Las grandes corrientes filosóficas del siglo XIX: los Saint simonianos, los marxistas y los anarquistas planteaban, fuera la desaparición del Estado o bien, su destrucción, pues al fin y al cabo, tanto el Estado y el Gobierno y los partidos políticos no eran más que excrecencias burocráticas – este mal se ha extendido hasta hoy – y, según Michels, “donde hay organización, hay oligarquía”. La época histórica de mi predilección fue el corto período en que a cada uno recibía vales según sus méritos, y así desaparecía el dinero como moneda de cambio, especialmente en Barcelona y Aragón, donde predominaban los ácratas.
En la España actual – no sé si ha funcionado mejor o peor que cuando el Partido Popular tenía mayoría parlamentaria – uno de los peores períodos de corrupción de la historia de España luego de los pactos de La Moncloa, los montos defraudados al Estado representan el triple de los delitos chilenos de SOQUIMICH (SQM), Corpesca, Penta y milicogate, y otros. Se ha comprobado que el Presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, recibía un sobresueldo por parte del tesorero del PP, Luis Bárcenas – lo mismo que ocurre en Chile con Sebastián Piñera y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, a quienes la justicia no los toca y, como son poderosos, se convierten en inimputables, pues la justicia siempre se inclina hacia el lado del queso -.
El sistema parlamentario es superior al parlamentarismo: una crisis de gobierno no se convierte en una crisis del sistema, y en el presidencialismo basta que el Presidente sea corrupto, enloquezca u obtenga un rechazo popular del 90%, para que el sistema se derrumbe con él. Mariano Rajoy puede ser un Presidente corrupto, pero basta que su Partido, el PP, pierda la mayoría parlamentaria y sea incapaz de formar una combinación que le permita gobernar, para que sea imposible que logre la investidura. Ha habido dos elecciones generales y se ha intentado sendas investiduras, la primera dirigida por Pedro Sánchez, líder del Partido Socialista Español, en alianza con el Partido Ciudadanos, de Albert Ribera, que fue rechazada por la mayoría de las cortes; la segunda, dirigida por Rajoy y una alianza del PP con Ciudadanos, que tampoco logró la mayoría.
En esta encrucijada, sólo restaría que Pedro Sánchez, aliado esta vez con Podemos y Ciudadanos, o bien, la abstención de estos últimos, para lograr una investidura de un gobierno dirigido Por el PSOE. Hasta el momento, esta posibilidad se ve muy remota, por consiguiente, el rey Felipe VI tendrá que convocar a una tercera elección, a realizarse el 25 de diciembre del presente año – en España, la fiesta de Reyes es mucho más importante que la de Navidad, en consecuencia, que se realicen elecciones en el natalicio de Jesús, no es muy grave -.
El Partido Ciudadanos, perteneciente a lo que podríamos llamar una centro-derecha española, logra quitar muchos votos de derecha al Partido Popular, sobre todo, aquellos que critican con vehemencia el carácter corrupto del PP, se ha prestado a formar gobierno: en una ocasión con el PSOE y, en otra, con el Partido Popular, en ambos casos frustrado el intento. Por su parte, Ciudadanos perdió muchos electores en la segunda elección, una vez disueltas las Cortes. Este Partido veleta no tiene nada que ver con la Democracia Cristiana española que, como decíamos en otro artículo, formó parte del franquismo, con Ruiz Jiménez, y antes de la guerra civil tenía como uno de sus líderes a José María Gil Robles – amigo personal de Eduardo Frei Montalva – y que en la guerra civil española se mantuvo neutral y dedicado a la escritura de su libro No fue posible la paz, un justificatorio de su actuación. La canción dice: “Gil Robles tiene la culpa de lo que está sucediendo…Y el hijo de puta de Franco que lo está consintiendo…”
El Partido Podemos perdió muchos votos en la segunda elección, que algunos achacan a su alianza con la Izquierda Unida, mayoritariamente comunista, cuyo líder, Julio Anguita, ha perdido mucho apoyo popular, como ha ocurrido con la mayoría de los Partidos Comunistas después de la caída del Muro de Berlín. Este Partido izquierdista está inclinándose por buscar un frente con el Partido Socialista Obrero Español, a fin de hacer gobierno.
El socialismo español, como la mayoría de sus congéneres europeos, no sólo ha abandonado el marxismo y el socialismo de sus raíces históricas – Francisco Largo Caballero es sólo un recuerdo – pues nada queda Pablo Iglesias, Julián Basteiros e, incluso, de Indalecio Prieto, sino que se han convertido en los mejores defensores del neoliberalismo y en los puntales de la democracia bancaria.
Dentro del PSOE hay varias fracciones, una de ellas encabezada por los “duques” y grandes figuras del Partido, como el corrupto andaluz Felipe González, que presiona para que el Partido se abstenga y permita dejar el camino libre a Mariano Rajoy.
El caso español prueba que los países pueden seguir viviendo e, incluso, vivir sin gobierno o, en su defecto, contar con alguno que se dedique sólo a administrar.
Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)
09/09/2016