Tras las declaraciones del ex ministro del Interior, Jorge Burgos, al diario El Mercurio, donde afirmó que el Partido Comunista le hace mal al gobierno y que el pacto de la Nueva Mayoría debe terminar junto con el fin de la actual administración, resurgió el antiguo debate sobre la política de alianzas del Partido Demócrata Cristiano y, específicamente, la disyuntiva entre seguir “el camino propio”, refundar la Concertación de Partidos por la Democracia o seguir conviviendo asociado con partidos de Izquierda, incluido el PC.
La preocupación de los democratacristianos se remonta a la época del falangismo, en los inicios de la década del 50, cuando algunos de sus militantes se incorporaron como redactores de la revista Estudios sobre el Comunismo, dirigida por el sacerdote Miguel Paradowski. Allí escribieron Jaime Castillo Velasco y Ricardo Boizard, junto a ex comunistas convertidos en fervientes anticomunistas como el peruano Eudocio Ravines. También lo hacían exponentes del anticomunismo conservador y liberal, como Sergio Fernández Larraín, Raúl Marín Balmaceda y Jorge Hübner Gallo.
El PC, en tanto, ilegalizado desde 1948 por el presidente radical Gabriel González Videla, participó en las elecciones de 1952 en el Frente Nacional del Pueblo junto al Partido Socialista de Chile que encabezaba Salvador Allende. En 1953 el movimiento obrero se reorganizó en la Central Unica de Trabajadores (CUT), con mayoritaria participación de comunistas y las dos fracciones del PS. Tres años después, en 1956, se constituyó el Frente de Acción Popular (FRAP), que reunió a los partidos de Izquierda y en 1957 se reunificó el socialismo.
El PDC se fundó el 28 de julio de 1957 sobre la base de la unificación de diversos grupos socialcristianos. Participaron en su creación la Falange Nacional y el Partido Conservador Social Cristiano, grupos escindidos del Partido Conservador que formaban la Federación Social Cristiana.
En 1958 el PC volvió a la legalidad. Ese mismo año se levantó el programa presidencial del FRAP que propuso restaurar las libertades públicas y sindicales, profundizar la democratización y expandir los derechos sociales y económicos. Llamó también a una reforma electoral y a crear una Asamblea Constituyente. Según el FRAP, el Estado debía tener la propiedad de las empresas extractivas y de producción energética para planificar el desarrollo industrial. Buscaba, además, acabar con la gran propiedad rural por medio de una profunda reforma agraria y expandir la producción de alimentos. En el aspecto social, propuso combatir el problema habitacional, la desnutrición y el analfabetismo, así como mejorar el sistema de seguridad social.
Se inició un rápido proceso de cambio en el sistema de partidos políticos, irrumpiendo cada vez con más fuerza la Izquierda marxista y el PDC. En 1958 Jorge Alessandri obtuvo el 31,6% de los votos, con apoyo de liberales y conservadores. Y Salvador Allende 28,9%. El FRAP se dio cuenta que podía llegar al poder mediante las urnas y Allende confirmó su liderazgo unificador en la Izquierda. En el Partido Socialista, en tanto, surgieron dudas sobre la “vía pacífica” al poder, que se hicieron más visibles luego del triunfo de la Revolución Cubana.
El PDC poseía la Editorial del Pacífico, una dirigencia cohesionada y respetada, liderada por Eduardo Frei Montalva. También mostraba un cuerpo doctrinario consistente y coherente que le permitió levantar un programa diferente a las propuestas de la derecha y la Izquierda para solucionar los problemas del subdesarrollo.
En 1955, en una elección complementaria en Santiago, Rafael Agustín Gumucio, presidente de la Falange y de la Federación Social Cristiana, fue electo diputado con apoyo de la oposición antiibañista. Poco después, en las parlamentarias de 1957, Frei obtuvo sin contratiempos un escaño senatorial por Santiago. La Falange alcanzó un 10% del electorado y se transformó en un partido de veloz crecimiento. El 28 de julio se crea el PDC. En las elecciones presidenciales de 1958, Frei consiguió el 20,7% de los votos. Su campaña fue anticapitalista y anticomunista, pero con un programa bastante similar al de la Izquierda.
TRES TENDENCIAS POLITICAS
En mayo del 59 se realizó la primera Convención Nacional del PDC. Allí surgieron tres claras tendencias: una, encabezada por Jaime Castillo Velasco, llamada “purista”, veía a la DC como una vanguardia para reemplazar el sistema capitalista por uno comunitario, superando la dualidad Izquierda-derecha, y siguiendo un “camino propio”. La segunda, contraria a la “purista”, propiciaba la lucha contra el sistema oligárquico-capitalista, y un posible acercamiento a la Izquierda marxista. Proponía una línea “popular” y de oposición a Alessandri. Sus líderes eran Rafael Agustín Gumucio, Alberto Jerez, Julio Silva Solar y Jacques Chonchol.
La tercera pretendía sintetizar las dos anteriores. Proponía oponerse a Alessandri, defender la planificación central como modelo de gestión económica y propiciaba una profunda reforma agraria e industrial. También rechazaba cualquier acercamiento al FRAP -especialmente al PC- proponiendo el acercamiento con otras fuerzas de centro. Esta posición la encabezaban Eduardo Frei y Patricio Aylwin y, tras dos días de debate, se impuso a las demás. Empezaron a trabajar para que el partido creciera, captar nuevos militantes y en una alianza con el Partido Nacional Popular surgido de la fusión entre agrario-laboristas y nacionales.
La declaración del PDC de principios de 1957 sostenía que la sociedad debía propender al bien común, objetivo inherentemente ajeno al capitalismo. Así, Frei y Allende se situaron como dos alternativas de cambio desde el año 58.
La DC empezó a inspirarse en el estructuralismo y el desarrollismo que impulsaban la Comisión Económica para América Latina (Cepal) y algunos nacientes organismos de la Iglesia Católica que propugnaban teorías sobre la marginalidad. Se proponía modificar la matriz de producción tendiendo a la industrialización de la economía, además de un reordenamiento del régimen de propiedad, especialmente el agrario. El Estado -sostenían entonces- tenía un papel principal para hacer los cambios de modo armónico.
En 1958, Jorge Ahumada, economista de Cepal muy cercano a la DC, publicó el ensayo En vez de la miseria, de gran impacto público. Argumentaba que Chile vivía una crisis integral, que se expresaba en un lento crecimiento en los últimos decenios, un bajo nivel de ahorro e inversión, exportaciones sólo de materias primas, estructura productiva basada en los servicios, balanza comercial desfavorable, inflación endémica, dependencia del exterior, etc. Además el modelo social y político era excluyente. Se requería una reforma profunda del Estado, la política y la sociedad. La Revolución Cubana -antes de declararse socialista- demostraba que era posible.
Paralelamente, la Iglesia Católica empezó a abrir espacios para el análisis teórico del problema político y social. A fines de los años 50 llegó el jesuita belga Roger Vekemans y organizó la Escuela de Sociología de la Universidad Católica que formó a cientistas sociales y dirigentes políticos de centro y luego de Izquierda. También ayudó a crear el Centro Bellarmino, que se transformó en el principal impulsor del programa de gobierno del PDC. Asociado al Bellarmino se encontraba el Centro de Desarrollo Social para América Latina (Desal), enfocado principalmente en apoyar la formación de organizaciones vecinales, femeninas, sindicales y grupos de discusión, entre otros. En el campo colaboraron con la formación y el desarrollo de organizaciones de campesinos como la Unión de Campesinos Católicos, la Acción Católica Rural y el Instituto de Educación Rural que juntas dieron vida a la Asociación Nacional de Organizaciones Campesinas.
Vekemans y sus colaboradores elaboraron lo que se conoció como la “teoría de la marginalidad”, que en síntesis denunciaba la presencia de amplias capas de la población pauperizada que sólo efectuaban labores económicas de subsistencia y que no gozaban de representatividad alguna. A esa gente había que sumarla al proceso de cambios.
La DC quiso presentar un camino de cambio social de alcances generales, compitiendo con la Izquierda marxista. Y eso la llevó al triunfo en 1964. En las elecciones municipales de 1960 consiguió 170 mil votos posesionándose como el cuarto partido más votado detrás de radicales, liberales y conservadores. En las parlamentarias de 1961 por primera vez el socialcristianismo presentó candidatos en todas las circunscripciones electorales. Con un 16% de los sufragios, lograron elegir 23 diputados y tres senadores, superando a los conservadores.
EL BLOQUE DE MAYORIA
En marzo del 58 falleció Galo González, secretario general del PC. El periodista y profesor Luis Corvalán, que ya se perfilaba como su sucesor, señaló que en los hechos el PC ya era legal. La derecha se indignó. Poco después se hizo una elección complementaria en Santiago, antes de las presidenciales, y la ganó la derecha. La Izquierda y el centro denunciaron el cohecho y empezaron a presionar para una reforma electoral que evitara la abstención, la violencia callejera, la compra de votos y las dificultades para inscribir nuevos electores.
Para ello se formó el Bloque de Mayoría Parlamentaria -luego de Saneamiento Democrático-, integrado por el FRAP, el Partido Nacional Popular, el agrario laborismo, los radicales y la DC, algo así como la Nueva Mayoría de hoy. El bloque se propuso reformar el sistema electoral y derogar la llamada Ley Maldita (Ley de Defensa de la Democracia). La reforma se hizo el 31 de mayo y la legalización del PC se publicó en el Diario Oficial el 6 de agosto de 1958, a menos de un mes de las elecciones presidenciales.
En 1949 sólo el 15,8% votaba pero un 30,8% lo hizo en 1952 con la inclusión de las mujeres. En 1964 el porcentaje llegó al 72.9%. Entre 1961 y 1973 el electorado se expandió en más del 200 por ciento. Y se empezó a apelar al sufragio de campesinos, mujeres y pobladores, como nunca había ocurrido antes.
A fines de marzo de 1961 Frei definió la posición de la DC frente a Estados Unidos en una carta enviada al New York Times. Lo declaró un partido anticomunista, entusiasmado por las reformas anunciadas por Kennedy y fuertemente crítico al régimen cubano.
En un congreso plenario del PDC realizado en Millahue, Cajón del Maipo, aumentaron las críticas a Fidel Castro. Luis Corvalán, recién elegido secretario general del PC, dirigió una carta pública a la dirigencia del PDC donde pidió elevar la discusión para coordinar posibles medidas reformistas en las que podían converger. Insistió en que el anticomunismo democratacristiano sólo hacía el juego a los enemigos del pueblo. El debate subió de tono y se concentró en el comunismo internacional y en Cuba. La DC descartó entonces cualquier posibilidad de alianza con el FRAP y con el derechista Frente Democrático y acordó levantar una candidatura propia para las elecciones de 1964.
El rápido crecimiento de la DC se produjo gracias a la vertical caída de la derecha y al viraje reformista de la Iglesia Católica. En 1948 la Falange Nacional se había opuesto a la proscripción de los comunistas y fue castigada por la Iglesia Católica, aliada de los conservadores. La Iglesia cambió con el Papa Juan XXIII a partir de 1958. Entre 1955 y 1964, catorce de los 28 obispos chilenos fueron reemplazados, asumiendo prelados que eran más cercanos al PDC.
En septiembre del 62 los obispos emitieron la carta pastoral: El deber social y político en la hora presente que marcó en Chile el giro de la Iglesia. Afirmaba, en parte, que “del triunfo del comunismo en Chile, la Iglesia y todos sus hijos no pueden esperar sino persecución, lágrimas y sangre”. La revista Mensaje, órgano de los jesuitas, contribuyó decididamente a difundir la renovación de la Iglesia encarnada en el discurso del PDC. Circularon dos números especiales los años 62 y 63 sobre la revolución en marcha en América Latina y en Chile. Allí escribieron Roger Vekemans, Edgardo Boeninger, Sergio Molina, Jacques Chonchol, Raúl Sáez, Alejandro Magnet, Máximo Pacheco y Raúl Prebich, secretario general de la Cepal, entre otros. En la Izquierda, mientras, crecían las dudas sobre el origen del financiamiento que obtenía el cura Vekemans.
En las elecciones municipales de abril del 63 la DC alcanzó el 22,8%. El FRAP 27,6%. El Frente Democrático un 46,2% (conservadores 11,4%, liberales 13,2% y radicales 21,5%). La DC levantó entonces la consigna “revolución en libertad”.
¿Qué es el FRAP?, se preguntó Jaime Castillo en una columna en la revista Ercilla en abril de 1964. Y se respondió: “Una alianza de unos cinco partidos en la cual los tres pequeños están enteramente sometidos al bastón de mando comunista”.
En junio de 1964, en la proclamación que le hicieron los profesionales democratacristianos en el Teatro Caupolicán, Eduardo Frei afirmó: “(…) el FRAP propone al pueblo el camino del marxismo-leninismo; de la violencia moral y política; de la omnipotencia del Estado en todas las manifestaciones de la vida nacional; de la colectivización y de la desviación del porvenir de Chile hacia la órbita del mundo comunista”.
El historiador Marcelo Casals Araya, en su libro La creación de la amenaza roja. Del surgimiento del anticomunismo en Chile a la “campaña del terror de 1964”, de LOM Ediciones, relata que en un informe confidencial citado por el cardenal Raúl Silva Henríquez, se afirmaba que “la situación se presenta muy difícil. El candidato socialista (Allende) es en realidad un candidato comunista y su triunfo es un triunfo del comunismo, con todas sus consecuencias. La Iglesia, si ellos triunfan, entraría a corto plazo a la condición de la ‘Iglesia del Silencio’. Además consideran los comunistas que el triunfo en Chile les asegura el triunfo del comunismo en toda América Latina, dada la influencia que tiene Chile en el continente”.
En 1963, en un intento por detener la ofensiva de la Iglesia y del PDC, Orlando Millas -uno de los principales ideólogos del PC- publicó el libro Los comunistas, los católicos y la libertad. Otros comunistas, en cambio, le echaban leña a la hoguera. El 23 de junio de 1964 el senador comunista Jaime Barros Pérez-Cotapos pronunció un discurso criticando a la Iglesia Católica por su papel político y su excesivo poder económico: “¿Por qué no declara la Iglesia sus pertenencias en chacras, cafetales, haciendas, plantaciones de cáñamo, sus barrios enteros de propiedades urbanas, sus manzanas de edificios de renta, frente a cada plaza, a cada ciudad y aldea de Latinoamérica? (…) ¿O es que los monjes carmelitas, los hermanos de San Vicente y Salesianos, de San José o mercedarios, los de Providencia y Sagrados Corazones, etc., no son multimillonarios, sin mencionar a los jesuitas que son más rapaces que todos juntos?”, afirmó. Poco después Barros encabezó una fracción maoísta expulsada del PC.
La denominada “campaña del terror” que el PDC y la derecha emprendieron en 1964 dejó heridas en la Izquierda, sobre todo en el PC. Seis años después, en la campaña de 1970, se repitió aún con más fuerza el mismo tipo de propaganda. No obstante, Salvador Allende y la Unidad Popular, que reemplazó al FRAP, lograron imponerse en las urnas.
BAJO LA UNIDAD POPULAR
Allende requirió del apoyo del PDC para llegar a La Moneda. Como no obtuvo la mayoría necesaria, el Congreso debió ratificar su victoria. Radomiro Tomic, el candidato falangista derrotado, tuvo la idea de pedirle a la UP un estatuto de garantías constitucionales. Benjamín Prado, entonces presidente de la DC, se lo propuso a Allende. Los negociadores fueron Renán Fuentealba, Bernardo Leighton y Luis Maira, por el PDC; y Luis Herrera, Anselmo Sule y Orlando Millas por la UP. Ese estatuto permitió que la DC votara por Allende en el Congreso Pleno y éste pudiera llegar a La Moneda.
En su mensaje al país del 21 de mayo de 1971, Allende afirmó: “(…) estoy seguro de que tendremos la energía y la capacidad necesarias para llevar adelante nuestro esfuerzo, modelando la primera sociedad socialista edificada según un modelo democrático, pluralista y libertario”. Aquel discurso -según Orlando Millas en sus Memorias– contiene el compromiso de Allende de ceñirse estrictamente a la “vía chilena hacia el socialismo”, muy distanciada de los caminos seguidos en los países socialistas y en Cuba.
Posibilidades de un entendimiento de la Unidad Popular con la DC existieron al comienzo del gobierno de Allende, pero el 8 de junio de 1971 el diablo metió la cola: fue asesinado el ex ministro del Interior de Frei Montalva, Edmundo Pérez Zujovic, por miembros de la Vanguardia Organizada del Pueblo (VOP), un crimen que aún despierta oscuras sospechas.
A partir de ese momento aumentó la influencia de los “guatones”, el sector más conservador del PDC, que empezó a acercarse a la derecha.
Manuel Salazar Salvo
Publicado en “Punto Final”, edición Nº 858, 19 de agosto 2016.