José Miguel Insulza: el correcaminos, bip bip.
Bip Bip era el Correcaminos, el que peleaba en la TV con el Coyote, y que se caracterizaba por su velocidad inmediata y a cada rato inmediata. La búsqueda inmediata y casi sorpresiva del análisis y la solución táctica.
Así le pusimos de sobrenombre a José Miguel en la Comisión Exterior del Mapu (Gazmuri) que presidió desde el golpe de Estado hasta la disolución del Mapu OC, por ahí por el 85. En Roma y después en México.
A pesar de su nivel no caracterizaba a J.M. el liderazgo que, por ejemplo, personificó Rodrigo Ambrosio. Tampoco el análisis extenso y detallado, estratégico, de Jaime Gazmuri. Menos la medida elocuencia, la ordenada propuesta táctica y estratégica del marxista leninista Enrique Correa, del año 69 al período clandestino y la Secretaría General de Gobierno de Aylwin.
Con José Miguel fui compañero en la JDC y en la Escuela de Derecho desde 1960 a 1969, en el Mapu desde el 69 al 73 en Chile y en el exterior desde 1973 hasta 1984, fecha en que yo volví a Chile.
José Miguel Insulza, Bip Bip, tenía él unos 16 ó 17 años cuando lo conocí. Casi 60 años atrás.
Fue un activo y destacado dirigente universitario, pero no posaba de la sabiduría y las notas de Maira, de Arrate y, poco antes, de Lagos. Era más simpático. Se metía más en las elecciones de la FECH, cuyos conteos eran rapidísimos e incluso sorpresivos si uno no estaba siempre listo. Bip Bip… como el Correcaminos.
Fue desde siempre “el Chiche de las niñas”; buena persona, muy buena pinta y buen discurso. ¿Hasta qué edad? No lo sé. Se ha casado tres veces y ha tenido descendencia en los tres matrimonios. Sufrió la dolorosa muerte de un pequeño, que sus cercanos lamentamos.
Simpático y duro, no suele armar equipos, una costumbre muy sana, para ellos, en varios de sus coetáneos en el Mapu y el PS. Desgraciadamente para él, con el tiempo fue acentuándose esa sorbida, esos chupetones de aire por la nariz, y esa urgencia en las palabras que, por momentos, le aparecen en un chorro inentendible que todos finalmente entienden.
Antes de ser lo que hoy día es – se autoproclamó candidato como lo hacen todos los líderes antes de organizar equipos y pedir apoyo- sólo lo hizo una vez: cuando fue candidato del Mapu a diputado por el Tercer Distrito de Santiago, el más grande de todo Chile, en 1973. Hizo campaña, como lo tiene que hacer hoy día, hace nada menos que 44 años.
No tiene nada de gagá a pesar de los años. Está claro y rápido en las respuestas, en los pensamientos, como siempre. A Lagos le ha brotado un Bip Bip por el costado. Y de nuevo por sorpresa. ¿Por qué? Porque Lagos ya lo hizo, porque se tiene confianza, porque cree que ha hecho harto y sólo le falta la Presidencia ahí, a fines de año, y porque él siempre sorprende con su velocidad táctica.
Estábamos reunidos, en Sofía, con dirigentes comunistas búlgaros, por ahí por 1980, cuando en Occidente se informaba sobre la muerte de exiliados anticomunistas búlgaros en Londres producto de ataques callejeros con paraguas. Los mataban con la punta acerada del paraguas. Los anfitriones búlgaros nos informaban de su economía y de sus exportaciones. Insulza, nuestro jefe de delegación, preguntó
“¿Cómo ha estado este año la exportación de paraguas, compañero?” Los búlgaros quedaron sordos. Ningún búlgaro escuchó la pregunta. Los demás nos helamos.
José Miguel nunca fue un beato del comunismo real, como Correa, Bau, Estévez y en gran medida el que escribe, cuando vivió en Cuba. Se entrevistó varias veces con el Comandante Piñeiro, Barba Roja, en La Habana, con Fidel Castro, con Kim Il Sung en Pyong Yang, pero nunca rindió pleitesía. Más bien contaba anécdotas y respondía desde una personal posición diferente. Entre los chilenos, Barba Roja privilegiaba conversar con él.
No fue fundador del Mapu en 1969, entró al año de la partida desde la DC; no fue tampoco miembro de la Comisión Política estando Chonchol y luego Rodrigo Ambrosio y luego Jaime Gazmuri en la Secretaría General.
Fue asesor de Almeyda en la Cancillería desde 1970, pero su estirón político lo tuvo en el exilio, donde se quedó porque el golpe lo pilló, como a Almeyda, en Argelia, y porque todos entendíamos que conocía “el mundo”.
Tuvo la suerte o la mala suerte de no estar aquí el 11, de no estar aquí (aunque intentó volver una y otra vez, incluso clandestino) en los años de la dictadura, y de no estar aquí para el plebiscito de 1988, pero nadie discute que es un demócrata y muchos lo consideran “un hombre de Estado”, que es esa aureola -que él le adjudicó a su amigo Longueira- y que la derecha le coloca a “hombres de izquierda” que, en ocasiones decisivas, se pasan a defender, “mirando a Chile”, a figuras y políticas de derecha. Es lo que hizo el Canciller de Frei Ruiz Tagle, José Miguel Insulza, en 1999, cuando se esmeró por rescatar a Pinochet de la justicia internacional, en el momento de mayor apremio en la vida del dictador.
Bip Bip, en 1999, corrió inesperadamente y, creo, se desligó de la conducta de izquierda que él tuvo en el tercerismo demócrata cristiano, en el Mapu y en el PS. No fue el único, claro, y debe haber tenido razones de peso que nunca entendí y aún no entiendo.
Funcionó como lo hizo más tarde en la OEA: algunas veces aquí, algunas veces allá, buscando ser siempre, desde que se dio cuenta, “un hombre de Estado”.
Creo que ha hecho un inicio de buena campaña al interior del PS, donde partió con poco pero hay hueco: Lagos ha sido combatido con fuerza allí, Isabel ya no está y Atria es un candidato de izquierda, no de centro, no da la media del partido. El candidato del PS puede ser Insulza.
Finalmente, haciendo una demostración de su sapiencia táctica propuso, hace poco, realizar “una consulta ciudadana a independientes y militantes socialistas y PPD para dirimir quién será el candidato de esos partidos a las primarias de la Nueva Mayoría”.
Recién señaló: “Mi diferencia con Lagos es que él está preocupado por los problemas del futuro y yo por los problemas de ahora”.
Es cierto lo que dice Bip Bip. Él es el táctico y Lagos el estratégico. Hicieron una buena dupla, pero ahora están separados.
Hoy, y desde hace unos años, transitamos sendas distintas. Él es un hombre de centro; yo estoy en la izquierda.
No votaré por él, salvo en el ballotage, si lo hay. Y no lo haré con ganas y esperanzas. Estamos políticamente separados desde el gobierno de Frei Ruiz Tagle, pero votaré por él si pasa a segunda vuelta enfrentando a la derecha o a la DC, cosa que puede suceder. Hay cosas que preservar. Piñera será uno de los coyotes grandes y en la DC hay muchos coyotes chiquititos.