El domingo, en el Canal UCV, el comunicador Nicolás Copano y el antiguo equipo de “Vigilantes” la rompió en la Televisión chilena: afortunadamente, el histórico Canal de la Universidad Católica de Valparaíso dio cabida a los meritorios periodistas Nicolás Copano, Sebastián Esnaola, Margarita Hantke y José Miguel Villouta, constituyendo un panel de primer nivel que, otrora, fuera censurado y luego eliminado de la parrilla programática por el solo hecho de decir la verdad y de abrir los teléfonos al público.
El contraste de este programa, que comienza a emitirse por UCV y que durará doce domingos sucesivos, con el resto de los canales es abismante: el del canal del duopolio, TVN, Mejor hablar de ciertas cosas (MHCC), conducido por Matías del Río y Consuelo Saavedra, no es más que la expresión de los yanaconas del poder, y sus editores seleccionan muy bien, tanto los invitados como los contenidos, para no se exprese ninguna ruptura con el orden vigente; de Estado Nacional, emitido en la mañana de cada domingo, mejor ni hablar, pues es un envasado “de lugares comunes”, propios de nuestra mediocre casta política en el poder. Es tan malo el canal del duopolio que sería legítimo que contribuyentes no destinaran recursos para mantener esta estafa televisiva.
Para qué detenernos en el programa en que participa la periodista Pilar Molina, señora momia fanática – en la época del Presidente Salvador Allende, en La Batalla de Chile, del cineasta Patricio Guzmán, aparece una vieja destemplada diciendo que mataran a todos los comunistas desgraciados, cuyas expresiones no eran muy diferentes a las que hoy la periodista dedica a la pobre Presidenta Bachelet -. Los demás canales nos entregan un Moisés de cartón-piedra, o un David que da pena y que uno llega a soñar que Sansón le rompa la cara.
En síntesis, la mayoría de los programas de televisión, si es farándula, sigue siendo una mierda, y sólo los adinerados se salvan por estar inscritos a la TV por cable, donde ver, por ejemplo, los aportes enriquecedores de Villouta, Copano, Esnaola y de Margarita Hantke y, por cierto, de los canales españoles que están cada vez más entretenidos con el drama de la investidura del Primer Ministro, o unos europeos que presentan brillantes obras detectivescas de Georges Simenon, u otras películas de gran calidad artística. Por desgracia, en Chile a los ricos les llega el pan cultural y a los pobres “mierda, mierda”.
No debemos olvidar que los periodistas yanaconas del canal del “angelito”, de los diarios El Mercurio, La Segunda y La Tercera siguen siendo cómplices de los atroces crímenes de la dictadura y que no se han arrepentido, ni menos pagado por los “servicios prestados” a tal alimaña humana. No olvidemos la famosa tapa de La Segunda, “se mataron entre ellos” para ocultar los crímenes terrorismo de Estado.
Dejemos de lado a los cavernarios de la tinta y el papel y entremos a temas positivos, por ejemplo, al Programa Mejor que la Televisión: Nicolás Copano mostró gran calidad humana y empática al entrevistar a la Presidenta Michelle Bachelet, pues no se colocó como un ave de carroña, dispuesto a comerse al entrevistado – como lo hacen algunos periodistas para demostrar poder y superioridad y hacernos creer que son agudos e incisivos. Bachelet, como siempre cuando está serena, estuvo brillante, logró transmitir calor humano, cercanía, simpatía y autenticidad.
No voté por Michelle Bachelet ni en la primera, ni en la segunda vuelta de las últimas elecciones presidenciales, como tampoco he sido partidario de su gobierno, y encuentro que las reformas propuestas en su campaña, débiles por cierto en sus proyectos de ley, han quedado en la mitad; por otra parte, sus asesores directos no son unos déspotas ilustrados que no tienen la menor idea de lo que ocurre con los ciudadanos de a pié, es decir, razón por la cual no logran encantar a la gente. Como todos reformismos, al final terminan dejando descontentos a la derecha y a la izquierda: ya le pasó a Eduardo Frei Montalva y, ahora, a Michelle Bachelet.
Un buen periodista debe ser capaz de mostrar en profundidad el retrato íntimo del personaje entrevistado: el sentido de su existencia, los sentimientos y emociones que forman parte de la “tragedia del instante presente” – como diría el gran filósofo y humanista Ernst Bloch -. El equipo, presidido por Nicolás Copano nos ofrece un programa vivo, incisivo entretenido y que convierte lo profundo en cotidiano, es decir, una verdadera joya televisiva para diferenciarse de los programas que sólo sirven para adormecer a los cansados trabajadores chilenos, usados como somníferos, incluidos traseros y senos, que se podrían encontrar con facilidad en Youtube.
El tiempo televisivo a veces no permite fijar una idea clave, pero sí puedo ahora profundizar respecto al tema de la influencia del dinero en la política. No cabe duda de que la campaña de Eduardo Frei Montalva fue financiada por las Democracias Cristianas de Alemania e Italia, y que este último partido era un aliado de la “cosa nostra”. Por otra parte, la campaña del NO, en el plebiscito para derrotar a Pinochet, la Socialdemocracia y la Democracia Cristiana europeas fueron decisivas en la campaña para controlar el fraude que Pinochet preparaba. Por otro lado, los dineros recibidos desde Estados Unidos – como lo prueban los documentos desclasificados del senado norteamericano – financiaron la campaña de Eduardo Frei Montalva, (1964), en contra de Salvador Allende y más tarde, (a partir de 1973), la huelgas del cobre y camioneros, dirigidas por democratacristianos, los verdaderos instigadores del golpe de Estado, como lo en el libro El rol de la Democracia Cristiana en la gestación, consumación y afianzamiento del golpe militar de 1973, de mi amigo Manuel Acuña, que será presentado el jueves, 15 de septiembre, en la Sociedad de Escritores, a las 19 horas.
Tengo un testimonio directo para probar lo que afirmo: mi padre fue presidente de la Democracia Cristiana en el período presidencial de Frei Montalva, quien relataba con espanto que el dinero que llegaba de la Democracia Cristiana italiana y alemana – de la “cosa nostra”, en el caso del primero -, no era recibida por la directiva del Partido, sino por personajes individuales y muy amigos de la fracción freista.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
12/09/2016