El “no me representa” como forma de rechazo al movimiento feminista (más que al tetazo), por parte de una masa que desvincula la representación de la acción social. ¿Quién les representa? ¿Susana? ¿La reina de Holanda? ¿La madre Teresa de Calcuta? Bonita caricatura la que tienen por modelo. ¿Quién las representa? ¿Las mujeres del cine nacional que no pueden tener un diálogo que no refiera a un hombre? No, eso no lo representamos y no esperamos el respeto de lxs consumidorxs de Tinelli y los tipos corte Pappo con pósters photoshopeados de las pibas con tetas para mostrar al lado de una moto. Ya es momento de dejar de ver al respeto como un chantaje social. Chantaje malsano que se desentiende de la división social por roles y del orden de una jerarquía que nos subordina física, estética e intelectualmente. No somos guardianas de tu capacidad de respetar o no.
Estamos dejando de ser las contenedoras de la moral. Y ese es un compromiso de riesgo porque tachamos las normas que con tanto empeño se han impuesto. No va a ser fácil. Ninguna mujer cae bien cuando habla, cuando habla de más, cuando grita, cuando se ama sin un otro, cuando no necesita de un hombre, y por eso se da la chance de elegir y disfrutar, desear por ella y para ellas. Ser puta y cargar el rotulo con la putísima caradurez de quién sale a marchar por la vida de las prostitutas y travestis y mapuches y pobres y negros y negras que renguean la vida en la miseria misericordiosa de tu santa moral. Si hay más cosas por las que luchar, dudo mucho que quienes escribían “pelotudas habiendo tanto para hacer” hubiesen participado de una sola.
Entonces ¿qué hacemos? Si tu respeto no me respeta, y tu papel de hada no me representa, algo vamos a tener que romper. Agárrate bien fuerte.
Texto publicado en Rebelión