El arzobispo de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve, calificó el miércoles de grave la coyuntura que vive Colombia debido a los asesinatos selectivos contra dirigentes sociales y defensores de derechos humanos como parte de un aparato de genocidio.
Hay un ambiente de amenaza permanente, esa realidad hace pensar en una reactivación del mecanismo de genocidio, fatal en la historia del país, subrayó el religioso en declaraciones a RCN La Radio.
En su opinión las campañas por el Sí y el No en el plebiscito de octubre enrarecieron aún más el clima nacional por la actuación y los discursos intolerantes de algunos dirigentes, dijo.
El prelado, blanco también de mensajes intimidatorios, alertó asimismo sobre lo que denominó una cruzada anticomunista.
Monsalve fue nombrado coordinador de la comisión de obispos que acompaña los diálogos con el insurgente Ejército de Liberación Nacional, además jugó un rol activo en las pláticas con las igualmente guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), comentó el diario El País.
“Muerte a las FARC-EP, a Santos y a los clérigos comunistas”, reza el panfleto que recibió en la Casa Arzobispal.
Por todos los intimidados que hay en la nación, creo que es importante poner en conocimiento público esta situación; enfatizó el sacerdote, defensor de la salida negociada al conflicto interno.
En el 2016 ocurrieron 94 homicidios de defensores de derechos humanos, la cifra más alta en los últimos seis años, denunció la plataforma Cumbre Agraria en un informe presentado al Gobierno, Naciones Unidas y la Defensoría del Pueblo.
Es hora, después de tanta amenaza y muerte, que el Presidente (Juan Manuel Santos) exija a quien corresponda identificar ya a los promotores del paramilitarismo, demandó mediante su cuenta en Twitter el vocero de las FARC-EP, Iván Márquez.
“Protejamos a Monseñor Monsalve (…) hoy amenazado por la derecha paramilitar”, añadió.
Tal ola de crímenes coincide con la firma de la paz entre el Ejecutivo y las FARC-EP.
Los colombianos recuerdan aún el genocidio sufrido por el partido Unión Patriótica (UP), surgido de un fallido proceso pacificador a finales del siglo pasado.
La UP perdió a unos cinco mil de sus militantes a partir del 1984.