Los niveles alcanzados en los últimos tiempos por el hielo del Ártico preocupa y ocupa a la comunidad científica internacional por el peligro que representa para las especies dependientes de esa masa helada, tales como los osos polares, focas y las aves.
Por eso, algunos expertos han llegado a afirmar que por la rápida disminución del hielo, el Ártico desaparecerá mucho antes de lo que se esperaba.
Para que se tenga una idea, científicos estadounidenses registraron este mes el segundo mínimo anual de retroceso alcanzado por esa masa helada desde que existen los registros satelitales en 1978.
Los expertos de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) y la Universidad de Colorado en Boulder señalaron que el pasado día 10 la superficie cubierta por el hielo era de 4,14 millones de kilómetros cuadrados, indicador igualado con el 2007.
Según comentaron, la temporada de deshielo comenzó con un grado mínimo histórico anual máximo en marzo y una rápida pérdida del hielo en mayo.
A propósito de ello, reconocieron las bajas presiones atmosféricas y el cielo nublado que ralentizaron la masa fundida durante junio y julio.
En tal sentido, el derretimiento del hielo del mar se aceleró después de dos grandes tormentas que pasaron a través de la cuenca del Ártico en agosto.
Al decir del experto en hielo marino en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, Walt Meier, es muy notable que el mínimo medido este año haya terminado como la segunda más baja.
No es secreto para nadie, que por los cambios en el nivel del hielo marino, especies como los osos polares están amenazados porque esa realidad incide sobremanera en la disminución de su alimentación y reproducción, según un estudio publicado en The Cryosphere.
UNA PESQUISA SOBRE LOS OSOS POLARES DEL ÁRTICO
La investigación, considerada la primera en cuantificar las transformaciones del hielo marino, los autores se basaron en 35 años de datos de satélite que muestran la concentración diaria de la masa helada en el Ártico.
Los autores, procedentes de la Universidad de Washington, encontraron que el número total de días cubiertos de hielo se redujo a un ritmo de entre siete a 19 días por década entre 1979 y 2014, refiere el medio especializado alemán.
Asimismo, la concentración de hielo marino durante los meses de verano, etapa en la que algunas subpoblaciones se ven obligadas a ayunar en tierra, también disminuyó entre un uno y nueve por ciento por década.
Sin embargo, estimaron -como lo más sorprendente- la tendencia constante en todas las regiones del oso polar hacia un adelantado deshielo de primavera y una tardía congelación durante el otoño.
La fusión del hielo marino del Ártico se produce en primavera a medida que reaparece la luz del día y las temperaturas se vuelven más cálidas. En los meses de otoño, se vuelven a acumular las capas de hielo de nuevo a medida que la temperatura baja, comentaron.
Según la coautora Kristin Laidre, también investigadora en el Centro de Ciencia Polar, estas transiciones entre primavera y otoño limitan el periodo en el que hay un buen hábitat de hielo para que los osos se alimenten.
Estos periodos también están vinculados a la temporada de reproducción, cuando los osos encuentran compañeras y las hembras salen de sus madrigueras de maternidad con cachorros muy pequeños y no han comido durante meses, añadió.
Para Laidre, el hielo marino es realmente su plataforma de vida. Ellos son capaces de vivir en la tierra durante una parte del año, pero en el hielo marino es donde obtienen su principal presa, argumentó.
La situación presente en el Ártico impone a las naciones la puesta en práctica de medidas urgentes que frenen el incremento de las temperaturas globales.
En tal sentido, en un artículo divulgado en Ecoticias, el profesor Peter Wadhams, de la Universidad de Cambridge, solicitó la necesaria reducción de dióxido de carbono y a la vez buscar otras formas para frenar ese proceso de calentamiento.
La NASA considera que el hielo del Ártico es importante para mantener la temperatura del planeta, además de influir en la circulación de la atmósfera y el océano. Su reducción también puede afectar el ecosistema y las comunidades de esa región, advierte la agencia de la ONU.
* La autora es periodista de la redacción de Ciencia y Técnica de Prensa Latina.