Es así que hispanos, latinos, afroamericanos, asiáticos, musulmanes, conjuntamente con estadounidenses de origen irlandés, escocés, nórdico, ario, etc., podrían levantar no sólo un enorme muro de opinión contraria a la de la Casa Blanca, sino, y he aquí lo esencial, demostrar en los hechos que las políticas ultra conservadoras de Donald Trump han concretizado un quiebre peligroso en la sociedad estadounidense.
Reitero que los grandes imperios –y así lo demuestra la Historia- se han venido abajo por sus contradicciones y males internos, y no por ataques provenientes desde el exterior de sus fronteras únicamente. Ahí están las ejemplificadoras realidades vividas por antiguas potencias imperiales como Egipto, Persia, el imperio mongol, Roma, Portugal, España, la Francia napoleónica, la Unión Soviética, etc.
¿Trump bueno, Trump malo? ¿Peligroso en extremo, o sólo exceso de locuacidad ya que más temprano que tarde el establishment yanqui lo domará? El mundo (particularmente la América Latina) ha vivido experiencias con gobiernos de otros mandatarios ultra conservadores como Richard Nixon, George Bush padre, Ronald Reagan y George Bush hijo… ahora es el turno de Donald Trump.
El futuro no está escrito, pronto toparemos con él.