Noviembre 18, 2024

Las presidenciales 2017: candidatos y escenarios

En cualquier análisis político hay que tener en cuenta algunos hechos básicos: en primer lugar, la Nueva Mayoría o antigua Concertación, cualquiera sea el aspirante elegido va a tener el peso del bajo índice de aprobación del actual gobierno y, en particular, de la Presidente Bachelet. Si revisamos la historia electoral chilena en la mayoría de los casos a un gobierno con bajo apoyo popular le sucede el bloque opositor. (Gobernar es defraudar)

 

 

En segundo lugar, es lógico que las llamadas centro-derecha y centro-izquierda  traten formar un bloque lo más amplio posible que las  de sustento;  en general, el sector que muestre más cohesión y unidad aumentará las posibilidades de triunfo en la primera vuelta y, luego, en la segunda. Hasta hoy, la derecha y su eventual candidato, Sebastián Piñera, parecían tener las mejores posibilidades de ganar.

En tercer lugar, hay que considerar que el 75% de los posibles electores aún no ha optado por ninguno de los candidatos que están la palestra de la opinión pública, por consiguiente,  lo que puedan pronosticar las encuestas de opinión – que, por lo demás su metodología es muy discutible, el caso de la Cadem, por ejemplo -, son utilizadas por los candidatos para influir en la opinión pública sólo sirven para motivar a los seguidores de los candidatos de su predilección.

Teniendo en cuenta estos tres razonamientos, a nadie le puede extrañar el elevado número de candidatos que manifiestan su disposición a presentarse como candidatos a presidencia de la república, sea en las primarias de Chile Vamos,  La Nueva Mayoría (si continúa con este nombre), Frente Amplio, o bien, que se presenten directamente a la primera vuelta.

En la historia de Chile, en muchos períodos han existido múltiples candidatos presidenciales en combinaciones que corresponden a distintos nombres.  Durante el sistema llamado parlamentarismo existía un duopolio similar al actual – Chile Vamos y Nueva Mayoría – que, en esos tiempos, el quiebre fundamental era entre el laicismo y el catolicismo, entre Estado docente y libertad de enseñanza; las combinaciones eran Coalición Conservadora VS Alianza Liberal; en los extremos de estas dos alianzas estaban los Partidos Conservador y Radical, respectivamente. Si revisamos las convenciones de ambas alianzas comprobaremos que no hubo políticos de la época que no hubieran postulado a ser candidato a la primera magistratura de la nación para ser seleccionados en las convenciones, que eran como las primarias actuales, con la diferencia de que sólo “los caballeros” tenían derecho a voto, y tal vez algunos siúticos del Partido Demócrata.(Malaquías Concha, Ángel Guarello)

En el presidencialismo republicano vale la pena recordar la convención del Frente Popular, (1938), en la cual el candidato socialista Marmaduke Grove dejó el paso al líder más derechista del Partido Radical, don Pedro Aguirre Cerda.

En el verano de 1970, cada uno de los partidos políticos de izquierda tenía derecho a presentar su candidato de sus filas, y dar un segundo voto por otro candidato de su preferencia. Se presentaron Alberto Baltra, por el Partido Radical, Rafael Tarud, por el API, Jacques Chonchol, por el MAPU, Pablo Neruda, por el Partido Comunista, y aún faltaba que el Partido Socialista se decidiera por apoyar a Salvador Allende, o bien, a Aniceto Rodríguez. Finalmente lo hicieron   por Allende, pero con más abstenciones que votos a favor. Recuerdo que, en un momento dado, el MAPU quiso adherir a la candidatura de Pablo Neruda, pero don Luis Corvalán, secretario general del Partido Comunista, les recomendó que dieran su voto a Allende quien, con mucha lógica, respondía a sus críticos con la frase de que él era más conocido que la Coca Cola y que cualquier candidato más joven – caso Chonchol – requería ser aceptado por los electores.

El hecho de que actualmente  haya varios candidatos a la presidencia y, seguramente, vendrán otros tantos, y que nadie tiene asegurado el triunfo es, a  mi modo de ver, bastante lógico, pues todo político e, incluso, cualquier ciudadano se siente capaz de desempeñarse en tan alto cargo y, en el secreto de su yo, se ve cada noche luciendo la banda presidencial. Algunos analistas políticos utilizan el término “líquido” para definir el escenario presidencial actual  a menos de un año de las elecciones presidenciales.

Respecto a las combinaciones hasta hoy aún no está claro si la Democracia Cristiana va a adoptar el camino propio, presentando una candidata o candidato directamente a la primera vuelta, o bien, participará en las primarias de “la Nueva Mayoría. Personalmente dudo de que los dirigentes de este Partido adopten un camino tan riesgoso para su subsistencia, como el famoso “vuelo del cóndor”, es decir, el aislacionismo. De imponerse la tendencia conservadora de la Democracia Cristiana, capitaneada por Mariana Aylwin, Gutenberg Martínez, Soledad Alvear, los hermanos Walker Prieto, Edmundo Pérez Yoma y otros, de seguro, el Partido se dividiría, hecho lo llevaría a una muerte segura.

Los otros partidos del bloque Nueva  Mayoría están presionando para evitar que la Democracia Cristiana adopte el camino propio amenazándola con dejarla fuera de la lista parlamentaria. Hace  mucho tiempo que la Democracia Cristiana dejó de ser un Partido ideológico y menos un partido mesiánico, pues para vivir, como lo hacen los vampiros, necesita de la sangre fresca de los suculentos sueldos de algunos ministerios, de las principales empresas estatales y de cargos en otros servicios públicos.

Si la  Democracia Cristiana adoptara el camino propio, a los Partidos PPD, PS, Pc, Radical, Izquierda Ciudadana, no les quedaría otra salida que abrirse a una alianza con el Frente Amplio, PRO, Partido Humanista, Revolución Democrática e Izquierda Autónoma y el MAS.

En el caso de la derecha, parecía que tenía la vía abierta para lograr la presidencia de la república: había logrado que Manuel José Ossandón accediera a participar en la primaria de ese bloque, facilitando de esta manera el triunfo indiscutido de Sebastián Piñera, pues el otro candidato de Evópoli, Felipe Kast, no representa ningún peligro para las aspiraciones del ex Presidente Piñera, y sólo está interesado en utilizar las primarias para difundir su programa. Los demás candidatos de Chile Vamos son sólo escoltas de Piñera.

A partir del escándalo de Bancard, que tiene aún muchas aristas por indagar y que implica, además, a su familia nuclear, la candidatura de Piñera está puesta en cuestión hasta tal punto que él mismo ha declarado sus dudas de presentarse a la reelección, pues sus cercanos no estarían dispuestas esta vez a apoyarlo tal como lo hicieron en la campaña de 2009, en que logró el triunfo.

Hasta ahora, la querella presentada por el diputado Hugo Gutiérrez para que se investiguen los negocios de Bancard en el extranjero ha tenido éxito, pues ha logrado que el fiscal, Manuel Guerra, exija la entrega de los correos mantenidos entre el hijo de Piñera y el gerente Noguera a partir de 2009. Es cierto que el ex Presidente Piñera es muy en manejo de su imagen, pero esta vez ha demostrado inseguridad y no ha dejado de cometer algunos errores en las distintas entrevistas de prensa. Está por verse si Piñera decidirá aceptar la candidatura o bien, retirarse a sus cuarteles de invierno, ante el temor de que el caso Bancard se complique, poniéndose en peligro y también su familia.

En la Nueva Mayoría, el candidato y ex Presidente Ricardo Lagos no la ha tenido muy fácil: por un lado, fue pifiado por algunos dirigentes socialistas y, por otro, fue aclamado por el PPD, lo que no causa sorpresa, pues ese Partido fue fundado por él. En las encuestas de opinión no logra aún superar el magro 5%, y fácilmente aventajado por Alejandro Guillier; en el caso de José Miguel Insulza, puede considerarse un actor secundario, cuya base de apoyo la integra, fundamentalmente, los antiguos MAPU, y por mucho que se esfuercen por diferenciarse estos dos candidatos, su propuestas son bastante parecidas.

El caso del candidato Fernando Atria, gran abogado constitucionalista, es interesante, pues pretende agrupar a un sector de izquierda del Partido Socialista y, además, tendría gran acogida en el Frente Amplio y en bastos sectores de izquierda.

En un panorama tan fluido y diverso no hay que mirar en menos a ningún candidato, pues el “ninguneo” puede ser fatal para aquellos que funcionan solamente sobre la base de las encuestas. Es interesante la candidatura de Nicolás Larraín, quien fue proclamado hoy, con su lema “la innovación”.

El  escenario, como es lógico, hasta ahora es muy confuso, pues el 70% de los encuestados no se pronuncia al respecto, y los partidos políticos, por su parte, cada vez tienen menos militantes. No creo que, en conjunto, no lleguen ni siquiera a la cifra de cien mil  trecientos ciudadanos, en el proceso de reinscripción, es decir, el 1% del padrón electoral.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

13/12/2016        

 

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