Cuando el cartuchismo comienza a llenar páginas de casi todos los periódicos, nos damos cuenta que Chile tiene sectores que no conocen nada de nada….desde el segundo piso de La Moneda, hasta las más recónditas esquinas.
Todos ahora sacudiendo las alfombras. Todos pidiendo la pena de muerte para el que inventó ese gomoso/rosado regalo. Tantos y tantos pidiendo ahora que haya más mujeres en los cargos de dirección. Tantos y tantos que disminuyen las velocidades de sus autos cuando cruzan por calles donde se pasean los que viven del mercado del sexo…todos hablando.
Hace poco tiempo una mujer en la zona sur de la patria, fue a parir engrillada, encadenada a una cama de un hospital, foto bestial para estos tiempos, una bofetada para los que creen en una sociedad más justa. Algo se dijo en los medios de comunicación, pero pasó para millones inadvertido. Nadie conoce el nombre de aquel bebé, ni tampoco les interesa, es hijo de un pobre.
Aquella mujer que fue extremadamente violentada es de un pueblo originario que habita en una zona pobre, con precarios recursos y con una deuda histórica que más temprano que tarde deberemos pagar todos. Las instituciones siguen investigando que sucedió y las razones para llegar al culpable. Autoridades cobardes, miserables, obsecuentes, prevaricadores, basta con pedir la renuncia al Director General de Gendarmería, ese sujeto aún sigue en su cargo. El estado de las prisiones es tema aparte, ya hablaremos de aquello.
Silencio cómplice guarda el actual Ministro de Justicia ante una aberración que no está a la altura de los tiempos actuales. Defender derechos del pueblo mapuche no da votos, no aporta nada a la fracasada institucionalidad que se encuentra en el suelo quebrada como un juguete barato, comprado en oferta, y a mitad de precio.
Hay otras mujeres que tienen recursos, ellas algunos días antes de su matrimonio se juntan con otras, se colocan faldas cortas, muchas con muy pocas prendas de ropa interior, y en patota se convierten en espectadoras húmedas donde también hay hombres en un shows llenos de calugas y muy fornidos. Todas quieren tocarlos y más de alguna toma camino al baño… les gusta.
Hace años, aunque esos lugares los mató la dictadura, era marido y mujer los que asistían a las compañías de revistas, como olvidar al Bim Bam Bum y la Pitica Ubilla, el Humoresque, la Taberna Capri, donde bellas mujeres se paseaban por el escenario al compás de una notable banda y con unas plumas largas, llenas de colores. Esas mujeres se ganaban la vida haciendo ese tipo de trabajo, en absoluto indigno……bonito
Muchos chilenos cuando van a París lo primero que hacen es visitar el Moulin Rouge y el clásico paseo por el barrio de Pigalle. Los que van a Bélgica no tiene problemas para visitar los barrios rojos, y lo mismo en Amsterdam. En Europa son muchos los que tienen el criterio más amplio, que muestran lo que hay no más, así son los asuntos en esos países OCDE.
Chile, este país donde encontramos más hoyos que bote viejo, y todos se quedan habitando la espuma del capuchino…
Es verdad que Chang y Garay cometieron delitos graves, pero también Orpis, Longueira, Essasi, Moreira, es que la lista es muy larga, pero también hay otros en los mismos pasos que se siguen llenando los bolsillos, para estos dos pecadores, los medios de comunicación lo han convertido en primera página, héroes para algunos, y otros tantos que andan buscando la receta para hacer lo mismo.
Posiblemente la muñeca sea quemada y no sea guardada en algún entretecho para que no la encuentre algún nieto y se la lleve al colegio para jugar con ella en el recreo. Hay que quemar la muñeca para que las conciencias vuelvan a la tranquilidad y al sueño calmado. Hay que quemarla sencillamente porque la pascua está cerca. Hay que quemar la muñeca para que los candidatos a cualquier cosa digan otras cosas. Hay que quemar la muñeca para que en los conventos los santos queden tranquilos. Hay que quemar la muñeca para que no se hagan comparaciones de baja estofa.
Hay que quemar la muñeca…..hay que quemarla, y que el fuego haga de producto de limpieza.
Pablo Varas
Escritor