Trump se está transformando en un modelo para la derecha latinoamericana, y las mismas políticas racistas, clasistas, xenófobas y anti inmigrantes constituyen las propuestas del eventual candidato de la derecha en Chile, Sebastián Piñera Echeñique, y de su émulo candidato Manuel José Ossandón, en el sentido de expulsar a los inmigrantes que hayan cometido delitos en su país de origen o en Chile, así sea sólo contra alguna de las normas del tránsito.
En las propuestas de Piñera y Ossandón hay una evidencia de racismo y clasismo: se trata de dificultar el ingreso de inmigrantes haitianos, porque son negros, y de colombianos, a quienes se les acusa de narcotraficantes y mafiosos.
Los personajes que aspiran a la presidencia del país hacen gala de hipocresía: junto con atacar a haitianos y colombianos alaban a los migrantes europeos – españoles, croatas, alemanes, ingleses, suizos…, incluso a los peruanos porque ya son dueños de La Vega y, además, aportan las ricas recetas gastronómicas, delicias de los ejecutivos de empresas en sus citas de negocios. Por otra parte, las damas chilenas están felices por la eficiencia de las “nanas” peruanas que, además, hablan muy bien el castellano.
Para la derecha, siempre habrá inmigrantes buenos y malos: los colombianos ricos de Medellín, Bogotá, Santander y otras ciudades del interior, que hablan el español correctamente, la mayoría profesionales, sobre todo médicos de alta calidad, son bien recibidos y reconocidos, no así los ciudadanos del Chocó o de la Costa Atlántica, de razas negroides y pobres, que vienen a Chile en búsqueda de mejores oportunidades laborales; el caso de Haití es aún más grave: los reaccionarios, sinónimo de ignorantes, olvidan que Haití fue la primera nación en liberarse del yugo francés (1804), y terminar con la esclavitud, y en cada haitiano hay un artista naif y con notable sentido de la cultura.
Sebastián Piñera, el imitador de Trump, usa el twitter para copiar chistas insípidos y malos: “Donald Trump eligió a Mike Pence como vicepresidente, o sea, EEUU está gobernado por Donald y Mike. Lo habría soñado Disney”. No conocemos, hasta ahora, de negocios entre Trump y Piñera pero, seguramente irán saliendo a la luz, pues Piñera siempre ha tenido una irresistible inclinación para hacer negociados de dudosa catadura moral. Trump imitó el fideicomiso ciego de Piñera para entregar el mando de sus negocios a su hijo – claro que en Estados Unidos no existe legalmente ninguna separación entre negocios y política, pero Trump lo hace para lucirse ante su electorado.
Mauricio Macri, Presidente de Argentina, único Presidente latinoamericano amigo-enemigo (no lo sabemos), cuyo padre, Franco Macri, un multimillonario de la construcción, trató de realizar un negocio inmobiliario con Trump, y como tenía que volver a Argentina, dejó a cargo de su hijo, Mauricio Macri, la continuación de las tratativas con Trump. Cuenta el actual Presidente Macri que Trump lo convidó a jugar golf en una de sus tantas canchas de su propiedad y, al parecer, Macri le ganó la partida;; Trump, indignado y herido en su amor propio, anuló el negocio. El asunto terminó mal, y en una pelea entre el magnate y Franco Macri.
Cuando Maricio Macri fue raptado, su padre, Franco Macri, pidió la cooperación de un agente policial norteamericano – a lo mejor, sospechaba de la mano de Trump, pero se llegó a la conclusión que el secuestro no tenía nada que ver con actual presidente de USA -.
Donald Trump siempre se ha reído del Presidente argentino: cuando quiso hacer el negocio de la Torre Trump, en Buenos Aires, el ahora Presidente norteamericano le envió una colección de fotos suyas, con distintas muecas, anunciándole que estos eran sus antecedentes para el que quisiera hacer negocios con él. Macri, a su vez, le pidió apoyo económico para su campaña para gobernador de Buenos Aires, y Trump le envió un cheque de US 5.000, pero al intentar cambiarlo “se descubrió que no tenía fondos”.
Al ser interpelado por una periodista sobre su amistad con Trump expresó que era un loco exhibicionista, y que por sus posturas extremas le iba a regalar el triunfo a Hillary Clinton. Macri apostó mal a pesar del consejo de la agencia inglesa que se encargaba de la campaña del PRO, Partido político liderado por Macri, pues dicha Agencia aseguraba que Trump sería el ganador frente Clinton.
Cuando los periodistas le mencionan argentina, Trump habla muy bien de su “amigo” Macri – recordemos que el actual Presidente norteamericano, que no lee nada <al igual que Piñera y Eduardo Frei Ruiz-Tagle>, usa sólo adjetivos, y su programa no tiene más de 60 caracteres. No es que “los pueblos tengan el Presidente que se merecen, sino que son tan ignorantes él”.
El famoso y controvertido periodista de El Clarín, de Buenos Aires, Jorge Lanata, acaba de descubrir que “Trump es argentino”: tiene el autoritarismo del dictador Rafael Videla, el populismo de Cristian Kirchner, y la fatuidad de Mauricio Macri. La verdad es que es que Trump podría ser de cualquier del mundo, donde haya empresarios corruptos y narcisistas, que hacen de su vida un continuo reality show.
La democracia es una burla en un mundo en que el 1% es dueño del 90% de la riqueza producida por los trabajadores que, apenas, sobreviven. Desgraciadamente, los corruptos empresarios y políticos se han apropiado del poder sobre la base de elecciones en que las catervas de vencejos eligen a sus propios amos y opresores. Nada peor que los “yanaconas” y los mozos de los ricos. Baste pensar que muchos latinos, residentes en Estados Unidos, votaron por Trump, la mayoría por Macri, y, los chilenos, fachos pobres, lo harán por Piñera.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
03/02/2017