La guinda de la torta ha sido la reapertura de un juicio a Sebastián Piñera como coimero internacional. El ex Presidente deberá responder ante la justicia por acusaciones contra LAN cuyo nuevo destape ha sido reclamado incluso por la OCDE.
Recientemente un accionista de LAN ha reclamado contra directores de LAN y LATAM señalando “el daño que ha causado el que 200 millones de dólares en multas se han pagado en Estados Unidos por colusión y un posible cohecho en Argentina”. Ciento cincuenta y dos millones de pesos chilenos en multas por “crímenes”, como los llama la justicia norteamericana. La coima actual es superior a los 1,2 millones de dólares, algo así como 800 millones de pesos chilenos.
La guinda.
Ya sabemos que el señor Piñera, ex jefe de estado y candidato actual a volver a La Moneda, tiene un prontuario que se remonta al tiempo que tuvo que huir por sus negociados hechos en el Banco de Talca.
Sabemos también que Penta, Soquimich, Caval, etc…y las colusiones por los remedios, los pollos y el papel para el culo (en que está metido el ex viceministro Ruiz Tagle) más la participación en la mesada de peces gordos de la dictadura de campañeros de Bachelet, parientes de un ex presidente y un diputado de la DC, de un partido progresista entero, de viudas de asesinados por la dictadura, etc…han hecho que el asco nacional haya creado tal abismo con casi todos los políticos que el país ha entrado en una profunda crisis.
¿Crisis de confianza? ¿Crisis institucional? ¿La peor? ¿La peor desde el 73? ¿La peor de todas? No importa las nominaciones que en este caso no sirven para nada. En Chile hay hoy un asco hacia los políticos (“la clase política” como nominó la derecha comunicacional) que amenaza con liquidar la política. Un derrumbe evidente que no es producto de la acción antisistémica de un nuevo poder sino de los detentadores internos del viejo poder. Crisis en todos lados. Se roban, incluso, los fondos del fútbol, del tenis, Chile hace el ridículo en las olimpiadas con la desnudez de su deporte.
La crisis crea, ahora en Chile, un vacío.
La última encuesta de opinión sobre candidaturas presidenciales le da un 1% a ambiciosos “personajes” públicos como Insulza o Matthei, un 5% a Lagos, un 14% a Piñera, un 2% a candidatos autoproclamados y “seguros” como Ossandón. La encuesta fue hecha por un destacado formador de opinión pública de derecha, un hombre del sistema. La izquierda no tiene ni siquiera la capacidad para hacerlas.
Es tan clara la orfandad de la política que los partidos llaman a sus militantes a que trabajen para que la gente no vote, confiados en que los porcentajes finales de los candidatos se duplicarán o triplicarán, falseando así la voluntad ciudadana. Por ejemplo, los candidatos serán elegidos con un 30 por ciento cuando el por ciento real es de un 15 ó un 10 de la ciudadanía, y el poder político volverá a caer en manos de una minoría.
La participación en el inicio del proceso constitucional, a pesar de algunas buenas intenciones, ha sido un fracaso. Así es muy difícil hablar de nueva constitución y de asamblea constituyente.
La del CEP es una encuesta sobre el vacío, sobre el asco. Van a concluir, claro, otra cosa el encuestador, los analistas, los politólogos y los políticos, pero todo lo que digan no es sino para dar la impresión de un país normal y seguir emborrachando la perdiz y sosteniendo jugosos escritorios particulares mientras el país hace agua por todos los costados. Sólo se mantienen en pie el inmenso poder del capital financiero, la subordinación del resto y la cada vez más injusta estructura social y económica.
Los analistas, los medios de comunicación, las fuerzas políticas que parecen deberse a ellos, ocultarán la opinión de los ciudadanos (incluida la opinión de los que no opinan) para postergar el estampido, que nadie sabe a dónde irá a parar. El 3% de Farkas es una señal. Farkas empata con MEO, supera a Ossandón y triplica a Insulza.
Esta crisis no es como la sucedida el año 1972, período en el cual se sabía que el hundimiento del gobierno popular daría paso a la hecatombe y el fascismo. Lo dijimos, y apostamos mal para la solución.
Ahora, el asco dará paso a un mayor abismo, del que no se intuye cómo va a profundizarse ni a cundir ni qué mierda va a brotar de sus profundidades. Los militares, la iglesia, los dirigentes deportivos, otras autoridades simbólicas, provocan tanto o más asco que Piñera y sus viejos y nuevos imitadores de todos los colores.
Creo que si no se toman medidas ahora, de tipo radical, todo estará perdido, digo todo porque será muy difícil que el pequeño espacio creado por la nueva izquierda necesaria sobreviva. Nada bueno sobrevivió en los años inmediatamente siguientes a 1973.
De las medidas que se tomen, equivalentes a la experiencia histórica, al asco y a la crisis, no deberían exceptuarse algunas como:
-La decisión de que no postulen a las elecciones de congresistas los actuales miembros del Congreso, que han sido electos por el binominal y están metidos en lo peor de la corrupción. De los 30 partidos inscritos y de los independientes deben surgir nuevos postulantes a ser representantes.
-La remoción de los altos mandos del Ejército y su reemplazo inmediato, por su responsabilidad en la corrupción.
-El estudio del poder judicial sobre la marcha de la Corte Suprema, para estudiar su renovación.
-La solicitud de la intervención vaticana para el reemplazo de la actual jerarquía de la Iglesia chilena, que ha amparado su corrupción.
-La no postulación a las elecciones presidenciales de quienes tengan juicios pendientes con la justicia.
Si el país no se inquieta por lo que está sucediendo, el estado de las cosas puede devenir en una Toma de la Bastilla sin revolución.
Algo que puede ser el reflejo unívoco de un país SIN VERGÜENZA. Los ha habido, y los hay.