Ayer, 25 de enero, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó tres órdenes ejecutivas – una especie de decretos-leyes a la norteamericana – referidas a la inmigración, por las cuales se abre el camino a la construcción del muro en la frontera sur del país, entre Estados Unidos y México. Por otra parte, proponía penas de prisión a los delincuentes en vía de extradición y a los indocumentados (para este facho son lo mismo) eliminando la posibilidad de que pudieran esperar su deportación en libertad. También planteó eliminar los aportes federales a las “36 ciudades-santuario”, es decir, aquellas que protegen a los indocumentados., entre las cuales se encuentra Nueva York. Prohibir el ingreso de musulmanes.
Normalmente, en cualquier país del mundo, se esperaban 100 días para comenzar a juzgar la labor de un Presidente, pero el caso de Trump, a menos de ocho días de asumir el cargo, ya ha concretado los principales puntos de su programa de gobierno: el retiro del Tratado del Transpacífico, (TPP), y el comienzo del derrumbe del NAFTA, (TLC AN), a la vez, el comienzo de la anulación del Obamacare y la construcción de oleoductos, paralizados por los movimientos ambientalistas.
Por razones de contexto histórico, Trump no puede ser comparado con A. Hitler, sin embargo, se da la coincidencia de la rapidez en que ambos imponen su programa de obras públicas y construcción de carreteras, sumado al entusiasmo que despiertan ambos líderes en los sectores marginados de la globalización. Una pista importante a considerar es resentimiento en ambos fenómenos, y habría que releer a F. Nietzsche para entenderlo en toda su profundidad este sentimiento ayer y hoy. Al igual que en los Acuerdos de Múnich, hay una desidia entre la gente civilizada para responder a este nuevo sátrapa y bárbaro norteamericano – incluso, la derecha piñerista muestra deseos de imitar de Trump -.
En estos primeros días de su gobierno, el Presidente norteamericano puede vanagloriarse de los 20.000 puntos alcanzados por el principal índice del Dow Jon, sumado a las alabanzas de las principales automotrices norteamericanas, como ocurrió en 1933 con la relación entre Hitler y los empresarios alemanes – en esta época nació el Volkswagen, el auto del pueblo, y las grandes auto-rutas
Por su parte, los mexicanos se asemejan a los judíos para Trump: ora los trata de narcotraficantes, violadores y drogadictos, ora, alaba a su Presidente, Enrique Peña Nieto, y a su ministro de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, ora – como lo hizo ayer -, prodiga alabanzas a sus víctimas propiciatorias.
El Presidente mexicano cuenta apenas con el 12% de apoyo ciudadano: el pueblo lo percibe como un corrupto, débil, con pocas dotes para gobernar, bastante ignorante, además, con el agravante de dejarse utilizar por Doanld Trump – baste recordar que la invitación de Peña Nieto a Trump le permitió a este último reírse del pueblo mexicano y mostrar que su Presidente era el “rey de los huevones”.
A partir del miércoles, 25 de enero, los ministros de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y de Comercio, Idelfonso Guajardo, están reunidos con sus pares norteamericanos, hasta ahora sin resultado. El Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, no ha mostrado ningún interés en tener una posición con México respecto al NAFTA – hay que recordar que los acuerdos comerciales entre Estados Unidos y México viene desde el siglo XVIII, por consiguiente, a Canadá poco le importa poner fin al NAFTA, pues tiene una frontera privilegiada con Estados Unidos, incluso, muchos estadounidenses emigrarían felices a Canadá, que se ha convertido en un país multicultural, multiétnico y, además, un paraíso respecto a la calidad de vida de sus habitantes que, a diferencia de Estados Unidos, cuenta con un régimen de protección social que incluyen entre otros beneficios, la educación y la salud estatal y universal -.
La construcción del muro de concreto no es tan fácil técnicamente, pues debe abarcar 3.000 kilómetros, equivalente a 1.950 millas, en un territorio con accidentes geográficos importantes, entre ellos el río Bravo. Según los técnicos, la construcción del muro costaría, aproximadamente, 12 mil millones de dólares, y para otros, sólo 10 mil dólares – hasta ahora, lleva construido 1.000 kilómetros -. De todas maneras el proyecto debe ser aprobado por el parlamento norteamericano.
Trump asegura que va a forzar a México a reembolsar los gastos: una de las medidas sería vía decretar un impuesto a las remesas que los mexicanos envían regularmente a sus familiares; el 73% de los ingresos en inversión extranjera en México corresponde a las remesas que, en el PIB mexicano, lo constituye este rubro, aventajando al petróleo, pues este país obtuvo 26 mil millones de dólares por remesas, es decir, los mexicanos, habitantes en Estados Unidos, aportan el 37% de las remesas – los guatemaltecos, el 9,4%; los dominicanos, el 7,3% -.
La población de Estados Unidos suma 318 millones de habitantes; la de México, 122 millones. De origen mexicano son 25 millones de norteamericanos, y el 49% de los mexicanos cuenta con un pariente en Estados Unidos. Los indocumentados suman 11 millones de personas, suma que hace difícil la expulsión.
Las remesas son enviadas a través de la empresa norteamericana Western Unión, que se verían afectadas al tomarse medidas contra en envío de dinero, como también se vería resentida la economía norteamericana.
México, a diferencia de los demás países de América Latina – incluido Chile -, Méjico tiene muy poco diversificado su comercio exterior: Estados Unidos ocupa el primer lugar con el 80% de las exportaciones (el 100% de la bencina es comprado a USA), y la única solución ahora sería abrirse a América Latina, África y China, si no aún no es muy tarde.
La mayoría de los mexicanos claman para que el Presidente Peña Nieto suspenda la entrevista con Trump, fijada para el 31 de enero próximo que, seguramente, sumaría una humillación más para este país, que merece mejor suerte. ¡Qué falta hace un Pancho Villa o un Lázaro Cárdenas en estos días aciagos para este gran pueblo, pero hoy tiene el Presidente más tonto y sinvergüenza del mundo.
Parece evidente que la salida más digna es poner fin al NAFTA, tal como lo propone el Primer Ministro de Canadá, y responder enérgicamente a cada una de las medidas que intente tomar el gobierno de Trump, por ejemplo, un efecto espejo: a cada impuesto a los productos de exportación mexicanos, fijar otro similar a los norteamericanos.
La política de aislacionismo y nacionalismo de Trump no es nueva en la historia de Estados Unidos: su precedente está en el gobierno Woodrow Wilson, cuando Estados Unidos se negó a integrar la Liga de las Naciones – el proteccionismo de Trump podría favorecer a China, su enemigo comercial, pues hay que considerar que el gobierno chino es poseedor de la mayoría de los bonos del tesoro norteamericano -, lo mismo ocurrió con Franklin Delano Roosevelt, que se aisló en la etapa previa a la segunda Guerra mundial.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
26/01/2017