En extractos (*) del reciente libro (aquí con subtítulos de El Clarín) de Renato Garín “El lobby feroz y la sociedad de las influencias”, publicados en un medio digital acerca del actor central de la transición de la dictadura a la democracia, el ex Mapu y ex socialista Enrique Correa, puede leerse: “Una vez terminado el gobierno de Aylwin, el 11 de marzo de 1994, Correa decidió abandonar la primera línea de la política y dedicarse al ejercicio privado de las consultorías.
Igualmente, decide continuar militando en el Partido Socialista de Chile. Su paso por La Moneda como ministro portavoz le permitió reclutar a jóvenes dirigentes que trabajaron con él, como Marcelo Díaz (PS) y Marco Antonio Núñez (PPD). También estrechó lazos con otros dirigentes, como Carolina Tohá (PPD), Jorge Insunza (PPD), Freddy Ponce (PS), Alvaro Elizalde (PS), Patricia Roa (PS) y Harold Correa (PPD). Desde 1995 en adelante, sus esfuerzos y energías se vuelcan al mundo académico, a través de Flacso, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, donde ha tenido redes sólidas por varias décadas. En esta institución, Correa hace su propia “transición” entre investigaciones académicas y consultorías. Destacan, en esta época, sus ensayos sobre participación ciudadana, gobernabilidad y políticas públicas.”
ENRIQUE CORREA Y EL MOP-GATE DE RICARDO LAGOS
Garín narra que “El año 2003 fue importante para Correa, pues su empresa se amplió, sumando importantes cuadros que lo acompañarían por mucho tiempo. Correa integra a la propiedad a su ex jefa de gabinete en sus tiempos de ministro, Marcela Noé Echeverría, y también a la exsubdirectora de Cieplan, Carmen Celedón Cariola. El 2003 fue importante no solo por esta ampliación de la casa, sino también porque, entre finales de 2002 y comienzos de 2003, Correa se involucra en uno de los asuntos más delicados del Gobierno de Ricardo Lagos: el caso MOP-Gate.”
Garín acompañado con la expresión vertida por Mónica, “Enrique Correa es quién gobierna Chile” se explaya en su reciente libro: “En enero de 2003, Correa fue golpeado por la noticia de la detención de un cercano amigo, el exministro de Transportes y Obras Públicas, Carlos Cruz Lorenzen (PS). Detenido por presunto delito de fraude al fisco, Cruz simbolizó una profunda crisis de la administración Lagos, que entró en una parálisis donde llegó a especularse incluso con la renuncia del presidente de la República. El pago de coimas y sobresueldos reventó en el seno de la familia concertacionista. Al ser detenido Carlos Cruz, Correa fue uno de los primeros en visitarlo en el antiguo anexo cárcel Capuchinos. Correa se cuadró con la versión entregada por el ministro de Obras Públicas, Javier Etcheberry, quien reconoció que funcionarios del MOP recibieron sobresueldos girados por la empresa GATE S. A., pero que esos pagos estaban lejos de constituir hechos de corrupción o desvíos de fondos públicos al haberse cancelado estudios y trabajos que jamás se hicieron. Al día siguiente, fuera de Capuchinos, Correa ratificó la versión del Gobierno.
Así lo destacaba El Mercurio del 8 de enero de 2003, agrega Garín: “Al reconocimiento de Etcheberry se sumó el del ex ministro Secretario General de Gobierno durante el gobierno de Aylwin, Enrique Correa, quien a la salida del anexo cárcel Capuchinos puso atención en que los hechos por los cuales este permanece detenido responden a “vicios administrativos” existentes en esa cartera, los que —agregó— incluso tienen larga data. Apegado a la estrategia que comenzará a ser seguida por el Gobierno para evitar que la opinión pública relacione estos actos con hechos de corrupción —sobre todo cuando está involucrado un ex secretario de Estado—, el exministro Correa elogió las cualidades personales y el sentido de servicio público de Carlos Cruz, y enfatizó que su detención nada tiene que ver con actos de corrupción pública. Convertido en un “lobbysta” con una buena valoración en la opinión pública, la presencia de Correa no fue casual en el anexo cárcel, ya que el Gobierno aprovechó su caudal para poner en marcha la forma en cómo se hará sentir la defensa en torno al exministro Cruz.”
El periodista en su libro elabora: “La presencia de Correa en “la gestión de crisis” de este caso no se acaba ese día; se prolonga durante toda la duración del caso, actuando siempre como asesor de Carlos Cruz y como parte del círculo íntimo que se reunía con el presidente Lagos a analizar los sucesos”.
Además “En diciembre de 2003 se constituye la sociedad Imaginacción Diseño de Negocios S. A., con los socios: Imaginacción Asuntos Públicos, Correa & Correa Consultores Limitada, representada por Inversiones Altarraz Limitada; Correa & Correa Consultores Limitada; todos representados por Enrique Correa Díaz e Inversiones y Asesorías Públicas y Privadas S. A., representada por Eduardo Leopoldo D’Hainaut. Todo esto con un capital de setenta millones de pesos. Esto es interesante, pues Eduardo Leopoldo D’Hainaut aparece también en el caso MOP-Gate, como jefe de prensa del ministro Carlos Cruz en Obras Públicas. Es decir, uno de los testigos clave del caso MOP-Gate, funcionario dependiente de Carlos Cruz, se asoció con Enrique Correa. Este caso sería un foco de especial preocupación para el Gobierno de Lagos, especialmente a partir del mes de mayo de 2004. En ese mismo mes, Carlos Cruz entró a Imaginacción como consultor y más tarde sería socio de la empresa. En paralelo, la convicción de la jueza Gloria Ana Chevesich llevó al Ejecutivo a momentos sumamente incómodos, como la citación a declarar a un cercano amigo del presidente. La primera semana de mayo de 2004, Lagos convocaba de emergencia a una comisión improvisada, dada la citación a declarar de Fernando Bustamante Huerta, ex-MAPU, que en 2004 era director de Metro. Este amigo de Lagos había sido el encargado de recaudación de dinero durante la campaña presidencial de 1999. En ese comité de crisis estaba Enrique Correa.”
CORREA Y EL CASO DE LAS TABACALERAS YANKEES
Correa socorrió con sus servicios a las tabacaleras estadounidenses cuando el Estado de Chile pensó en querellarse contra ellas en los tribunales de ese país con la ayuda del precandidato presidencial José Miguel Insulza ministro de la Segpres en aquel momento: “Las grandes empresas norteamericanas, entonces, vieron con preocupación que se abriera un flanco en Chile, por lo que enviaron a dos emisarios a evaluar la situación. Los representantes de la gigante Brown and Williamson, Gabriele Monahan y Neil Meller, arribaron a Santiago para mostrar, por un lado, la preocupación que existía en EE. UU. sobre el tema y, por el otro, sostener encuentros al más alto nivel con dirigentes chilenos. Los representantes de la tabacalera estadounidense sostuvieron encuentros en La Moneda. El propio ministro José Miguel Insulza los recibió en su oficina en Segpres. En aquella oportunidad le dijeron al ministro que su empresa no estaba dispuesta a llegar a arreglos extrajudiciales como lo hicieron en EE. UU., donde debieron pagar cifras elevadas para evitar los juicios. Sumado a esto, según la revista Qué Pasa, Carey y Cía. y el bufete de Juan Agustín Figueroa —ambos representantes de las catorce compañías de cigarrillos estadounidenses— recomendaron a Enrique Correa como asesor para evitar que el Estado demandara en EE. UU. a las tabacaleras. Según fuentes gubernamentales, citadas por revista El Periodista, la presencia de Correa fue fundamental para que el Gobierno aplazara su decisión y para que el ministro José Miguel Insulza diera públicamente la primera respuesta dilatoria sobre este tema[vi]. El Estado de Chile nunca demandó a las tabacaleras. Este vínculo entre Correa y las empresas tabacaleras se extendería por años, siendo un personaje clave en todos los proyectos de ley que tocaran estos intereses.”
EL CASO IANSA: CORREA VERSUS TIRONI
“Garretón – presidente de IANSA en la época defendía la protección de bandas de precios del azúcar – tuvo así un primer y simbólico triunfo, pese a defender la impopular postura del proteccionismo, a la que no solo se oponen importantes empresarios —entre ellos José Said, la cuarta fortuna del país— e influyentes lobbystas como Eugenio Tironi y Jorge Schaulsohn, sino también —en su fuero más íntimo— el mismo presidente de la República, su hijo Ricardo Lagos Weber y su ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre. ¿Cuál es la clave de su éxito? Una experta asesoría en el terreno del lobby político —la de Enrique Correa—, el apoyo incondicional de la poderosa SNA, inmejorables contactos y el cuidadoso manejo de la idea de que “más que las utilidades de Iansa, lo que está en juego es el futuro de 7.500 productores de remolacha y varios miles de empleos en tres regiones del país”.
LAGOS E INSULZA APENADOS CUANDO CORREA RENUNCIA AL PS
“El mismo año 2004 avanzaba la tramitación el primer proyecto que regulaba el lobby, luego de que el Ejecutivo decidiera respaldar la moción parlamentaria ideada por Jorge Burgos (DC). Los casos de lobby registrados por la prensa seguían creciendo. A comienzos de 2004, se señaló que el expresidente argentino Carlos Saúl Menem había contratado a Correa como asesor comunicacional para evitar su extradición a Argentina[xii]. A mediados de 2004, se hizo conocido el ácido conflicto que enfrentaba a las viñas de la comuna de Buin con el empresario Max Marambio. Todo esto a raíz de que este último promovía un proyecto para levantar un aeródromo. La idea aún se encontraba en etapa de evaluación de impacto ambiental, aunque ya enfrentaba a dos pesos pesados del “lobbismo nacional”. Enrique Correa, por el lado de las viñas, y el estudio Allamand & Schaulsohn, en representación de Max Marambio.
Pese a que nunca negó su rol en el mundo del lobby, Correa comenzó a pagar altos costos políticos por su vinculación con las mineras en el caso del royalty. Durante el primer semestre de 2004, el presidente del Partido Socialista, Gonzalo Martner, se ocupó de alinear a todo el partido detrás del proyecto de ley de royalty impulsado por Lagos. Al ser asesor de las mineras, Correa quedó en una tensa posición que ponía en conflicto, por primera vez, su militancia con sus negocios. La segunda semana de julio, Correa anunció que se retiraba del partido. A este respecto, el ministro del Interior, José Miguel Insulza, y el presidente Lagos lamentaron la decisión:
“Me entristece mucho. Creo que es uno de los hombres más inteligentes y capaces que han tenido los Gobiernos de la Concertación. Su militancia debería haber sido un orgullo para el PS. Desgraciadamente hubo gente que no lo entendió así, que se dedicó a juzgarlo apresuradamente sin siquiera conversar con él”, indicó Insulza.
El presidente Ricardo Lagos calificó como un hecho lamentable la salida del exministro y lobbista Enrique Correa del Partido Socialista (PS). El primer mandatario se sumó así a las palabras del ministro del Interior, José Miguel Insulza, quien ayer confesó estar triste con la noticia y criticó a quienes cuestionaron al ex secretario de Estado sin antes cerciorarse si realmente estaba asesorando a la industria minera en el tema del royalty. Lagos destacó los múltiples servicios que Enrique Correa ha prestado al país y recalcó que se trata de un gran servidor público. “Creo que es lamentable. Enrique Correa es un gran servidor público, Chile le debe grandes servicios. Es una decisión personal de él que obviamente respeto, pero estoy seguro de que Enrique va a seguir sirviendo al país”, dijo el jefe de Estado[xiv].
El periodista Manuel Salazar, en cambio, sostuvo que la renuncia de Correa al PS no se debió al asunto del royalty, sino a un plan para apoyar la candidatura presidencial de Soledad Alvear (DC), con quien Correa tuvo desde los noventa una relación cercana, dado que compartieron gabinete en el Gobierno de Aylwin. Además, el MAPU y el dirigente Gutenberg Martínez (DC), marido de Alvear, construyeron una estrecha alianza, llegándose incluso a hablar de un “MAPU-Martínez”, es decir, la unión de los viejos e influyentes dirigentes MAPU con los allegados a Martínez en la DC. La candidatura presidencial de Alvear motivaba, así, simpatías transversales en la Concertación. Respecto a la renuncia de Correa al PS, Manuel Salazar escribió:
Siempre supo navegar en mares tormentosos y manejar hábilmente el timón para hacer frente a cuanta turbulencia política amenazara a la Concertación. Por eso, la renuncia de Enrique Correa Ríos a su militancia en el Partido Socialista produjo el efecto de un terremoto en las huestes gobiernistas, sorprendiendo a moros y cristianos. La razón esgrimida fue su discrepancia con el royalty minero impulsado por La Moneda, pero hasta el socialista más despistado sabe que tras la decisión de Correa se acumulan otras explicaciones. Correa se transformó en los últimos años en el lobbysta más importante del país, con una red de contactos e influencias que despierta la envidia y desconfianza de mucha gente. Experto en manejo de crisis y conocedor profundo de los resortes que mueven a los medios de comunicación, suma, además, una proverbial habilidad para leer los escenarios de conflicto y pulsar las cuerdas que puedan inclinarlos en uno u otro sentido. La lista de sus clientes indica también la relevancia que ha adquirido en las esferas empresariales y en instituciones de todo tipo, sumiendo a sus detractores en múltiples sospechas y lucubraciones. Asesor privilegiado de Soledad Alvear, muchos han querido ver su renuncia al PS como la obtención de una patente de corsario que le permita trabajar para que la actual Canciller se transforme en la candidata presidencial de la Concertación, en las elecciones de diciembre del 2005”.
CORREA Y TIRONI OPERADORES DE LA DC SOLEDAD ALVEAR
Garín cita a La Nación de enero de 2005: “Alvear cuenta con el respaldo de importantes nombres, tanto de su partido como de la Concertación. Entre ellos está el expresidente Patricio Aylwin; los senadores Edgardo Boeninger y Alejandro Foxley; el exdiputado Gutenberg Martínez; y los más criticados: el sociólogo PPD Eugenio Tironi y el lobbysta exmilitante del PS, Enrique Correa. Son hombres de peso, ya sea por su carácter emblemático o por el hecho de que se manejan sin problemas en las aguas del poder. Son los costaleros de Alvear. Uno de sus cercanos, en alusión a la metáfora andaluza, afirma que “a veces da la sensación de que la virgen Bachelet flotara sola”, en referencia a la tardanza en la constitución de su equipo. Agrega que en ningún caso desconoce su capacidad, pero sostiene que para la presidencia del país se requiere un sólido y avezado equipo de trabajo, que además de asesorarla en determinadas áreas, le diseñe estrategias y negocie por ella. Algunos personeros del PPD comparten este criterio. Un parlamentario afirma que este partido fue majadero en su insistencia para conformar el comando, pues “tenemos claro que esto se trata de política, no de un concurso de simpatía”. Añade que Tironi y Correa también lo tienen claro, que en eso no se equivocarían nunca. “Pero esta vez tomaron en cuenta solo variables políticas y resulta que en cualquier primaria gana Bachelet. Esta operación tuvo un aterrizaje forzoso. Pese al empuje inicial, Soledad Alvear decidió abandonar la carrera presidencial luego de dos debates con Michelle Bachelet en Hualpén y Santiago. Así, la última semana de mayo de 2005, quedó claro que la candidatura de Soledad Alvear no tendría destino. A partir de esto, algunos de los miembros del comando DC pasaron al comando de Bachelet, como Eugenio Tironi, quien reforzó el equipo que comandaba Ricardo Solari. Enrique Correa, en tanto, no se vinculó al comando y desapareció de la escena pública durante la campaña presidencial. Solo hizo noticia por la estafa de la cual fue víctima, en el caso denominado “el Contador de las Estrellas”. En ese caso, un reconocido contador estafó a una serie de personajes públicos. Según la información de la prensa, Correa perdió setenta millones de pesos en esa estafa[xix]. Además, se dedicó a las tareas académicas, publicando un texto llamado “El lobby y la prensa en Chile: relaciones positivas”. Este artículo fue escrito en conjunto con Luis Álvarez, director de Comunicaciones de Imaginacción. En el escrito los autores reflexionan sobre los vínculos entre la labor del lobby y la prensa, cuestión que en el caso chileno es particularmente interesante”.
EL PODER DE CORREA Y EL RAPTO DE LA FIGURA DE SALVADOR ALLENDE
Renato Garín escribe: “Enrique Correa no figura en ningún registro, pues no ha solicitado ninguna audiencia. En tanto se ha posicionado como líder de la industria del lobby, también se ha mantenido como un “guardián del Allendismo”. Pese a que su juventud no estuvo vinculada al socialismo, el gobierno de Allende generó en Correa una experiencia tal que, desde entonces, trabaja por el mantenimiento de la imagen y la herencia política del doctor socialista. Durante el gobierno de Aylwin, el 4 de septiembre de 1990, se organizó un funeral a Allende, todo coordinado por el ministro Correa. Además de ese gesto histórico, Correa integró durante años el directorio de la Fundación Allende —que se inauguró cuando todavía era ministro— y ha estado siempre junto a la familia del expresidente, especialmente con su hija, la senadora Isabel Allende. Recientemente, la senadora socialista anunció su disposición para competir en primarias para ser la candidata presidencial de la Nueva Mayoría y suceder, así, a Michelle Bachelet. No han sido pocos quienes han apuntado al rol de Correa como asesor de Isabel Allende. Quizás quien mayor atención le ha otorgado a este punto es la viuda de Fernando Castillo Velasco, la señora Mónica Echeverría Yáñez. Ella publicó un polémico libro sobre los hombres clave de la generación del MAPU[xxxvi]. En una entrevista, Echeverría fue incluso más allá, llegando a sostener que es Correa quien realmente gobierna Chile:
“A Correa lo puse en un lugar protagónico por una clara razón: hoy su poder es tal que está gobernando Chile.
(…)
—No estoy exagerando. Está en la izquierda y en la derecha, en la Fundación Salvador Allende y con los máximos empresarios de este país, incluyendo a Julio Ponce Lerou, el yerno de Pinochet. Tiene lazos en el Ejército, en la Iglesia y en el Congreso. Está en todos lados. Pero aspira apropiarse del poder político y ahora está apostando sus fichas a Isabel Allende, con quien habla casi a diario”[xxxvii].
En octubre de 2016, Isabel Allende anunció que se retiraba de la carrera presidencial. Se desconoce el rol de Enrique Correa en tal decisión. Claramente, las decisiones políticas no pasan todas por el escritorio de Correa, aunque su poder no está en esa dimensión. Su reino no es de ese mundo. La influencia de Correa es cultural, es el símbolo de una era marcada por la comunión entre la clase política y la clase empresarial. Enrique Correa es un símbolo de ese entendimiento, el hombre que gestiona la “comunicación estratégica” de las elites en el Chile actual. En medio de la crisis política, su poder simbólico ha aparecido en toda su dimensión como un “gestor de crisis” de las elites. “El financiamiento irregular de la política no es corrupción”, dijo, absolviendo a los políticos pecadores. También ha sido asesor de Carlos Alberto Délano, de Penta, y Julio Ponce Lerou, de SQM.
Otro que recibió sus consejos fue el general Fuentealba, quien solicitó su asesoría para lidiar con el “Milico Gate”. Una gestión de crisis de marca mayor, con gran exposición pública en los medios. Juan Emilio Cheyre, otro ex comandante en jefe del Ejército, también lo contrató como asesor ante su procesamiento por el caso Caravana de la Muerte. Dos militares del mayor rango institucional recurren al mismo hombre. Y no podemos pasar por alto que también apareció protagonizando correos electrónicos entre el cardenal Errázuriz y el cardenal Ezzati. La tarea que le encomendaban a Correa era comunicar a La Moneda la preocupación de la Iglesia ante el posible nombramiento de Felipe Berrios S. J. como capellán del palacio. Hoy, Correa es un testimonio vivo de cuarenta años de historia política. De la revolución en libertad al neoliberalismo. Del sacerdocio al lobby. De Ovalle al corazón del poder.
(*) LEA TODOS LOS EXTRACTOS AQUÍ:
http://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2016/12/21/don-enrique-el-padrino-del-lobby/