El evento de la Convención Demócrata fue muy superior al Republicano: aun cuando ambos candidatos a la presidencia de los Estados Unidos tienen más rechazo que apoyo, el aparato político y financiero de Hillary Clinton es muy superior al de Donald Trump: no en vano, la primera candidata mujer a la presidencia representa, a la perfección, el establishment político norteamericano.
En la Convención Republicana predominaron los discursos de los familiares cercanos del candidato, a lo cual hay que incluir el notorio plagio del discurso de Michelle Obama, al apoyar a su marido, Barack Obama, en la Convención Demócrata, hace casi ocho años por parte de Melania Trump.
En la Convención Demócrata, celebrada durante los días lunes y martes de esta semana, habló Michelle Obama, quien un discurso que se convertirá en una pieza modelo de comunicación política llegó, directamente, a tocar la fibra emotiva, no sólo de los participantes de la Convención, sino que también de todo el país.
En el momento máximo de lejanía entre la casta política y los ciudadanos, Michelle Obama tuvo la habilidad de centrar su discurso en sus hijas, como representes de las nuevas generaciones que miran hacia el futuro. Cuando se refirió al juego cotidiano de sus hijas en los jardines de la Casa Blanca, construida por los esclavos, proyectando un país que derrumba los muros del racismo y que en porvenir dará más oportunidades a los hijos y a los nietos.
Durante estos dos días, la Convención estuvo marcada por el protagonismo de las mujeres y las cualidades blandas que aporta a la política el género femenino. En la biografía de la candidata se destacó, fundamentalmente, su entrega a las obras sociales y de bien común, incluso, dejando de lado su rol como poderoso personaje de la casta política en el poder, como senadora y Secretaria de Estado norteamericano, que la desfavorecía notoriamente, pues el affaire de los e-mails y, últimamente, la intervención de la dirección del Partido Demócrata en favor de su candidatura a la Casa Blanca, la colocan en mal pie, con el consecuente peligro de que el sector que apoyaba al socialdemócrata, Bernie Sanders, se inclinara por el candidato republicano o se abstuviera en las próximas elecciones presidenciales. Su marido, Bill Clinton, destacó, al contar la vida de su esposa, sus cualidades de entrega social y servicio a las causas populares.
A diferencia de Ted Cruz, que negó públicamente el apoyo a Trump, Bernie Sanders, brindó explícitamente su respaldo a la candidatura de su rival, Hillary Clinton. Este solo hecho demuestra la diferencia de calidad política y moral entre los demócratas y los republicanos: en los primeros, a pesar de los problemas existentes, que no son pocos, hay más unidad que en los segundos, en que la candidatura de Trump es rechazada por la plana mayor del Partido.
Bernie Sanders, más que un socialista es un liberal extremo en la nomenclatura norteamericana, podría más bien asimilarse a un socialdemócrata. Su programa está dirigido, fundamentalmente, a combatir la extrema desigualdad que caracteriza la sociedad norteamericana actual: el 1% de sus millonarios se lleva gran parte del PIB del país más rico del mundo, y la miseria de un sector de los norteamericanos no es muy distinta a la de los países del tercer mundo.
Sanders propone una educación gratuita y universal y, además, un sistema de salud que esté al servicio de todos los norteamericanos; a su vez, postula un gran programa en obras públicas que permita dar empleo a gran parte de los trabajadores cesantes.
Sanders dirige sui ataque, especialmente, a los financistas de Wall Street y, sobre todo, a la influencia de las grandes empresas y bancos en la política, que ha terminado por corromper la democracia, convirtiéndola en el reinado de la oligarquía. Su estrategia es bastante hábil y le ha dado buenos resultados; ha logrado motivar, encantar y atraer a gran parte de los jóvenes norteamericanos – es notable ver cómo, en la misma Convención, algunos de sus partidarios lloraban y otros lo aplaudían a rabiar, sin siquiera dejar que continuara su discurso -.
En la crítica al Tratado de Transpacífico hay un punto de encuentro con Trump, sin embargo, la visión de cada uno de ellos tiene una diversa inspiración respecto al modelo social y político. (En el caso de nuestro país, el “realismo con renuncia”, de Michelle Bachelet, impulsa y apoya el TTP, es decir, no alcanza ni a socialdemócrata a este gobierno, y sí se queda entre los yanaconas de los yanaconas).
El hecho quizás más importante de esta campaña presidencial que se inicia está caracterizada por la lejanía de la casta política empresarial respecto de los ciudadanos y el surgimiento, con muchas diferencias ideológicas, de candidaturas(Tramp Y Sanders) que ponen en cuestión el sistema bipartidista que ha dominado, hasta ahora, la política de Estados Unidos.
Rafael Luis Gumucio (el viejo) 27 Julio 2016